Antes de que se reuniera con el fallecido líder norcoreano Kim Jong il, a "Venus negra", un espía del Sur, le pidieron que se acicalara. Lo que ignoraban sus anfitriones es que el espía llevaba escondida una minúscula grabadora en su uretra. Pocos espías lograron alcanzar las altas esferas de un Estado enemigo. Park Chae-seo lo consiguió en los años 1990 haciéndose pasar por un exoficial del ejército surcoreano desilusionado, un hombre de negocios que rodaba anuncios en lugares pintorescos del norte. Un libro y una película cuentan ahora su historia.
En un contexto de distensión en la península dividida, "El espía que se fue al Norte" se ha convertido en un éxito tan arrollador, que atrajo a cinco millones de espectadores en tres semanas, un 10% de la población surcoreana.
"Era extremadamente estresante ser un espía", cuenta Park, de 64 años, a la AFP. "Me arriesgaba a ser desenmascarado al más mínimo error, como un lapsus estúpido", dijo. Pero, a diferencia de otros espías norcoreanos enviados al Sur, no le dieron ninguna píldora para suicidarse en caso de ser capturado. "Nos formaban para suicidarnos con nuestras propias manos" gracias a "algunos puntos críticos del cuerpo", explica.
"Venus negra" empezó su carrera en la inteligencia militar en 1990, con la misión de investigar sobre el incipiente programa nuclear de Pyongyang. Entabló amistad con un físico nuclear chino de origen coreano que, a cambio de un millón de dólares, le contó que Corea del Norte había adquirido dos armas nucleares de poca potencia. En 1995, ya en los servicios de inteligencia surcoreano y le dieron el seudónimo de "Venus Negra". Fue destinado a Pekín como empleado de una empresa surcoreana de importación de productos que hacía pasar por bienes norcoreanos exentos de tasas, lo que le permitió formar una red de contactos en Corea del Norte.
En 1995, ya en los servicios de inteligencia surcoreano y le dieron el seudónimo de "Venus Negra".
También logró acercarse a responsables del régimen de Pyongyang gracias al pago de sobornos. Regalaba, por ejemplo, falsos relojes Rolex al jefe del espionaje norcoreano en cada una de sus visitas a Pekín. Así Park Chae-seo logró destacarse cuando facilitó la liberación de un sobrino de Jang Song Thaek -el influyente tío del líder actual Kim Jong Un-, que estaba detenido en China, y ayudó a reembolsar su deuda de 160.000 dólares a empresarios chinos.
La familia de Jang Song Thaek, que fue ejecutado por traición en 2013, lo invitó a Pyongyang para agradecerle sus favores. Así la agencia publicitaria de Park cerró un contrato de cuatro millones de dólares con un organismo turístico norcoreano para filmar anuncios en el monte Paektu, cuna espiritual de Corea del Norte, o en el monte Kumgang. Cuando el régimen del Norte necesitaba dinero a raíz de la disolución de su principal acreedor, la URSS, el espía ayudaba a miembros de la familia Kim a vender objetos antiguos de porcelana china a surcoreanos ricos.
En 1997, tras varios viajes al Norte, lo condujeron hasta la Casa de Huéspedes Paekhwawon de Pyongyang, donde Kim Jong il trabajaba de noche, como siempre. Allí se entrevistó con el líder durante media hora. Llevaba una grabadora oculta en la uretra.
El dirigente norcoreano, acompañado de un alto funcionario de inteligencia, ni siquiera le estrechó la mano a su visitante. "Su voz estaba un poco ronca", recuerda "Venus Negra". La entrevista se centró en la venta de porcelanas. "Estaba bastante aliviado porque eso significaba que había logrado una confianza total por parte del Norte", dice. El líder norcoreano mostró también mucho interés por las presidenciales surcoreanas. Los años electorales en Corea del Sur suelen dar lugar a crisis militares transfronterizas que los conservadores aprovechan para convencer a los electores indecisos, un fenómeno llamado "viento del Norte".
A menos de tres semanas de las presidenciales de 1987, agentes norcoreanos hicieron explotar un avión de Korean Air que sobrevolaba el mar de Andamán, causando 115 muertos. Antes de las elecciones presidenciales de 1997, responsables norcoreanos declararon a Park que tres aliados del candidato conservador surcoreano Lee Hoi-chang les habían pedido llevar a cabo un ataque armado. En una habitación de hotel de Pekín, "vi con mis propios ojos a los norcoreanos contando fajos de billetes que habían recibido de los surcoreanos" a cambio de un ataque. "Había 36 fajos de 100.000 dólares cada uno", esto es, 3,6 millones de dólares.
Kim Jong il trabajaba de noche, como siempre, allí se entrevistó con el líder durante media hora,llevaba una grabadora oculta en la uretra.
El espía reveló el complot a sus jefes de los servicios de inteligencia y al entorno del candidato opositor Kim Dae-jung, que hizo público el caso. El ataque no tuvo lugar y Kim Dae-jung ganó las elecciones. El trío de conservadores fue condenado por vulnerar la ley de seguridad nacional, que prohíbe cualquier contacto con el Norte. Pero la justicia los absolvió en un juicio en apelación, ya que el espía se negó a testificar contra ellos. Los servicios de inteligencia despidieron a Park después de que se desvelara su identidad, y el exespía volvió a China, donde dedicó la mayor parte de su tiempo a jugar al golf.
Tras el regreso de los conservadores al poder y el nombramiento de un nuevo jefe del espionaje, Park fue detenido en Seúl en 2010 y condenado por haber entregado información clasificada a Pyongyang. El repite que solo transmitió datos insignificantes para ganarse la confianza de los norcoreanos. "Me tuvieron seis años en aislamiento", acusa Park. Si la situación geopolítica vuelve a cambiar y él se encuentra de nuevo en el lado malo de la barrera, Park afirma contar con una baza que no tuvo tiempo de utilizar en 2010: la grabación de sus entrevistas con Kim Jong Il, Jang Song Thaek y otros altos cargos del régimen norcoreano. Están a buen recaudo, "en algún lugar de un país extranjero", asegura.
AFP/ H.B.