Las esquirlas de guerra en Ucrania dieron en la frente de la economía de España. La inflación de marzo, anunciada hoy, se disparó al 9,8 por ciento, según adelantó el Instituto Nacional de Estadística. En febrero había sido del 7,6. La de este mes es la más alta desde mayo de 1985.
Todo indicaba que la suba de los precios del gas y del petróleo en los mercados internacionales tras las sanciones contra Rusia, uno de los mayores productores mundiales de ambas materias primas, iba a impactar en los precios.
En España hacía 37 años que no se producían aumentos de precios de esta magnitud. El 73 por ciento se debe al impacto de la invasión de Ucrania, según el Ministerio de Asuntos Económicos.
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Una inflación en casi dos dígitos pone al gobierno de Pedro Sánchez en una situación delicada tanto por la alarma social como por las consecuencias de la pandemia y las medidas de fuerza de los camioneros y afines.
El FMI no confía en una pronta resolución de problema. No sólo aumentaron los precios del gas y del petróleo, sino también los de metales como el níquel, esenciales para la producción de baterías eléctricas. Rusia es el tercer productor del mundo.
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Los fertilizantes que hacen falta para los cultivos, antes importados de Rusia, escasean mientras la merma de cosechas de Ucrania, de donde España y Europa importaban buena parte del trigo y el maíz necesario para los piensos, ha encarecido la alimentación del ganado. Y así sucesivamente.
La inflación de España se mantuvo ligeramente por debajo de la de Estados Unidos y casi dos puntos por encima de la de sus socios de la Unión Europea.