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Ciudad del Vaticano
El Papa recordó ayer el dolor que sacude al mundo, desde los conflictos en Medio Oriente y Siria hasta las tragedias terroristas, los migrantes o los que no tienen trabajo, y pidió apoyo para la paz en Colombia y ayudar a las víctimas de la trata, en el mensaje natalicio que precedió a la tradicional bendición Urbi et Orbi.
“Sólo la misericordia de Dios puede liberar a la humanidad
de tantas formas de mal, a veces monstruosas, que genera el egoísmo. La gracia de Dios puede convertir los corazones y abrir vías de salida de situaciones humanamente insolubles”, afirmó.
Unas 40 mil personas se hicieron presentes para escuchar al Papa en la plaza San Pedro, pero muchas otras quedaron afuera porque en cierto momento se bloquearon los ingresos por las imponentes medidas de seguridad.
Israelíes y palestinos. Para el Papa, “donde nace Dios, nace la esperanza. Donde nace Dios, nace la paz. Y donde nace la paz, no hay más lugar para el odio y la guerra”.
Y sin embargo, “precisamente allí donde vino al mundo el hijo de Dios hecho carne, siguen tensiones y violencias y la paz sigue siendo un don que hay que invocar y construir”.
“Que puedan israelíes y palestinos retomar un diálogo directo y llegar a un acuerdo que permita a ambos pueblos vivir en armonía, superando un conflicto que los opuso largamente, con graves repercusiones en toda la región”.
Francisco invocó también que se pueda “cuanto antes hacer callar el fragor de las armas en Siria y remediar la gravísima situación humanitaria de una población extenuada”.
También es urgente que “el acuerdo sobre Libia encuentre apoyo de todos, para que se superen las graves divisiones y violencias que afligen al país”.
Luego, sin citarlo, aludió a Estado Islámico: “Que la atención de la comunidad internacional se dirija en forma unánime a hacer cesar las atrocidades que, en Siria y en Libia “como también en Irak, Yemen y Africa subsahariana, aún causan numerosas víctimas, provocan ingentes sufrimientos y no eluden siquiera el patrimonio histórico y cultural de pueblos enteros”.
El pensamiento del Papa se dirigió asimismo a “los que fueron afectados por terribles acciones terroristas, particularmente las recientes masacres ocurridas en los cielos de Egipto, en Beirut, en París, Bamako y Túnez”.
El Pontífice evocó a los cristianos “perseguidos en tantas
partes del mundo debido a la fe”, afirmando que “son nuestros mártires de hoy”.
En su mensaje, Francisco pidió “que la alegría de este día ilumine los esfuerzos del pueblo colombiano para que, animado por la esperanza, siga con empeño persiguiendo la deseada paz”.
Luego se detuvo en la situación de “hombres y mujeres” que hoy “están privados de su dignidad humana y, como el Niño Jesús, sufren el frío, la pobreza y el rechazo de los hombres”.
Expresó “cercanía con los más indefensos, sobre todo los
niños soldados, las mujeres que sufren violencia, las víctimas de trata de personas y del narcotráfico”.
Migrantes y sin trabajo. Francisco bendijo a “quienes, particulares y Estados, obran con generosidad para socorrer y acoger a los numerosos migrantes y refugiados, ayudándolos a construir un futuro digno para sí y sus seres queridos, integrándose en las sociedades que los reciben”.
Finalmente, pidió que se vuelva a dar “esperanza a cuantos no tienen trabajo”, con “el compromiso de quienes tienen responsabilidades públicas en el campo político y económico” para que “obren en pos del bien común y tutelen la dignidad de toda vida humana”.
Un último pensamiento, bajo la égida del Jubileo de la Misericordia, fue para los presos, para que “el Señor les permita experimentar su amor misericordioso que sana las heridas y vence al mal”.