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Kenya y Pupy: el emotivo primer encuentro entre las elefantas argentinas en el santuario de Brasil

Las elefantas africanas Kenya y Pupy, rescatadas de zoológicos argentinos, protagonizaron su primer acercamiento en el Santuario de Mato Grosso. La tensión inicial dio paso a un segundo intento más calmo, que marcó el comienzo de una convivencia en libertad.

 Kenya y Pupy
Kenya y Pupy | instagram

Después de años de vida solitaria en zoológicos argentinos, las elefantas africanas Kenya y Pupy comenzaron a escribir una nueva historia en el Santuario de Elefantes de Mato Grosso, Brasil. Este viernes se dio el primer encuentro entre ambas, un momento tan esperado como complejo, que incluyó desde demostraciones de afecto hasta actitudes dominantes que obligaron a una segunda oportunidad para que la conexión pudiera darse.

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Kenya, que arribó recientemente desde el Ecoparque de Mendoza tras un largo proceso de preparación y adiestramiento con refuerzo positivo, conoció por fin a Pupy, quien había llegado desde Buenos Aires en abril pasado. Ambas habían mostrado interés mutuo a la distancia, pero la interacción cara a cara no fue tan simple.

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 Kenya y Pupy

Durante el primer intento, Kenya se mostró enérgica y dominante, lo que generó un retroceso de Pupy. “Retumbó”, como explican los cuidadores, una forma habitual de comunicación en elefantes africanos que puede sonar intimidante. Pupy, cautelosa, se alejó. Fue entonces cuando Scott Blais, fundador del santuario, intervino: el vínculo necesitaba suavidad, no poder.

En el segundo encuentro, el tono cambió. Kenya fue más cuidadosa, aunque no menos expresiva: usó su trompa para golpear suavemente, emitiendo sonidos característicos, mientras Pupy decidió no huir y observarla a corta distancia. Esa actitud fue interpretada como un gesto de valentía y apertura.

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Según explicaron desde el Global Sanctuary for Elephants, este tipo de interacciones son típicas entre ejemplares africanos, cuya naturaleza es más demostrativa y emocional que la de los asiáticos. La clave del proceso está en que ambas puedan tomar decisiones, sin imposiciones ni encierros, y así construir de forma orgánica un posible vínculo.

“Es un gran primer paso. Nadie se mostró agresiva ni se retiró del todo. Están en un buen punto emocional”, explicaron desde el equipo técnico. El santuario, que se extiende entre 40 y 400 hectáreas de vegetación nativa, está diseñado para que las elefantas puedan convivir con libertad y elegir cómo y cuándo interactuar.