Con Felipe y Letizia como nuevos reyes de España, los viejos monarcas, Juan Carlos y Sofía, serán libres. La ausencia de obligaciones institucionales permitirá al rey anciano, de 76 años, llevar una vida más acorde con su edad y su estado físico: navegar, ir de cacería y rodearse de esos amigos y amigas que la reina Sofía detesta. Sus vidas ya no estarán en el centro de la atención ni importarán tanto institucionalmente, ni tendrán que justificar ante nadie sus largas escapadas fuera de España.
Gracias a la abdicación del rey y la proclamación del príncipe Felipe, planeada para el 19 de junio, los hasta ahora monarcas españoles, tras 52 años de matrimonio, podrían comenzar a llevar una vida aún más separada de la que ya la tienen. La reina, que manifestó su confianza en que Letizia será una buena sucesora, podrá respirar aliviada, y dedicarse a las actividades culturales y viajes solidarios sin la presión de tener que simular un matrimonio por conveniencia.
Personas allegadas a la reina, consultados esta semana por el diario El Mundo, dan la pista de lo que será su vida tras la coronación de su hijo: “No está tan aislada como se dice, tiene a sus parientes alemanes, más que irse a Londres imagino que pasará temporadas en el castillo de su prima en Munich”.
Las mismas fuentes dicen que la reina desea dedicarse a causas caritativas y viajes de cooperación a países en desarrollo, pero buscará una vida alejada de los brillos reales. Probablemente también comience a pasar más tiempo en Marivent, la casa de la familia en Mallorca, con la compañía de su hermana, la princesa Irene, su mejor amiga.
Desde hace años, se sabe que Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia no comparten una vida matrimonial normal. Según las biografías más recientes, el rey comenzó sus aventuras con mujeres de distintos ambientes tras su coronación, en 1975, ante una Sofía silenciosa, dedicada a la formación de sus tres hijos. “Desde entonces, doña Sofía es una mujer engañada, dolida y con una vida conyugal que ha sido una auténtica tragedia”, indicó la periodista Pilar Eyre, autora de una biografía sobre Sofía.
La relación comenzó a deteriorarse raudamente y ahora los reyes no viven juntos, sino en dos alas separadas del Palacio de La Zarzuela. Se reúnen para actos oficiales y pasan los fines de semana por separado. Él, de cacería o navegando con sus amigos empresarios, deportistas, nobles y millonarios árabes. Ella, sin amigos ni gente en quien confiar, definida por muchos como “la mujer más solitaria de la península Ibérica”, pasa la mayor parte del tiempo en Londres, visitando a su hermano, el exrey Constantino de Grecia, o en Mallorca.
“No hablan en ningún idioma en especial, porque sencillamente no hablan”, dice Eyre. “No tienen roce. Nunca ha planeado la sombra del divorcio, porque siempre han luchado por el trono de España y saben cuáles son sus responsabilidades y sacrificios. Doña Sofía, desde el primer desliz, se ha puesto su máscara y se ha limitado a actuar como una reina. No creo que acepte sus circunstancias, pero no le queda otra”.
Aunque hubo un pequeño acercamiento tras la muerte del padre del rey, en 1993, la “sangre Borbón”, muy apegada a la diversión y las mujeres bellas, fue más fuerte. Desde entonces en La Zarzuela, Juan Carlos y Sofía duermen en habitaciones diferentes, hablan a través de secretarios y llevan una agenda de actividades muy diferente, a menos que sea una ocasión de gran relevancia y que requiera la presencia de ambos.
Como si fuera poco, sus diferencias, más allá de resolverse en casa, se publicaron escandalosamente en los últimos años, con la aparición de Corinna Larsen, a quien el entorno del rey define como su “amiga entrañable” y hasta como compañera de viajes oficiales, lo que levantó una gran polémica hace dos años. Según el periodista José Antonio Zarzalejos, exdirector del diario ABC, todo esto convirtió a la familia real en una familia “desestructurada y mal avenida, con frecuentes enfrentamientos”.
Juan Carlos finaliza su reinado emulando los de varios de sus ancestros: la reina Isabel II se separó de su marido homosexual, Francisco de Borbón, luego de que una revolución la expulsara de España, en 1868. Isabel detestaba a su marido, por haber sido obligada a casarse con él, y se cuenta que ninguno de los siete hijos que tuvo fueron realmente del consorte. El rey Alfonso XII (1874-1885) murió joven, dejando una larga lista de amantes que hicieron imposible la vida de la reina María Cristina, y dejó varios hijos ilegítimos.
Por último, Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos, casi no volvió a ver a su esposa, Victoria Eugenia, tras partir al exilio en 1931. Alfonso XIII, que tuvo una multitud de compañeras íntimas secretas, no amaba a Victoria y la culpaba por la mala salud de sus hijos varones. Sólo volvieron a verse cuando el rey estaba muriendo, diez años después. Tanto María Cristina como Victoria Eugenia, recordaban las tristes palabras de una antigua reina: “Ser reina en cualquier país del mundo es una cosa penosa pero ser reina de España es lo peor de todo”.
Abrumado por los problemas familiares -el problema judicial de la infanta Cristina y su marido, así como el público y notorio fracaso de su matrimonio con Sofía-, el rey Juan Carlos decidió abdicar, acto que se hará efectivo a las 18 horas del próximo 18 de junio. Desde ese momento, cesará como jefe de Estado, aunque continuará siendo “Rey”, a título honorífico y vitalicio. Doña Sofía espera el momento de ver a su hijo coronado y liberarse del peso de la institución, aunque, ella misma confesó cómo será el resto de su vida: “Aunque se muera mi marido, y reine mi hijo, y haya una nueva reina, yo seré Reina Sofía hasta la muerte”.
(*) Especial para Perfil.com