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Redes sociales

La guerra de Washington contra TikTok: espionaje, mierdificación y negocios

A mediados de marzo, la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos aprobó con una demoledora mayoría de 352-65 la ley que puede terminar en la prohibición de TikTok en el país norteamericano.

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TikTok, en medio de la guerra entre Pekín y Washington | May Gauthier

El congresista que presentó la ley anti-TikTok, el republicano Mike Gallagher, un republicano de Wisconsin, explicó sin ponerse colorado las razones de su iniciativa: detrás de la red de videos existe "una campaña para manipular y movilizar a los ciudadanos estadounidenses en nombre del Partido Comunista Chino". Suena risueño, sí, pero Gallagher consiguió que su proyecto de ley obtuviera el apoyo casi unánime de republicanos y demócratas. (En total, 197 legisladores republicanos votaron a favor y quince en contra, frente a 155 demócratas que apoyaron y cincuenta que rechazaron la propuesta). Ahora, el texto pasó al Senado, donde su aprobación es menos segura

Detrás de la red social Tik Tok existe una campaña para manipular y movilizar a los ciudadanos estadounidenses en nombre del Partido Comunista Chino", según dijo el republicano Mike Gallagher.

Red social de vídeos Tik tok

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TikTok tiene nada menos que 170 millones de usuarios solamente en Estados Unidos. Según un ranking preparado por Statista, Facebook, que fue creada por Mark Zuckerberg en 2004 (¡sí! ¡hace veinte años!), sigue estando al tope de las redes sociales más usadas de todo el mundo con algo más de 3.000 millones de usuarios mensuales promedio en lo que va de 2024, seguida por YouTube con 2.491 millones. El tercer puesto del podio lo comparten Instagram y el servicio de mensajería WhatsApp, con 2.000 millones de usuarios mensuales y atrás llega TikTok, que se lanzó en 2016, con 1.562 millones.

Si todos los millones de seguidores de TikTok se volcaran al comunismo, como teme el representante de Wisconsin, seguramente sería un problema para Estados Unidos. Pero lo que vende realmente la red social desarrollada por ByteDance es apenas más superficialidad en la forma de videos que aspiran a ser virales mostrando gente durmiendo, chicas en bikini, gatos en diversas situaciones cómicas, comida, consejos de tarotistas y mucha, pero mucha desinformación política. 

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Bochen Han, la corresponsal en Washington del South China Morning Post, un importante diario en inglés de Hong Kong, pero propiedad del grupo chino Alibaba, hizo notar en su cobertura de la discusión del proyecto de ley que, según los legisladores que votaron en contra, "las amenazas que plantea TikTok son más hipotéticas que demostradas".

Que muchos congresistas "se estén esforzando por demostrar qué tan duros son con China" no tiene que significar "comprometer la Carta de Derechos de Estados Unidos o la primera enmienda" de la Constitución, que protege, entre otras, la libertad de expresión, señaló el demócrata Jim Himes, de Connecticut, que votó en contra del proyecto de ley.

Para Han, la votación "sugiere un prisma más amplio que el simple pro o anti-China", que se extiende a la libertad de expresión y, quizás, también de negocios. 

¿Por qué si no apuntar hacia un flanco de TikTok que, al fin y al cabo no es excluyente? Es cierto que, tal como demostró el ataque del 8 de enero de 2021 sobre el Capitolio, en Washington, se puede fogonear una revuelta a través de las redes sociales (en aquel caso, por extremistas de derecha con el guiño del entonces presidente saliente, Donald Trump). Pero eso no tiene nada que ver con el hecho de que los dueños del canal sean chinos o norteamericanos. 

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"La mayoría de las preocupaciones actuales en torno a TikTok se deben, en última instancia, a la conexión de la aplicación con China", señaló un artículo del portal Pirg.org, que forma parte de la cadena de grupos de defensa del consumidor Public Interest Network. "A muchos funcionarios gubernamentales y usuarios les preocupa que el gobierno chino pueda usar la aplicación para acceder a información confidencial sobre los usuarios, como su ubicación, y utilizar dichos datos de manera secreta o dañina", repasó la nota. 

"En este momento, sin embargo, el gobierno chino no necesitaría depender de TikTok para obtener acceso a la información personal de los estadounidenses", desafío el artículo preparado por dirigentes de la campaña Don't Sell My Data. Los líderes de Pekín "podrían simplemente comprarlos a intermediarios de datos: empresas oscuras y no reguladas que se especializan en adquirior, agregar y vender datos personales de los consumidores", completó el razonamiento.

El gobierno chino no necesitaría depender de TikTok para obtener acceso a la información personal de los estadounidenses.

En cambio, en un artículo para The Conversation, el investigador Shaomin Li, profesor de la Universidad de Old Dominion, en el estado norteamericano de Virginia, y experto en los negocios de China Inc., recordó que en el gigante asiático existe una Ley Nacional de Inteligencia que concede "amplios poderes a las agencias de espionaje del país y obliga a las empresas" a ayudarlas en sus esfuerzos.

