Unas cuantas decenas de miles de enojados manifestantes del ala conservadora protestaron durante todo el día en Washington, la capital de Estados Unidos. Si bien la policía estimó en menos de ochenta mil los presentes, los organizadores decían que habían participado muchos más. Se veían varias cuadras de público, en una de las avenidas aledañas al Capitolio.
Se convocaron por una suerte de tradición que se conoce como el “tea party” o “fiesta del té”, que representa una suerte de protesta centenaria donde se arrojaban saquitos de té al Potomac durante generaciones.
Pero esta vuelta los opositores decidieron marchar desde una plazoleta cerca de la Casa Blanca hasta el Capitolio, donde encendidos oradores protestaban contra el “gasto público”, “el posible aumento de impuestos”, “la política social de Obama”, y contra el nuevo “plan de salud”. “No queremos un gobierno que nos envuelva y aprisione” gritaban, como así también “El plan de Obama de salud nos enferma”.
Pero Obama no estaba en la ciudad. Se había ido a Minneapolis y volvió tarde cuando la manifestación había terminado. Justamente había ido a esa ciudad del Norte a continuar con su campaña para lograr adhesión a su plan de salud donde habló ante 20 mil seguidores. Mientras tanto, en Washington le decían de todo los irritados conservadores. “Se fue de viaje para no escucharnos. Es un cobarde” enunciaban.
Varios congresistas republicanos se hicieron presentes para dar a conocer su postura en contra del plan de Obama, entre ellos el durísimo senador Jim DeMint, y otros senadores republicanos como el conocido Tom Price.
“Miente, miente” gritaban los asistentes, portando banderas y pancartas con todo tipo de agravios, y recordando la frase del Representante Joe Wilson, que interrumpió el discurso de Obama y le gritó “mentiroso”, el pasado miércoles en el Capitolio.
DeMint también encendió los ánimos diciendo: “Obama dijo que si no lo seguíamos estaríamos afuera”, pues bien “digámosle que acá estamos afuera protestando”.
(*) especial para Perfil.com