Por primera vez desde el fin de la guerra de Corea, una miembro de la dinastía familiar que gobierna el Norte visitará el Sur. Kim Yo-jong, la joven hermana del líder norcoreano Kim Jong-un, viajará en representación de su país a los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebrarán a partir del viernes en la ciudad surcoreana de Pyeongchang. Su histórica presencia confirma los deseos del régimen comunista de romper su aislamiento internacional y aprovechar la cita deportiva para mostrarle un rostro amigable a Occidente.
Se cree que Kim Yo-jong tiene unos 30 años. Es una figura cada vez más prominente de la elite gobernante norcoreana. El Ministerio de Unificación surcoreano informó que la joven, actual vicedirectora primera del Comité Central del gobernante Partido de los Trabajadores, integrará la delegación encabezada por el líder del Parlamento y jefe de Estado honorífico de Corea del Norte, Kim Yong-nam.
Aunque aún no está confirmado, es factible que la menor de los Kim se reúna con el presidente surcoreano, el liberal Moon Jae-in, a quien le entregaría una carta escrita por su hermano con deseos de que los Juegos sean un éxito y contribuyan a una distensión en las relaciones bilaterales entre ambos países.
Kim Yo-jong fue ascendida en octubre del año pasado a miembro del politburó del Partido, máximo órgano político del país dirigido por su hermano. Hasta entonces, ella era la responsable de las operaciones de propaganda del régimen y de la imagen pública de Kim Jong-un, con quien comenzó a aparecer cada vez con mayor frecuencia en actos públicos. Los dos hermanos, hijos del antiguo líder Kim Jong-il y de su tercera esposa, la bailarina Ko Yong-hui, son muy cercanos. Se cree que Yo-jong es una de las confidentes más íntimas de Jong-un.
En los últimos tiempos, el ascenso político de la joven había sido intepretado como una señal de consolidación de la dinastía Kim en el poder. Pero su presencia en Corea del Sur va incluso más allá: marca su debut en la escena internacional y la proyecta como la figura más destacada del gobierno norcoreano luego de su hermano. Lo cual no es un detalle menor en un régimen con herencia dinástica del poder.
Las tensiones entre Pyongyang y la comunidad internacional se agravaron en 2017, debido a la multiplicación de los ensayos nucleares norcoreanos, que incluyeron una presunta detonación nuclear y disparos de misiles balísticos intercontinentales con capacidad para alcanzar a los Estados Unidos. La escalada verbal entre Kim Jong-un y el presidente estadounidense, Donald Trump, empeoró aún más las circunstancias.
En ese marco, los Juegos Olímpicos de Invierno se convirtieron en una inesperada oportunidad para distender el conflicto en la Península. Tras haber ignorado durante meses la invitación de Seúl para que deportistas norcoreanos participaran en el megaevento, Kim Jong-un finalmente aceptó el convite a fines de 2017, lo que precipitó una serie de reuniones entre negociadores de ambos países para fijar las condiciones de la presencia de la delegación de Corea del Norte.
La “diplomacia olímpica”, similar a la célebre “diplomacia del ping-pong” ensayada en 1971 entre el gobierno estadounidense de Richard Nixon y la China maoísta, habilitó la conformación de un equipo de hockey femenino con deportistas de los dos países; y la posible participación en la ceremonia inaugural de Moranbong, una banda pop norcoreana integrada por veinte mujeres que causa furor en el Norte.
Sin embargo, el anuncio sobre la participación de Kim Yo-jong ha superado todas las expectativas. Ninguna otra figura del régimen norcoreano tiene tanta llegada a Kim Jong-un como ella, por lo que la joven podría ser vista por Seúl y Washington como un puente directo para enviar mensajes al líder del Norte. A diferencia de otros dirigentes que no pertenecen a la familia gobernante, Kim Yo-jong no es sólo una correa de transmisión de las decisiones de su hermano, sino que además tiene influencia en esas decisiones.
Por otro lado, la presentación en sociedad de una mujer joven y fotogénica encaja con la necesidad de Pyongyang de mostrarle al mundo un rostro menos beligerante. Incluso se ha especulado con que uno de los motivos de su presencia en Corea del Sur sería que Donald Trump enviará a los Juegos a su hija Ivanka. Es posible que Kim Jong-un se mueva en “espejo” frente al mandatario estadounidense para equipararse con él.
En cualquier caso, no faltan voces que advierten sobre el riesgo de que la mano tendida del Norte no sea más que una estrategia para ganar tiempo y seguir desarrollando su programa nuclear. Aún si así fuera, la sola presencia de una Kim en el Sur será histórica.