INTERNACIONAL
Cambios que no fueron

La administración Trump no alteró los planes de la OTAN

La nueva administración estadounidense no alteró la estrategia planteada por Obama sobre la Alianza Transatlántica.

Trump Temes
Dibujo de Temes | Pablo Temes

A pesar de los editoriales y sendas notas que encendieron alarmas por una eventual alianza entre Putin y Trump, la nueva administración estadounidense no alteró la estrategia planteada por Obama respecto de la Alianza Transatlántica, y en efecto, no cambió, al menos por ahora, la política exterior hacia Rusia. 

Durante los dos primeros meses de la presidencia del magnate, los países miembros de la OTAN en el corredor este de Europa (de Estonia a Rumania), registraron una intensa actividad militar.  

La sede estadounidense de la OTAN en Alemania, confirmó que 1000 efectivos militares junto a sus vehículos serán desplegados en marzo en Polonia. Se sumarán a los más de 3 mil efectivos de la 3ª Brigada de la 4ª División de Infantería del Ejército de Estados Unidos que comenzó su despliegue semanas atrás en ciudad polaca de Zagan. Durante un caluroso recibimiento de las tropas y varias decenas de tanques y carros blindados, el presidente del país, Andrzej Duda, afirmó que se trataba de un “momento histórico porque se está cambiando el modelo de defensa” en esa parte de Europa. De hecho, se trata del mayor desplazamiento militar en ese país desde los tiempos de la guerra fría. 

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En el Estado vecino de Lituania, el pasado 10 de febrero arribó una decena de tanques Abrams de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos junto con cinco vehículos blindados Bradley, todoterrenos y camiones de transporte militar. Según precisó el sitio de noticias Baltic Times, se trata de la partida de equipamiento más grande desde 2014, y será manejada -durante los ejercicios militares del 2017 en Europa del este- por unos 120 soldados de Estados Unidos. 

La presidenta Lituana, no imagina que este sea un apoyo esporádico ni que la presidencia de Trump reduzca su compromiso con la defensa de su país. Durante la Conferencia de Seguridad de Munich, expresó que espera que “la presencia militar estadounidense en la frontera con Rusia crezca en el futuro”.  

En Letonia, se espera la llegada de un contingente militar español formado por más de 300 efectivos militares, 6 tanques Leopard y 15 carros blindados Pizarro. El despliegue español formará parte de una brigada más grande, liderada por Canadá, que prevé realizar ejercicios entre mayo y junio del 2017. La Ministra de Defensa española, María Dolores Cospedal, confirmó ante el Jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg, que las fuerzas del país llegarían a Letonia a finales de mayo.

Estonia, por su parte, recibió un total de 50 unidades de equipamiento militar estadounidense, entre tanques y carros de combate, a principios de febrero. El personal de dicha unidad arribó para reemplazar a la Compañía de Paracaidistas que estaba en el país desde septiembre de 2016. 

El Estado estonio no esperará un mayor compromiso de la Casa Blanca para reforzarse. El Ministro de Defensa del país anunció durante una entrevista en la televisión nacional que comprarían municiones de largo calibre por 60 millones de euros para “defender al Estado con armas”. Así mismo, precisó que existen proyectos para adquirir artillería pesada.

El más pequeño de los tres bálticos, es uno de los pocos alumnos ejemplares de la OTAN que cumple con la obligación de destinar 2% del PIB a gastos de defensa (en concreto 2.2%). Un compromiso por el que el Vice Presidente de Estados Unidos, Mike Pence, volvió a la carga durante la reciente Conferencia de Seguridad de Munich. 

Estas últimas tres naciones han sido las primeras en encender la alarma sobre el supuesto “apetito imperialista” de Putin después del inicio de la guerra en el Donbás. 

Vladimir Frolov, columnista de Política Exterior de Republic.ru y The Moscow Times, afirma que los bálticos “observan las capacidades militares para una invasión, pero no ven correctamente que Rusia no quiere tomar por la fuerza” esos Estados. El propósito de “Rusia es ‘finlandizar’ los bálticos estando ellos dentro de la OTAN. Lo que quiere es cero despliegue militar en sus territorios y libertad para perseguir su campaña de influencia política y económica en esos países”. 

Los despliegues en el báltico y en Polonia forman parte del nuevo batallón de la OTAN que aprobó la Alianza para desplegar en el este europeo durante el 2017. Se trata de unos 4 mil efectivos militares asistidos por un enorme equipamiento técnico-militar, distribuidos en tres equipos, y liderados por Reino Unido, Estados Unidos, y Alemania. Según anunció Stoltenberg, estarán “en capacidad de combate” en junio de este año.

Al sur de Europa, en el Mar Negro, que baña las costas de Crimea y también las de Rumania, el bloque militar tiene previsto aumentar su presencia militar. Stoltenberg  afirmó durante una reunión del Consejo de Ministros de Defensa que “se reforzarán los componentes naval y terrestre para realizar maniobras y recopilar datos sobre la región”. Antes, el pasado 17, buques de cuatro países miembro del bloque -Canadá, España, Rumania, y Bulgaria- surcaron las aguas de dicho mar en el contexto del operativo “Escudo Marítimo 2017”.

La península anexada en el 2014 es uno de los territorios más sensibles para el Estado ruso. La vocera de la cancillería rusa, María Zajárova, señaló que era un "gran error" pensar que las amenazas para la Alianza Atlántica provinieran del Mar Negro.

A finales del año pasado, Moscú trasladó a Crimea una de las armas más potentes en su arsenal, el S-400 Triumf, un complejo de defensa antiaérea. El mismo que desplegó en Siria después de que Turquía derribara un avión militar ruso en el país árabe.

Putin ha sido elocuente sobre las razones del despliegue de la Alianza. En una reunión de altos cargos del Servicio de Seguridad de Rusia (FSB, exKGB) afirmó: “en la cumbre de la OTAN de julio del 2016 en Varsovia se anunció que Rusia es la amenaza principal de la Alianza y que su contención será una nueva misión de la OTAN para lo cual necesitará seguir ampliándose”.

A pesar de ello, el Kremlin aun conserva la esperanza en un próximo encuentro entre Trump y Putin que relance las relaciones entre ambos países. Quizás por ello, la reacción más álgida tras la toma de posesión de Trump, haya sido lanzar una alerta máxima para las fuerzas militares del Distrito Militar Oeste ruso, que comprende a las regiones de San Petersburgo, Pskov, Nóvgorod y Carelia, fronterizas con las naciones del Báltico; y anunciar que dicho Distrito recibiría 4 unidades del S-400 Triumf a lo largo del año en curso.  

Al margen del despliegue de los S-400, los ejercicios militares sorpresa del Ejército de Rusia se han vuelto casi rutinarios desde la guerra en el sur este de Ucrania.

Según apunta Frolov, la prioridad de Moscú está en que Trump “congele o cancele el despliegue del sistema de defensa de misiles europeos, que al parecer está bajo consideración” de la Casa Blanca. El objetivo de fondo es de larga data, Rusia “espera ser tratado como un equivalente y que se preste atención a los intereses de Rusia en la exUnión Soviética, además de que (Washington) no se ocupe de promover la democracia o los cambios de regímenes” en las antiguas repúblicas.