Irán puede haber perdido una batalla, pero no la guerra. El asesinato del general Qasem Soleimani puede ser usufructuado políticamente por Teherán, a la defensiva en los últimos meses en Medio Oriente, ante el estallido de protestas contra gobiernos aliados en Irak y El Líbano y el impacto de las sanciones de Estados Unidos en su economía. Las movilizaciones contra el sectarismo y la corrupción en esos países, que amenazaban con erosionar la influencia regional de Irán, parecen ahora haberse apagado, reemplazadas por un fuerte sentimiento antinorteamericano.
“La dialéctica iraní-iraquí ha recibido un impulso decisivo, exactamente en la dirección política que Soleimani y Abu Mehdi al Muhandis representaban”, consideró ayer Arshin Adib-Moghaddam, profesor de la Universidad de Londres. Según el académico, la ejecución del influyente general “fue un esfuerzo mal concebido para contener el creciente poder regional de Irán”, especialmente en Siria e Irak.
“Soleimani no era una persona, sino una cultura basada en la resistencia, en la defensa de los oprimidos y en la lucha contra el terrorismo internacional”, escribió ayer Mohammad Ghaderi, editor en jefe del Tehran Times. “La cultura e ideología de la resistencia no puede ser asesinada”, concluyó.
Los tentáculos de Irán en Medio Oriente fueron, en su mayoría, extendidos por el propio Soleimani. Para vengar su muerte, Teherán podría servirse de esos aliados, entre ellos Hezbollah en El Líbano, los rebeldes hutíes en Yemen, las milicias pro iraníes en Irak, y los grupos armados chiítas que respaldan al presidente Bashar Al Assad en Siria.
Las milicias pro iraníes aumentaron ayer la presión para terminar con la presencia militar de Estados Unidos en Irak. Con ese objetivo, el Parlamento se reunirá hoy para exigir la salida de los 5.200 militares estadounidenses.
Hezbollah. La muerte de Soleimani también cambia el panorama político en El Líbano, donde masivas protestas contra el gobierno amenazaban la hegemonía de Hezbollah entre la población chiíta. “Las escenas de manifestantes chiítas uniéndose a otros libaneses en las calles aterrorizaron a la dirección del partido”, escribió en Foreign Policy Hanin Ghaddar, investigador del Washington Institute.
El régimen iraní patrocina, financia y apadrina a Hezbollah, catalogado por Estados Unidos y Argentina como una organización terrorista. “Para continuar el camino del general Soleimani, levantaremos su bandera en todos los campos de batalla”, amenazó el viernes su líder, Hasan Nasralah. Si el objetivo elegido por el líder supremo Alí Jamenei fuese Israel, Hezbollah podría ser su brazo ejecutor.
Yemen. Los hutíes, aliados a Irán, podrían golpear a Arabia Saudita, el gran adversario geopolítico de Irán en Medio Oriente. Socio de Washington y financista de grupos armados sunnitas, Riad ya sufrió en 2019 el bombardeo de las refinerías de Saudi Aramco, la principal empresa petrolera del país. Según la ONU, la guerra en ese país dejó 233 mil muertos.