Teresa Forcades es catalana, independentista, de izquierda, feminista, anticapitalista, activista social... y monja. Aunque, desde hace algunas semanas, ya no es posible reconocerla por su hábito blanco y negro, ese que solía vestir en el monasterio benedictino de Sant Benet de Montserrat, en las afueras de Barcelona. Ahora sor Teresa luce “de civil”, porque decidió abandonar el convento para dedicarse a la política y militar por la soberanía de Cataluña.
Su drástico cambio de vida la convirtió en uno de los personajes públicos más curiosos y excéntricos de España, y en un dolor de cabeza para el Vaticano. Forcades no quiere dejar definitivamente su vocación religiosa, por lo que pidió una “exclaustración temporal” de tres años. La solicitud fue aprobada por la abadesa de su orden y por el obispo de su diócesis, pero aún falta que el papa Francisco dé el visto bueno a su plácet, que lleva casi dos meses esperando.
La Santa Sede expresó sus reparos frente a la decisión de la monja. Lo hizo a través del presidente del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales del Vaticano, Claudio María Celli, quien sostuvo que “clausura o no clausura, la vida religiosa no debería verse involucrada en actividades de tipo político”. En opinión del vocero vaticano Celli, “la vocación de clausura” debería estar centrada en “rezar y amar a Dios profundamente”.
Lo cierto es que Forcades ya tomó el riesgo: sin aguardar el veredicto papal, se fue del convento para trabajar por una lista única de izquierda para las elecciones al Parlamento de Cataluña del 27 de septiembre, en las que se verá si el independentismo tiene la fuerza política suficiente para abrir un proceso secesionista. Pero la apuesta no dio los resultados que sor Teresa esperaba: las bases de su partido Procés Constituent rechazaron sumarse a la coalición “Cataluña sí se puede” dirigida por Podemos, por lo que Forcades no será candidata el 27S.
Así, la religiosa quedó expuesta a un eventual rechazo de su plácet por parte del Vaticano, lo que la obligaría a decidir entre regresar al convento –que ahora sólo visita los fines de semana– o abandonarlo para siempre, ya que la vida monacal es incompatible con la militancia política.
En cualquier caso, sor Teresa es una rara avis dentro de la izquierda española, tradicionalmente atea y anticlerical. La monja promueve un proceso constituyente que conduzca hacia una “verdadera revolución en Cataluña”, propone nacionalizar bancos y empresas energéticas para “detener las políticas neoliberales” y ve a la monarquía como una institución anacrónica. Se embarcó rumbo a Gaza en la Flotilla de la Libertad para romper el bloqueo de Israel, se especializó en la “teología del feminismo” y sostiene que Cristo es de extrema izquierda.
Forcades ha dicho que si el papa Francisco le niega la exclaustración temporal lo primero que hará es “retirarse dos días a rezar” para meditar sus alternativas. Después, tarde o temprano, deberá optar entre encomendarse a Dios o abrazar definitivamente su causa política.