Después de seis años de control republicano, tanto en el Poder Ejecutivo como en el Legislativo, la opinión pública estadounidense pareciera inclinarse a favor de los demócratas para las elecciones de hoy.
A partir de la era Reagan y del nacimiento de la derecha cristiana, el partido republicano se había mostrado como el que mejor representaba los valores de la mayoría de los estadounidenses. El problema al que se enfrenta ahora es que, desde el comienzo de la actual sesión de la Cámara de Representantes, cuatro republicanos han dimitido de sus puestos por problemas de conducta, a quienes debe sumarse Bob Ney, republicano de Ohio, que se declaró culpable de haber aceptado sobornos de un lobbysta conservador.
Octubre también depararía otras sorpresas: el republicano por Florida Mark Foley dimitió, cuando se hicieron públicos varios e-mails y mensajes instantáneos de naturaleza sexual, que éste había mandado a un becario varón menor de edad. Durante el mismo mes, ciento cuatro soldados estadounidenses morían lejos de casa. Paralelamente, el periodista Bob Woodward también eligió octubre para dar su estocada, publicando State of denial (Estado de negación), libro en el que desarrolla la ligereza de la agresiva política exterior norteamericana.
Sin embargo, puesto que cada escaño depende de factores locales, es difícil predecir cuáles serán los resultados generales sólo a partir de un análisis de la agenda nacional o internacional.
La estrategia de Bush pareciera ser la de insistir en el crecimiento económico obtenido a partir de su política de reducción de impuestos, la mayor desde los tiempos de Reagan (1981-1989), para desviar del eje del debate electoral de la política internacional. Si bien generalmente la preocupación primera de los estadounidenses a la hora de ir a votar, como decían los demócratas en 1992, “es la economía, estúpido”, todos los sondeos de opinión indican que este año “es Irak, estúpido”.
La gran pregunta es si los descontentos, que son muchos, van a votar a los demócratas o simplemente no irán a votar. De acuerdo con el sondeo de The Washington Post, el 95% de los demócratas interrogados dijeron que van a votar por un candidato de su partido, y sólo el 88% de los republicanos afirmaron que lo harán por candidatos propios. Hagan juego, señores…
* Diputado y ex canciller