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La bronca de los votantes del premier conservador

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Star Wars. Una imagen de una fiesta reservada anterior de Johnson, cuando era alcalde de Londres. | cedoc

¿Volvería a votar por Boris Johnson? “Me lo pensaré dos veces”, contestan muchos electores de la circunscripción londinense del primer ministro británico, entre la resignación, la decepción y el enojo por la acumulación de escándalos del controvertido líder conservador.

“Es arrogante. El hombre no tiene vergüenza. No se puede creer ni una palabra de lo que dice”, afirma Daniel Hoares, de 67 años, en la salida de la estación de tren de Uxbridge, un suburbio del oeste de Londres. 

En las elecciones generales de 2019, los 70 mil electores de esta circunscripción votaron en un 52,6% por Johnson, eligiéndolo como su diputado por 7 mil votos de diferencia sobre su oponente laborista.  

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Desde entonces, el ánimo ha cambiado. ¿El motivo del enojo? Un nuevo escándalo que involucra al primer ministro, cuya residencia oficial acogió varias fiestas durante los confinamientos de 2020 contra el coronavirus, mientras los británicos veían sus interacciones sociales impedidas por ley.  

A pesar de las disculpas ante el Parlamento y la reina –ya que dos de las fiestas se celebraron en la víspera del funeral de su marido Felipe–, a la opinión pública le cuesta seguir tragando.

“Decepcionado pero no sorprendido”. “Es absolutamente repugnante que quien se supone es el líder rompa sus propias reglas”, sentencia Keith Kelly. “Es despreciable, una vergüenza para la democracia”, agrega este pensionista sin afiliación política. “Uno espera que su diputado esté a la altura de ciertas normas. En ese sentido, estoy decepcionado”, pero “no sorprendido”, asegura.  

“Aunque es horrible, la gente esperaba algo así de Boris Johnson porque pone el listón tan bajo que tropieza todo el tiempo”, dice. Pero a Kelly no le sorprendería que volviese a ganar en las próximas legislativas, previstas para 2024, porque los electores “se encogen de hombros y simplemente dicen ‘bueno, es Boris’”.  

Entre los votantes conservadores, la situación provoca malestar. Algunos, como Rima Zantout, no creen que Johnson “deba ser castigado”, e incluso hablan de una “conspiración” para hacerlo caer. “No se puede juzgar a la gente por tan poca cosa”, considera esta ama de casa de 56 años, “no es un drama”. Otros, como John Taylor, no saben qué pensar. Johnson “defraudó a la gente que sufría de covid, que tenía a sus seres queridos en el hospital”, dice este octogenario que votó por él en 2019. “Pero por otro lado, está haciendo un trabajo muy difícil y lo está haciendo bien”.  

“Lo que hizo estuvo mal pero tampoco es una tragedia”, resume este ex bibliotecario, en el cruce de una callejuela histórica con un moderno centro comercial.  

“Es una decepción para los que confiaban en él”, estima Veronika Machu. “Todo el mundo hablaba de ello cuando saltó” el primer escándalo por una fiesta durante el confinamiento a la que poco a poco se han ido sumando muchas otras, hasta una quincena.

“Y tras la decepción vino la rabia” contra este político “demasiado seguro de sí mismo”, que se cree “por encima de todos” y piensa que “nada puede afectarlo”, añade esta conservadora convencida bajo un frío sol de enero. En opinión de esta empleada con licencia por maternidad, Johnson no dimitirá, “seguirá diciendo que lo siente” y creará una distracción para “barrer rápidamente esto bajo la alfombra”.  

“Me lo pensaré dos veces” antes de volver a votar por él, dice Machu. “Es un líder fuerte, no hay duda de ello. Pero me pregunto si es la persona adecuada para estar en el poder”. Taylor cree que el primer ministro debería dimitir, pero dice “no ver a nadie para ocupar su lugar”. Ni siquiera el ministro de Finanzas, Rishi Sunak, o la ministra de Relaciones Exteriores, Liz Truss, a la que se está presionando para que suceda a Johnson. “Simplemente no tienen las mismas habilidades que Boris, afirma. Es el mejor, aunque se salga de lo establecido”.