INTERNACIONAL

España, ¿qué es lo que reclamas?

Las revueltas en la Plaza del Sol dan cuenta de un proceso político renovado en actores y herramientas de difusión, pero su orientación dista de estar clara. La incertidumbre ante lo que vendrá.

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Desde febrero, el mundo asiste a una sucesión de manifestaciones populares que, lejos de pasar inadvertidas, se han caracterizado por una repentina explosión en los medios y en las redes sociales en particular. En todas, desde Egipto hasta Libia y Siria, la fuerte participación política de los jóvenes ha sido uno de los rasgos distintivos en cada movimiento. Sin embargo, estos casos no son nuevos.

En octubre de 2005, las afueras de París (conocidas como los banlieues) fueron el epicentro de fuertes disturbios, y las protestas se extendieron en pocos días al resto de Francia y otras ciudades europeas. ¿Los protagonistas? Cientos de jóvenes, mayormente hijos de inmigrantes, que incendiaron más de 3000 vehículos en cuatro semanas.

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La experiencia, en tanto “hecho noticiable”, fue fascinante: herramientas de comunicación modernas como celulares, blogs y redes sociales, crearon un swarming ciudadano absolutamente novedoso y sin  precedentes en otras revueltas sociales. Pero estructuralmente, la protesta adolecía de una estrategia de poder clara y de un discurso que se tradujera en propuestas concretas. ¿Resultado? Así como nació, el movimiento ciudadano se desvaneció.

En los últimos días, es España la que muestra al mundo la expresión juvenil del descontento ante años de problemáticas sociopolíticas no resueltas. La convocatoria espontánea en España, salvo por su “matriz pacífica”, se asemeja mucho a la francesa. Está liderada por jóvenes que no necesariamente poseen una representatividad político-partidaria, y las nuevas tecnologías han jugado –y juegan– un rol preponderante en su conformación y en su funcionamiento. Pero, ¿qué reclaman?

En el manifiesto, las “propuestas” son de lo más variadas: reivindicación de derechos, transparencia, reducción del gasto militar, democracia participativa y directa, desvinculación entre la Iglesia y el Estado, condena a la corrupción o… el cierre de centrales nucleares. Y aclaran: “la Asamblea es un proceso abierto y colaborativo. Esta lista no debe entenderse como cerrada”. Pero más que propuestas, en el manifiesto se leen peticiones poco concisas y reclamos idealistas que parecen apuntar a una cuestión fundamental: no está muy claro para qué acampan, qué piden, ni qué proponen.

En todo movimiento social existen, en principio, dos momentos: el de deliberación y el de manifestación. El momento deliberativo es previo y fundamental, porque de él se derivará la fuerza propositiva de un movimiento y su poder para instalar un tema de discusión en la agenda pública. En el caso del movimiento 15-M, ¿cuál es ése tema? ¿El descontento con una forma de hacer política, el desempleo, la crisis económica, la falta de oportunidades? ¿Qué es lo que realmente reclaman? Y más importante aún, ¿seguirán manifestándose pacíficamente logrando articular demandas concretas, o el movimiento terminará por “desinflarse” como la revuelta francesa?

Hoy, en medio de las revueltas, y sin la certeza de que el acampe en la Plaza del Sol se levante luego de los comicios, Madrid elegirá a sus representantes locales y regionales. Lo que suceda de
ahora en más es lo que, realmente, será imprescindible analizar.

(*) Especial para Perfil.com

Twitter: @Condolasa