Los chalecos amarillos volvieron ayer a las calles de Francia, pero con menos fuerza que los cuatro sábados anteriores. Alrededor de 66 mil manifestantes protestaron en distintos puntos del país, con París como epicentro, donde marcharon “menos de 3 mil” personas y hubo 168 detenidos. El pulso contra el presidente Emmanuel Macron, que anunció el lunes pasado medidas que reclamaban los chalecos, sigue, sin embargo, en pie. Ahora, el sector más radicalizado exige que renuncie el jefe de Estado.
Las protestas se celebraron sin mayores incidentes, aunque por la tarde hubo enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad, que dejaron siete heridos. En los Campos Elíseos de París, los chalecos lanzaban piedras y los policías, gases lacrimógenos. El Ejecutivo había desplegado 8 mil agentes y 14 vehículos blindados en París, una cifra similar a la de la semana pasada, y 69 mil uniformados en todo el país.
Si bien cayó la cantidad de manifestantes, continuaron los cortes de ruta. El viernes, un conductor murió al chocar contra un camión detenido en Erquelinnes, comuna belga fronteriza. Así, sumaron siete los decesos ocurridos desde que comenzaron, a mediados de noviembre, las manifestaciones del movimiento.
El pasado sábado 8 de diciembre, las manifestaciones habían demostrado toda su fortaleza, al congregar a 136 mil personas. Las imágenes de guerrilla urbana, de saqueos e incendios, especialmente en la capital, dieron la vuelta al mundo. Los 96 heridos y 1.082 detenidos confirmaron la gravedad de los incidentes.
Respuesta. “Nuestro país necesita calma, necesita orden”, había declarado el viernes en Bruselas el presidente, tras anunciar una serie de medidas reclamadas por los manifestantes. La suba de 100 euros mensuales en el salario mínimo o la anulación de un impuesto a las pensiones fueron recibidas de forma dispar por los chalecos amarillos. Algunos miembros del colectivo pidieron calma y diálogo, mientras que otros, los del llamado “canal histórico”, exigieron la salida de Macron del poder e, incluso, el fin de la V República. “Quizás el movimiento pierda fuerza en las calles, pero no perderá fuerza en nuestras cabezas”, aseguró ayer Lorenzo Gennaro, de 34 años, integrante de los chalecos amarillos congregados en Grenoble.
En París, en tanto, una de las figuras del movimiento, Priscillia Ludosky, afirmaba en la plaza de la Opera: “¡Estamos llenos de rabia!”. Allí, se escuchó uno de los reclamos del sector más intransigente: la convocatoria a referendos de iniciativa ciudadana.