Las chances de un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea para este año tienden, definitivamente, a cero. Y quien frustra las expectativas del presidente Lula da Silva, aunque también del argentino Javier Milei, es el francés Emmanuel Macron. Fragilizado por las manifestaciones de los campesinos, que sufren por el aumento de costos energéticos y enfrentan importaciones baratas, el gobernante parisino instó a la Comisión Europea a abandonar las negociaciones de más de dos décadas. Según uno de sus asesores, son las grandes manifestaciones protagonizadas por los productores rurales, con repercusiones en Alemania y Polonia, se torna absolutamente improbable continuar con las discusiones”.
El propio vocero de la CE, Eric Mamer, admitió que “no hay condiciones para concluir el tratado”. Sostuvo que, de cualquier manera, irán a continuar las reuniones técnicas entre ambos bloques, que se reunieron la semana pasada en Brasilia. Pero completó: “Es demasiado prematuro para anunciar una fecha para el próximo encuentro”. De hecho, quiénes tendrían “muy buenos” beneficios en un pacto europeo-sudamericano son las grandes economías de Europa. Si ese tratado llega a buen puerto, la UE obtendrá acuerdos con un 94% del PBI de América Latina, comparado con un 44% de Estados Unidos y 14% de China. Esto convertiría a la Unión Europea en una potencia mundial con mayor presencia y vínculos más profundos en Sudamérica.
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Eso explica que varias naciones europeas apoyen una rápida alianza con Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia. Representaría, de concretarse, una reducción de aranceles que llevaría a la UE a diversificar su comercio y disminuir su dependencia de China. Así lo entiende Berlín que, según su Ministerio de Economía “continúa con firmeza su compromiso con el Mercosur”; así se lo demanda enfrentar a la industria automotriz china que gana cada vez más mercado dentro de los mercados sudamericanos.
Pero en el Palacio del Eliseo tienen preocupaciones más inmediatas: hay bloqueo de tractores en las entradas de las principales ciudades francesas, incluida la capital. Eso obligó a Macron a ratificar que su gobierno se opone definitivamente a cualquier ensamble de libre comercio con el bloque del Mercosur, habida cuenta de la competencia que implicarían Brasil y Argentina en el terreno agrícola.
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Este lunes 29, un asesor de Macron, precisó que la UE “orientó sus acciones a cerrar las discusiones en curso”; y recordó que fue suspendido el viaje del vicepresidente de la Comisión Europea Valdis Dombrovski a Brasil. El boicot francés es, en ese sentido, irremediable ya que cualquier acuerdo requiere la aprobación de los 27 países europeos y de los respectivos parlamentos. Contrasta, sin duda, con la postura argentina, entusiasmada con un tratado de libertad comercial.También diverge de la posición de Brasil, que tiene ya en estado muy avanzado el desarrollo de una plataforma de datos, que le permitirá comprobar que los productos cárnicos que exporta no proceden de áreas amazónicas desforestadas.
Las complicaciones electorales en la UE impedirán, también, que progresen las negociaciones entre la Comisión Europea y el bloque sureño. En junio habrá elecciones para el Parlamento Europeo y todo indica, de acuerdo con las pesquisas, que la tendencia es a un crecimiento sustancial de la extrema derecha del Viejo Continente. A partir de esta instancia, se definirán también las nuevas autoridades: el presidente de la CE y los comisarios.
En 2019 dos presidentes cantaban victoria: el argentino Mauricio Macri y el brasileño Jair Bolsonaro. Ambos sellaron el pacto en Buenos Aires con la presencia de los grandes jerarcas de la UE. Pero semejante tratado no resultó conveniente para posteriores gestiones de Argentina y de Brasil, especialmente porque los europeos incluyeron una cláusula de penalización, a ser aplicada contra los productores brasileños por, precisamente,la cuestión ambiental. Estaba directamente relacionada con la prohibición al ingreso de carnes bovinas brasileñas en los mercados europeos.
