Miles de personas salieron ayer a las calles de más de 300 ciudades de todo Brasil, convocadas por más de nueve partidos políticos, para protestar contra el presidente Jair Bolsonaro, cuyo gobierno atraviesa su crisis más profunda, y pedir su destitución.
En las reivindicaciones de la protesta están la crisis económica, la inflación o el paro, así como las críticas al negacionismo de la pandemia y los ataques de Bolsonaro a la división de poderes. Entre las pancartas, mensajes como “Fuera Bolsonaro” o “Fuera genocida”.
Las calles también buscan presionar al presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, aliado de Bolsonaro, para que acepte alguna de las 131 peticiones de impeachment o juicio político presentadas en el Congreso contra Bolsonaro.
Las protestas en Río de Janeiro, Salvador, San Pablo y Brasilia, además de un centenar de ciudades, fueron convocadas por la Campaña Nacional Fuera Bolsonaro, respaldada por una decena de partidos de izquierda, centrales sindicales y el grupo Direitos Já!, que reúne a líderes de 19 bancadas.
Las manifestaciones lograron una mayor adhesión de partidos que movilizaciones pasadas. Algunos dirigentes de derecha se unieron contra los reclamos por la crisis económica, aunque no necesariamente respaldan el pedido de impeachment.
En el céntrico barrio Candelaria en Río de Janeiro, cientos de personas marcharon portando pancartas que decían “Fuera Bolsonaro” y banderas del Partido de los Trabajadores (PT), del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido Socialista Brasileño (PSB), del Partido Democrático Laborista (PDT), el Partido Comunista (PC do B), entre otros.
En las concentraciones se veía un espectro más amplio de banderas, no solo de las rojas del PT que suele predominar, con estandartes de la Central Única de Trabajadores (CUT), el movimiento LGBT y la de Brasil, usada como símbolo en las marchas pro Bolsonaro. “Frente amplio, impeachment ya”, se leía en pancartas.
Asediado por investigaciones judiciales, inflación, desempleo y una caótica gestión de la pandemia que deja casi 600 mil muertos, la popularidad de Bolsonaro se desplomó en los últimos meses a 22%, su nivel más bajo desde que llegó al poder en enero de 2019. “Todo está muy caro, la culpa es de Bolsonaro”, se leía en pancartas en el Salvador o junto a una garrafa inflable de gas en Río.
A un año de las elecciones de 2022, el presidente ultraderechista obtendría el 26% de los sufragios en la primera vuelta, frente al 44% para Lula, según una encuesta del Instituto Datafolha del 17 de septiembre. Esta semana, el mandatario se enfocó en celebrar con actos e inauguraciones sus mil días de gobierno, dejando de lado los ataques a las instituciones que mantuvo durante semanas, especialmente contra el Poder Judicial.
Las movilizaciones de ayer ocurren después de que el 7 de septiembre Bolsonaro liderara masivas manifestaciones en Brasilia y San Pablo, donde se concentraron unos 125 mil simpatizantes.