El líder italiano de la ultraderechista “Liga”, Matteo Salvini, debería ser el próximo primer ministro italiano, aseguró el político conservador e impulsor de la alianza de centro-derecha Silvio Berlusconi, quien durante años no dudó en mostrar su desprecio por su camarada político.
Salvini asumió el liderazgo de la alianza parlamentaria tras conseguir más votos dentro de la coalición su partido xenófobo en las elecciones generales del domingo. Después, sorprendentemente, recibió el apoyo de su contrincante Berlusconi: "Vamos a apoyar lealmente el intento de formar Gobierno. Estoy convencido de que tendrá éxito: Por mi parte (...) lo voy a apoyar", dijo Berlusconi al diario "Corriere della Sera".
El político, de 45 años, abandonó sus estudios para dedicarse al periodismo. Posteriormente entró en política, al principio a nivel municipal en Milán, pero después ganó un escaño de diputado en Italia, así como también uno como eurodiputado.
En 2013 asumió la jefatura de la Liga, cuando el partido estaba sumido en un escándalo financiero y su punto más bajo en las encuestas. Desde entonces revitalizó la organización convirtiéndola en un partido de ámbito nacional que se distingue por su nacionalismo, euroescepticismo y su postura antiglobalización.
Cuando era la Liga Norte, el partido tenía como objetivo separase del resto de Italia, es decir que el rico norte se liberara del pobre sur. Cuando era un joven activista del partido, se le escuchó a Salvini que la gente de Nápoles (en el sur) "huele mal".
Pero en los últimos cinco años Salvini reinventó la Liga sobre todo sumándose a las posturas antieuropeas y antimigración. Sacó el “Norte” del nombre del partido para poder competir en las elecciones de todo el país y adoptó el eslogan del presidente Donald Trump con "italianos primero". Además del presidente estadounidense, en su órbita de las referencias figuran el primer ministro húngaro, Viktor Orban, la líder de la ultraderecha francesa Marine Le Pen y el partido de la ultraderecha alemana AfD.
A diferencia de Berlusconi, cada vez más mayor, Salvini no hizo campaña yendo a programas de televisión, sino en diversas marchas en todo el país, recorrió las calles italianas para conversar directamente con la gente. Según su propio recuento, durante la campaña participó en 3.000 discursos y recorrió 15.000 kilómetros.
No duda en emplear retórica incendiaria, como por ejemplo cuando afirma que le gustaría sacar con bulldogs de Italia a los inmigrantes en situación irregular, y pidió destruir los campamentos de gitanos. En su defensa del fascismo llegó a sugerir durante que la dictadura de Benito Mussolini, donde se promulgaron las leyes raciales, hubo aspectos positivos.
Salvini generó controversia al propagar mensajes antiislámicos y jurar sobre la Biblia en Milán durante un mitin en febrero. El obispo de esta importante ciudad italiana, en representación de la Iglesia, que aboga por las puertas abiertas en inmigración, dijo que no le gustó el gesto.
RESULTADOS. El pasado domingo, la alianza parlamentaria obtuvo sobre 37 por ciento de los votos, de los cuales el 17% fue para la Liga, mientras que Forza Italia, el partido de Berlusconi, recibió el 14%. No obstante, la coalición precisa de 49 escaños para tener la mayoría parlamentaria en la Cámara de Diputados (de 630 escaños). En el Senado (315 bancas) precisaría 22 representantes más, según las proyecciones no oficiales de la web política "YouTrend". El partido antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5E) es el otro gran ganador de los comicios con cerca de un 32% del voto, pero le faltan 88 escaños para conseguir una mayoría parlamentaria, así como el apoyo de otros 45 senadores para tener mayoría en la Cámara Alta.