Si bien el papa Francisco fue terminante en su condena, los casos de clérigos acusados por delitos sexuales siguen jaqueando a la Iglesia. Por primera vez desde 1927, un arzobispo en Edimburgo perdió todos sus derechos debido a que fue acusado por perpetrar abusos sexuales. Y, en paralelo, el obispo de la diócesis chilena de Osorno, Juan Barros, asumió sus funciones entre protestas, insultos y golpes.
Durante la eucaristía, Barros soportó estoicamente la ruidosa protesta de cientos de personas que permanecieron en las afueras de la catedral San Mateo de Osorno y de manifestantes que se infiltraron en el templo, le gritaron “pedófilo” y pidieron que se vaya.
El flamante obispo fue nombrado por Francisco en una designación que levantó duros rechazos en la sociedad chilena puesto que Barros fue colaborador cercano de Fernando Karadima, un sacerdote que fue hallado culpable en el 2011 por el Vaticano de cometer abusos sexuales y condenado a una vida de oración y penitencia y a la prohibición perpetua del ejercicio público de cualquier acto del ministerio.
"Juan Barros estaba parado ahí, mirando, cuando me abusaban a mí. No me lo contaron, me pasó", le contó a BBC Mundo Juan Carlos Cruz, uno de los denunciantes del "Caso Karadima", que aseguró que “rompía" las denuncias en contra del sacerdote.
"Jamás tuve conocimiento de alguna denuncia respecto del sacerdote Karadima siendo Secretario del Cardenal Juan Francisco Fresno, y jamás tuve conocimiento ni imaginé nunca de aquellos graves abusos que este sacerdote cometía con sus víctimas", aseguró el obispo a través de una carta pública dirigida a la comunidad de Osorno.
En la ceremonia pegaron el faltazo el autoridades políticas, la cúpula eclesiástica como el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati. Sólo se hizo presente en la asunción el nuncio apostólico en Chile, Ivo Scapolo, quien habría jugado un papel fundamental en la decisión del papa. Al término de la ceremonia, Barros tuvo que «escapar» por una puerta lateral de la iglesia, custodiado por guardias privados.
El caso O’Brien. Muy distinta fue la suerte para el un arzobispo en Edimburgo, quien fue acusado por abusos sexuales y “comportamientos sexuales inapropiados hacia otros religiosos”. En este caso, Francisco aceptó la dimisión de Keith Patrick O’Brien “a todos los derechos y prerrogativas de los cardenales”.
Sin embargo, O’Brien sigue siendo sacerdote y conserva el título de cardenal, pero no tiene más la sustancia de la función en cuanto no participa de ningún encuentro colegiado y no será más consejero del Papa.
Tras surgir algunas denuncias, el 3 de marzo de 2013, pocos días antes de que comenzara el cónclave en el que se eligió a Francisco, O’Brien, pidió perdón al admitir que su conducta sexual estuvo a veces por debajo de los estándares que se esperaban de él “como sacerdote, arzobispo y cardenal”.