El 26 de diciembre de 2004, a las 00.58 horas, un colapso entre las placas Indoaustraliana y de Birmania provocó un terremoto subacuático de una magnitud que se estima entre 9,1 y 9,3 grados en la escala de Richter. Fue el sismo más fuerte desde 1964 y el tercero desde 1900 y tuvo consecuencias desastrosas: a las pocas horas ptovocó el tsunami más devastador de la historia contemporánea que asoló el sureste asiático provocando más de 200.000 muertos y más de 1,5 millones de damnificados.
El foco del sismo, situado a una profundidad de 20 km, a unos 200 kilómetros al oeste de la punta norte de la isla indonesia de Sumatra, se prolongó por más de 1.000 km del noroeste al sureste. Liberó una energía equiparable a la contenida en todos los arsenales nucleares mundiales o a los volúmenes del consumo energético global al año. Fue tal la magnitud del terremoto que el eje de la Tierra se desplazó tres centímetros y el día se redujo en tres microsegundos.
El movimiento de las placas tectónicas deformó el fondo del océano y provocó la formación en alta mar de una ola gigantesca de una altura de 0,8 metros que aumentó hasta los 30 metros al llegar a las costas. Más tarde, la segunda sacudida cuyo foco se encontraba más al norte fue de magnitud 7,3 y derivó en otro tsunami. Durante varias semanas en la región se registraron terremotos de magnitud 5 o 6 casi todos los días.
El 26 de diciembre de 2004, un violento sismo de 9,3 grados agitó el fondo marino en la isla de Sumatra y desencadenó un tsunami de más de 30 metros de alto.
Olas monstruosas
Avanzando a 720 km/h (una velocidad que se redujo en la zona ribereña a 36 km/h) el tsunami impactó enseguida en las islas de Sumatra y Java y después de unos 10 o 20 minutos alcanzó las islas Andamán y Nicobar. Al cabo de una hora y media, la ola gigante llegó a las pobladas costas de Tailandia y pasadas dos horas arremetió contra Sri Lanka, la costa este de India, Bangladesh y las islas Maldivas.
Al cabo de seis horas el tsunami atacó la costa este de África. La enorme ola atravesó en ocho horas el Índico y en 24 horas, todo el Océano Mundial, por primera vez desde que se realizan las observaciones. En la costa pacífica de México la ola tenía todavía 2,5 metros de alto. El tsunami provocó un enorme número de muertos y una enorme destrucción, sobre todo en la costa indonesia.
Nurhayati, una indonesia de 65 años, perdió a su hija menor en la catástrofe y estos días fue a recordarla Aceh Besar donde murieron al menos 47.000 personas. "Vengo cada año, porque la echo mucho de menos. Solo tenía 17 años y acababa de empezar la universidad. Hace 15 años pero hasta hoy, cada vez que veo el océano, incluso en la televisión, tiemblo y me da la impresión de que va a llegar una gran ola", relató.
Indonesia registró las pérdidas más importantes, con al menos 170.000 muertos, aunque seguramente el balance fue mucho mayor, pues muchos cuerpos nunca fueron encontrados o identificados. Banda Aceh quedó se redujo a escombro. Todavía se descubren las fosas comunes excavadas a toda prisa y decenas de cuerpos fueron enterrados aún el año pasado, incluido el de una mujer que llevaba su permiso de conducir en el bolsillo del pantalón. En Lampuuk, de los 7.000 habitantes que contaba antes del tsunami, solo sobrevivieron 300.
El tsunami dejó más de 220.000 víctimas en los países de la zona, en pleno océano Índico, incluyendo Tailandia, Sri Lanka e India. El impacto se llegó a sentir en África.
Desastre humanitario
Ciudades y aldeas costeras desaparecieron de la faz de la Tierra. En algunas zonas de Sumatra el agua se adentró 10 km en tierra firme. La ciudad de Molabo, por ejemplo, situada a 149 km del epicentro, perdió el 80% de sus edificios, mientras en Tailandia resultaron perjudicadas las turísticas islas de Phuket y Phi Phi y las provincias de Ko Pha Ngan y Krabi.
En Phuket las olas provocaron la muerte de cientos de vecinos y turistas y numerosas destrucciones, mientras la isla de Phi Phi por un tiempo se sumergió casi por completo bajo el agua creando una fosa común para un millar de personas. Una espantosa ola cayó sobre el área Khao Lak de la provincia de Ko Pha Ngan donde se ubicaban varios hoteles de alta categoría. El agua se adentró dos kilómetros inundando las plantas inferiores de los edificios que se convirtieron en una trampa mortal.
Las olas gigantescas causaron numerosas muertes en Malasia, Sri Lanka, Birmania, Bangladesh y Somalia y provocaron daños en Yemen y Omán. Provocó cientos de muertos en la costa este de África y llegó hasta Puerto Elizabeth en Sudáfrica que se encuentra a 6.900 kilómetros del epicentro del terremoto.
Sin embargo, aún 15 años después se desconoce el número exacto de muertos en el desastre natural: se estima que fueron unas 230.000 personas. Otros 1,6 millones se vieron obligados a abandonar sus viviendas. Según los cálculos de la ONU, 5 millones de personas necesitaron asistencia después de la catástrofe y los daños humanitarios y económicos se definieron como incalculables.
En los primeros seis meses de la operación la ONU distribuyó alimentación a más de 1,7 millones de personas, alojó a más de 1,1 millón, organizó el suministro de agua potable para más de un millón de personas y vacunó contra el sarampión a más de 1,2 millones de niños. Miles de muertes pudieron evitarse gracias al rápido abastecimiento de ayuda humanitaria, por un valor total de 14.000 millones de dólares.
D.S.