Li dijo que, por esa razón, "a algunos legisladores" en Washington "les preocupa que ByteDance pueda verse obligado a entregar datos privados de los estadounidenses" al gobierno chino. "TikTok niega que este sea el caso -apuntó-. Sin embargo, archivos filtrados recientemente de I-Soon, una empresa china de hacking, revelan que la colusión público-privada en el intercambio de datos es común en China".

"Por eso no me convence el argumento de TikTok de que los datos de los usuarios estadounidenses están seguros porque están almacenados fuera de China, en Estados Unidos, Malasia y Singapur. Tampoco creo que sea relevante si el partido tiene miembros en la junta directiva de ByteDance o da órdenes explícitas a TikTok", escribió Li. "Independientemente de si ByteDance tiene vínculos formales con el partido, habrá un entendimiento tácito de que la dirección trabaja para dos jefes: los inversores de la empresa y, lo que es más importante, sus supervisores políticos que representan al partido", agregó. 

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"Pero lo más importante -completó- es que cuando los intereses de los dos patrones entran en conflicto, el partido triunfa".
Agregando más confusión a esta historia, es oportuno recordar que el CEO de TikTok, Shou Zi Chew, no es originario de China sino de Singapur, que estudió en el University College de Londres y en Harvard y que hizo una pasantía en Facebook cuando era todavía una startup. Eso sí, después fue CFO (director de Finanzas) del gigante chino de la telefonía celular Xiaomi antes de pasarse a ByteDance.

La saga de TikTok versus el gobierno de Estados Unidos (el presidente Biden dijo que si el proyecto de ley es aprobado por todo el Congreso y llega a su escritorio en la Casa Blanca lo firmará sin dudarlo) sigue causando un vendaval de debate sobre libertad de expresión en el país norteamericano y alrededor del mundo. Pero es solamente una parte del problema. La otra parte que es bueno no olvidar es que, más allá de la nacionalidad de sus dueños, TikTok es posiblemente el ejemplo más claro de la "mierdificación" de internet, tal como la describió el profesor canadiense británico Cory Doctorow, un experto en irrupción, auge y caída de redes sociales. 

Doctorow acunó el término enshittification (mierdificación) para explicar lo que también se llama "decadencia de plataformas" (platform decay, en inglés). Es el proceso por el cual gigantes como Amazon, Google o Facebook (y también TikTok) nos tienen atrapados en sus plataformas y se pueden dar el lujo de convertir la experiencia de usuario en una pesadilla porque... no tenemos adonde ir. 

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Piense el lector o la lectora en las razones por las cuales no manda al diablo a Facebook, la red social favorita de las primeras generaciones que accedieron a este tipo de plataformas, es decir, los internautas más mayorcitos. Si se sale de la red, ¿cómo hará para seguir compartiendo fotos de sus perritos con los familiares que viven en el exterior? ¿Y los amigos de la primaria que reencontró cuando se registró en Facebook? ¿Dónde podrían reunirse otra vez? ¿Y esa lista de favoritos en Amazon? ¿Quién puede saber mejor que yo cuáles son las cosas que necesito comprar sino Alexa? Y así sucesivamente. 

Los internautas más jóvenes, que ni siquiera conocen Facebook o se escaparon hace tiempo para que sus padres no comenten en sus fotos, crecieron en la nueva cultura de los videos virales. En un primer momento, eran breves clips de alguna tontería que no podíamos dejar de mirar. Ahora, trolls y agencias de por medio, son verdaderos ejércitos de formación y confrontación política. También los usan las grandes corporaciones para hacernos comprar lo que no sabíamos que teníamos que comprar. Y, lo más preocupante de todo, en especial en TikTok, para difundir desinformación y odio, en medio de mucha basura y ruido visual.

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En una columna que publicó esta semana en Pluralistic.net, Doctorow dejó picando que, si las fuerzas de los tiempos generacionales hacen lo suyo, quizás ni siquiera haya que preocuparse por TikTok, que pronto podría convertirse en un dinosaurio al estilo Facebook, donde el feed ya está básicamente controlado por los algoritmos de Zuckerman y las necesidades de los anunciantes. 

"Si eres un chico de la Generación Z en Tiktok, experimentas la misma mierdificación que tus mayores Millennials" pero también "experimentas un costo adicional por quedarte: a medida que las figuras de autoridad adultas que llegan tarde se vuelven más fluidas en la plataforma, son más capaces de observar tu uso de la misma y castigarte por una conducta con la que solías salirte con la tuya". ¿Se entiende? TikTok ya no es, para los chicos y chicas de la Generación Z, un lugar de libertad. 

Y esos miembros de la Generación Z, un target clave para los que hacen negocios en TikTok, podrían irse en masa a otras redes (como ocurrió cuando Facebook mató a MySpace) sin mayores problemas: sus "amigos" online son los mismos amigos a los que ve todos los días en la escuela, es solamente cuestión de decirles: "nos vamos a Twitch o a Mastodon". 

O se pueden pasar a Lemon8, un nuevo paraíso para influencers que apunta a la Generación Z, con millones de downloads en Estados Unidos desde que se lanzó en 2020 y un crecimiento global del 160 por ciento en la segunda mitad de 2023. A diferencia de TikTok permite subir videos y también fotos. ¡Ah! Y su dueño es también ByteDance.