Días atrás, Oracle, la filial española de la empresa de tecnologías de Estados Unidos, anunció que presentaría a los sindicatos un ERE (Expediente de Regulación de Empleo), un eufemismo técnico para comunicar una reducción de su plantilla, que en este caso alcanza al 15% y representa el despido de 252 personas.
La información tomó de sorpresa a los sindicatos que no encuentran justificación en la medida. Según Unión General de Trabajadores (UGT), Oracle España presentó beneficios netos por 4,45 millones de euros durante el 2016.
Sin embargo, esta dinámica no debería sorprender ni al sindicato ni a los empleados y menos, claro, a las empresas. Desde el 2014, la economía española crece de forma sostenida. 1,3% del Producto Bruto Interno (PBI) en el 2014, por encima del 3% en 2015 y 2016.
Una performance envidiable, no solo para países como Argentina, sino también para los propios socios europeos, donde la media de crecimiento anual es apenas del 1% del PBI (Francia registró 1,18 de crecimiento anual en 2016, mientras que Italia arañó un 0,88%).
Pero el tren económico español avanza por caminos distintos y velocidades diferentes si se compara la macroeconomía con las condiciones de los trabajadores. Mientras que para el 2017, el Ministro de Economía, Luis de Guindos, proyecta un alza por encima del 3%, el desempleo sigue situado en la altísima cifra de 20%, con el desempleo juvenil y el subempleo liderando los registros en toda la Unión Europea, a excepción de Grecia que presenta cifras similares.
Lo que sucedió en el primer semestre del año en curso constituye un buen ejemplo de la precariedad laboral, y lo poco que se derrama el crecimiento económico en los bolsillos. Aunque se firmaron 10,5 millones de contratos, 9,5 millones fueron temporales, y 2,7 millones fueron por el lapso de una semana.
Si se considera solo el pasado mes de junio, esta característica se acentúa. Se firmaron 2.089.520 contratos temporales, y tan solo 166.462 de carácter indefinido. Un escenario que se explica, además, por la llegada del verano europeo, en el que España pica en punta y las vacantes de empleo para hotelería, servicios y gastronomía se disparan.
“En el momento en que se desmantela la negociación colectiva por sector, y las empresas puedan negociar de forma individual, eso se traduce en una menor capacidad de poder distribuir ganancias”, dice Alberto Montero, portavoz de Economía del partido Podemos en el parlamento español.
“Las posibilidades de trasladar las ganancias macro a lo micro se concretan en el mercado laboral, y al desmantelar las negociaciones colectivas se pierde esa posibilidad”.
Montero se refiere a la reforma laboral que impulsó el presidente del Gobierno Español, Mariano Rajoy, en el 2012, por el cual las empresas pueden prescindir de lo acordado a nivel sectorial, y que Podemos intentará modificar junto a las fuerzas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), tras el reciente triunfo del exSecretario General, Pedro Sánchez.
“Creo que hay margen para que las fuerzas progresistas trabajen en otro marco (laboral), y es necesario porque sino el crecimiento español será de muy poco recorrido” afirma Montero. “Esta tarde hay una reunión entre los equipos de Podemos y PSOE para ver qué posibilidades hay de trabajar en esa dirección”.
Mientras tanto, en el gobierno solo expresan optimismo. De Guindos anticipó que el crecimiento económico y del empleo en el segundo trimestre será “histórico”. De ser así, en cualquier caso, la meta es desafiante. Todavía existen 3.362.811 de personas sin empleo. En cuanto a los jóvenes, no solo son los que más sufren la falta de trabajo, sino también los que cuentan con salarios más bajos.
Según la Encuesta de Estructura Salarial publicada por el Instituto Nacional de Estadística del país ibérico, los menores de 20 años, en promedio, durante el 2015 ganaron 7,526 euros; en tanto que, aquellos en la franja entre 20 y 24 años obtuvieron 11,228,51. Con estas cifras, este sector de la sociedad ni siquiera puede apuntar al triste título de “mileurista” (mil euros por mes).
El portavoz de Economía de Podemos concentra su explicación en la pérdida de las negociaciones colectivas, pero también apunta a la “progresiva robotización” y la “nueva tecnología (adoptada por las empresas) que es expulsora” de la mano de obra.
Un escenario que empieza a debatirse en Europa y que los gobiernos deberán asumir tarde o temprano. Por caso, el presidente Rajoy anunció recientemente un plan de inversión en carreteras que, según sus previsiones, generará más de 180.000 empleos. Lo que no ha especificado es si esos puestos servirán a una mayoría de jóvenes universitarios que aspira a tener contratos indefinidos y salarios de calidad.