El longevo líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, ha enfrentado un sinfín de momentos críticos al frente de la República Islámica, pero el conflicto abierto con Israel representa su prueba más difícil, ya que amenaza tanto el sistema político que dirige como su integridad física.
Jamenei sucedió al ayatolá Ruhollah Jomeini en 1989, y desde entonces ha eludido sanciones, tensiones internacionales y protestas reprimidas con sangre, las últimas de ellas en 2022-2023, contra la política del velo impuesto a las mujeres.
Dada su avanzada edad, 86 años, la cuestión sucesoria lleva presente un tiempo en la escena política iraní.
“Jamenei está en el ocaso de su reinado, con 86 años que tiene, y buena parte del mando diario del régimen ya no está en sus manos sino en las de una serie de facciones pendientes de lo que ocurra en un futuro”, explica Arash Azizi, de la Universidad de Boston.
“Este proceso ya estaba en camino, y la guerra actual no hace más que acelerarlo”, señala el especialista en declaraciones a AFP.
Israel está dispuesto a atentar contra el líder religioso, pero el gobierno de Donald Trump se opone, momentáneamente. “Haremos lo que tengamos que hacer, y creo que Estados Unidos sabe lo que es bueno para Estados Unidos”, afirmó el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
El dilema. Jamenei, un veterano de la guerra contra Irak (1980-1988), no viajó al extranjero desde que asumió el cargo, hace 36 años, y en 1981 sobrevivió a un intento de asesinato, que le dejó el brazo derecho paralizado.
Un grupo opositor, nacionalista, le colocó una bomba en un grabador durante un discurso de oración. Resultaron dañados su brazo, pulmones y cuerdas vocales. Cualquiera de sus movimientos está envuelto de secretismo y un importante dispositivo de seguridad.
“Es posible que Israel tenga su propio plan de cambio de régimen, o bien apoyando un golpe dentro del mismo, o bien matando al más alto nivel con la esperanza de que eso lleve a un cambio fundamental de postura respecto a Israel o a algo parecido a un cambio de régimen”, explica Azizi.
Karim Sadjadpour, del Carnegie Endowmentfor International Peace, comenta que Jamenei parece haberse autoimpuesto un difícil dilema. Y cree que carece de “la agudeza física y cognitiva necesaria para conducir a Irán en una guerra con alto componente tecnológico”. “Una respuesta débil a Israel disminuiría aún más su autoridad. Y una respuesta fuerte podría poner en riesgo su supervivencia y la de su régimen”, apunta.
Giro de guion. Durante décadas, Jamenei logró mantener el país a salvo de conflictos directos, al tiempo que su régimen patrocinó a los enemigos de Israel –el Hamas palestino, el Hezbollah libanés, los hutíes de Yemen– y al régimen sirio del clan Assad, derrocado el pasado diciembre por una coalición de grupos islamistas.
Pero con los socios de Irán debilitados por Israel desde que empezó la guerra en Gaza, en 2023, y los actuales ataques del Estado hebreo, esa situación ha cambiado por completo.
“Desde que asumió el liderazgo supremo, en 1989, se enorgullece de haber alejado los conflictos de las fronteras de Irán”, comenta Jason Brodsky, de la organización UnitedAgainst Nuclear Iran (UANI), con sede en Estados Unidos. “Así que Jamenei ha cometido un gran error de cálculo”, añade.
Lo que está ocurriendo en este momento “se está produciendo a una velocidad que amenaza con sobrepasar la capacidad de Teherán”, destaca.
La campaña militar de Israel de estos días logró eliminar al líder de los Guardianes de la Revolución, al jefe del Estado Mayor del ejército y a varios científicos nucleares, y golpeó instalaciones de su programa atómico y sitios militares, lo que debilitó al régimen islámico.
La ofensiva israelí tomó por sorpresa a la dirigencia iraní, tras años de penurias económicas debidas a las sanciones internacionales impuestas al hilo del programa nuclear.
“Muchos iraníes quieren que termine la república islámica. Pero la mayoría no quiere que esto se logre a costa de sangre y guerra”, matiza HollyDagres, asociado senior del Washington Institute.
La oposición, dividida. En su entrevista con Fox News, Netanyahu sugirió que el “cambio de régimen” podría ser el resultado de la campaña militar israelí, e insistió en que serán los iraníes quienes decidan la suerte de su gobierno.
“Ese podría ser efectivamente el resultado, porque el régimen iraní es muy débil”, declaró Netanyahu, afirmando que el 80% de la población está en contra del gobierno de los ayatolás.
La oposición iraní está muy dividida, dentro y fuera del país. Reza Pahlavi, hijo del último sha, depuesto por la revolución islámica en 1979, y una destacada figura opositora en el exilio, ha animado a los iraníes: “Manténganse fuertes y venceremos”. Por el momento no se han reportado protestas masivas contra el gobierno. Azizi llama a la cautela: “La idea de que todo esto termine con un levantamiento popular que propicie un cambio de régimen o le entregue el poder a alguien de la oposición en el extranjero no tiene ninguna base”.