INTERNACIONAL
BODA REAL BRITNICA

La "jaula de oro" en la que entró Kate Middleton

Su vida deberá ajustarse a estrictas normas. Galería.

Los novios en la Abadía de Westminster
| AFP

Una jaula de oro: ninguna frase puede resumir con tanta claridad la forma de vida que de ahora en más llevará la universitaria Kate Middleton. Ahora que forma parte de la monarquía de más prestigio y trascendencia mundial, tendrá palacios, joyas, vestidos, viajes y demás privilegios, pero no verá todo de color de rosa.

Como dijo el rey Jorge VI, “los Windsor no son una familia, sino una empresa”. Por eso, detrás de la fachada de “glamour” y poder se esconde un buen número de obligaciones y prohibiciones a las que Catherine deberá ajustarse si quiere que si paso por el Palacio de Buckingham sea exitoso.

Sabe ella, por ejemplo, que en caso de divorcio nunca podrá disfrutar de “tenencia a tiempo completo” de ellos. Los niños deberán ser educados dentro de la religión oficial del país, la anglicana. La muchacha ya no será llamada “Kate” en ningún ámbito oficial. Desde el viernes es conocida oficialmente como “Su Alteza Real la Duquesa de Cambridge”, aunque se la podrá llamar “madame” o “Catherine”, y tendrá que saludar con una reverencia a la reina, a Camilla Parker-Bowles y a varios miembros de la Familia Real.

Es preferible que no trabaje profesionalmente, aunque no está prohibido. Los Windsor tratan que el trabajo no interfiera con los intereses del país, ni opaquen el prestigio de la Corona. La esposa del príncipe Eduardo trabajó un tiempo en su compañía de Relaciones Públicas, pero lo dejó todo cuando vio que su posición como nuera de la reina estaba influyendo en sus negocios.

Kate se debe de ahora en más al público. Tiene que resignarse a que los diarios y la TV hablen siempre de su vida privada; nunca podrá huir de los fotógrafos ni taparse el rostro. Tampoco puede hablar a la prensa directamente, ni hacer comentarios que tengan que ver con asuntos políticos o diplomáticos. Tampoco podrá votar, porque la Familia Real tiene que mantenerse al margen del juego político.

La duquesa tiene prohibido firmar cualquier papel, para evitar que su firma sea copiada o falsificada. Se permiten autógrafos, pero mejor evitarlos. Aparte, y especialmente en público, siempre deberá saludar con una reverencia a todos los miembros de la familia. Nunca podrá salir a la calle sin compañía de un asistente y al menos un guardaespaldas y su agenda oficial debe anteponerse a todos los planes que tenga en su vida privada, incluso visitar a sus padres.

Existen también algunas “reglas” ampliamente comentadas por la prensa y el público, que rozan la ridiculez. Por ejemplo, se dice que nunca más podrá comer mariscos aunque ese rumor se debe a que la reina Isabel II no come mariscos, ajo, ni comidas picantes. También se cuenta que nunca más podrá jugar “Monopoly” sólo porque una vez, hace unos años, el príncipe Andrés dijo que en su casa está prohibido ese juego ya que “se convierte en un vicio”.

Está claro que esas reglas responden al gusto personal de cada miembro de la familia y no deberían influir en la vida privada de los duques de Cambridge. A estas alturas todo el mundo sabe que Guillermo y Catherine no son “una pareja más” de la monarquía. Juntos se proponen -con respeto hacia la historia y las costumbres inglesas- modernizar y romper viejos moldes monárquicos para mostrar una Corte con los pies en la tierra.

Vea las fotos de la fastuosa boda entre Kate Middleton y el príncipe William.

(*) especial para Perfil.com.
Twitter: @DariusBaires