Proveniente de una familia de origen alemán con raíces controvertidas, marcada por el exilio de su padre durante la Segunda Guerra Mundial, José Antonio Kast Rist, un abogado de 59 años, es hijo de un exsoldado del Ejército nazi y hermano de un exministro de Augusto Pinochet (1973-1990).
Admirador de Pinochet, dejó de lado esta vez temas como su rechazo al aborto y al matrimonio igualitario y su propuesta se resume en la lucha implacable contra el crimen y los indocumentados. Además, reconoció que posee un revólver de cinco tiros, y que quiere aumentar el poder de fuego de la policía. En un acto abierto de campaña dio su discurso detrás de un vidrio blindado.

De la disidencia gremialista al liderazgo republicano: quién es José Antonio Kast
El candidato estudió Derecho en la Pontificia Universidad Católica, en el Campus Oriente, donde se forjó su visión conservadora durante los años 80 de la dictadura. Ingresó a la política como militante de la Unión Demócrata Independiente (UDI) en 1990, defendiendo valores tradicionales y el legado pinochetista. En 1996, fue elegido concejal de Buin, cargo que ocupó hasta 2000, consolidando su base en la derecha dura. Su trayectoria refleja un compromiso con el orden y la familia, influido por su educación en el Colegio Alemán de Santiago.
En 2002, Kast saltó a la escena nacional al postularse como diputado por el distrito 30 (Buin-Melipilla), ganando con el 35,4% de los votos como parte de la Alianza por Chile. Reelecto en 2005, 2009 y 2013, se destacó por iniciativas en seguridad y contra el aborto, posicionándose como voz crítica del gobierno de Michelle Bachelet.
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En 2016, renunció a la UDI por desacuerdos ideológicos, fundando el Movimiento de Acción Republicana. En 2017, compitió como independiente en las presidenciales, obteniendo el 7,93% de los sufragios, un debut que reveló su potencial disruptivo. Su paso por el Congreso, hasta 2018, incluyó defensas del modelo neoliberal y oposición a reformas sociales progresistas.
La fundación del Partido Republicano en 2019 marcó el ascenso de Kast como referente de la ultraderecha chilena. Tras el estallido social de octubre de 2019, capitalizó el descontento con un discurso antiestablishment, inspirado en figuras como Javier Milei.

En las presidenciales de 2021, alcanzó el 27,91% en primera vuelta, forzando una balotaje que perdió ante Gabriel Boric. Este resultado impulsó su partido a 5 escaños en la Convención Constituyente, donde promovió una nueva Carta Magna conservadora, rechazada en plebiscito.
Analistas destacan su imperturbabilidad en debates y foros, como el de junio de 2025, donde ignoró reglas para enfatizar su mensaje. Su posición extrema se evidencia en críticas a la "cultura woke" y defensas de la herencia pinochetista, aunque niega intentos de desestabilizar democracias.

Kast responde a acusaciones de extremismo, como las de Boric en junio de 2024, argumentando que su sector defiende la democracia contra "fuerzas radicales". El Financial Times, en julio de 2025, vinculó su auge al rol de la seguridad en las elecciones, etiquetándolo como parte de una ola ultraderechista regional.
Sus diferencias con rivales como Johannes Kaiser radican en su experiencia institucional versus el libertarismo del diputado, pero ambos comparten rechazo al progresismo. En septiembre de 2025, priorizó alianzas con Chile Vamos, Amarillos y Demócratas para una mayoría parlamentaria, definiendo a la centroderecha como "tradicional". Esta estrategia busca unificar la derecha fragmentada.
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En su tercera candidatura presidencial, anunciada en enero de 2025, Kast prometió "seguridad, recortes estilo Milei y fin a la cultura woke". Comparado con 2021, moderó temas valóricos, enfocándose en economía y orden público, según análisis de junio de 2025. Su programa de gobierno, presentado en agosto con 38 páginas, abarca seguridad, economía y derechos sociales, sin profundizar en aborto o matrimonio igualitario. Propone eliminar la "tómbola" previsional, promoviendo pensiones voluntarias y un fondo soberano para estabilidad fiscal.

En seguridad, el "Plan Barrido Total" de julio incluye destrucción inmediata de mercancías ilegales y uso de IA para combatir el comercio ambulante, recuperando espacios públicos. Económicamente, sugiere paliar la eliminación de contribuciones con inversiones municipales de fondos inmovilizados.
En inclusión, Kast propone adaptar espacios públicos para personas con autismo y campañas de empatía, presentadas en octubre. El eje social enfatiza vivienda y pensiones dignas, con medidas como subsidios focalizados y reforma previsional solidaria. Críticos como Marco Enríquez-Ominami lo acusan de eludir debates económicos por falta de profundidad.

En las encuestas de noviembre de 2025, Kast se posiciona como segundo favorito, con 25% de intención de voto según sondeos previos a la primera vuelta del 16 de noviembre. En octubre, registró una caída a 23%, detrás de Jeannette Jara (28%), pero recupera terreno ante la fragmentación derechista con Evelyn Matthei (20%) y Kaiser (14%). Pulso Ciudadano de julio lo situaba en 17,3%, pero el último debate de Anatel el 10 de noviembre impulsó su imagen en seguridad. Analistas destacan su atractivo para indecisos conservadores, en un escenario de balotaje probable.
La campaña de Kast, dirigida por Alejandro Irarrázaval desde octubre, enfatiza despliegue territorial y finanzas sólidas para una "transición" con Chile Vamos. Su plan busca limar asperezas con la centroderecha, apuntando a una coalición amplia postelectoral. En un Chile polarizado, Kast representa el bastión conservador, prometiendo orden frente al "caos progresista".