Agencias
Ciudad del Vaticano
El Papa lanzó ayer un nuevo ataque al “capitalismo salvaje”, al criticar la existencia de “un cierto liberalismo que cree que es necesario primero producir riqueza, no importa cómo, para después promover alguna política redistributiva por parte del Estado”.
“La economía tiene una importante relación con la justicia social y con la dignidad de las personas”, dijo Francisco al recibir en el Vaticano a cientos de delegados de cooperativas italianas, un sector económico de histórica importancia en el país.
El Papa advirtió a los cooperativistas que “el dinero es el estiércol del diablo”, por lo que los invitó a recordar que “en una cooperativa auténtica, verdadera, no manda el capital sobre los hombres, sino los hombres sobre el capital”.
Descarte. Francisco también criticó la precariedad laboral que se extiende en Europa a la sombra de la “austeridad” impulsada por las autoridades. “Hay quien ofrece 11 horas de trabajo al día por 600 euros al mes. Y si no te gusta, te dicen que te vayas a casa. Esto es lo que pasa en este mundo, donde si no aceptás, otro aceptará. El hambre hace que se acepten también trabajos en negro, como todo el personal doméstico. ¿Cuántos de ellos tienen garantizada la pensión?”, afirmó.
Improvisando sobre su discurso preparado, el Pontífice lamentó también el “drama de la cultura del descarte” y dijo, a modo de ejemplo: “¿Y vos qué sos? Soy ingeniero. ¿Cuántos años tenés? 49. Entonces no servís, andate”.
El “capitalismo salvaje”, con su “economía de la exclusión”, es un tema recurrente en los mensajes de Bergoglio, y ocupa un lugar destacado en su primera encíclica, Evangelii gaudium, en la que afirma: “Así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata”.
En su largo discurso, Francisco valoró el trabajo de las cooperativas y les pidió que encuentren “formas, métodos e instrumentos para combatir esta cultura del descarte, cultivada por los poderes que manejan las políticas económico-financieras del mundo globalizado”.
El Papa aconsejó a las cooperativas que se conviertan “en el motor que levanta y desarrolla la parte más débil de nuestras comunidades locales y de la sociedad civil”.
“Especialmente, piensen en los jóvenes y en tantas mujeres que necesitan entrar en el mundo del trabajo, o en los adultos que pierden el empleo”. Y los instó a que se activen “como protagonistas para realizar nuevas soluciones de bienestar social, particularmente en la salud, donde tanta gente no pobre no encuentra respuestas”.