Decenas de inmuebles lujosos en las principales ciudades del mundo. Activos financieros. Un río de dinero fuertemente custodiado en cuentas secretas del exterior. En sus treinta años en el poder, Hosni Mubarak acumuló para sí y su familia una fortuna inmensa y si decide dejar el país y abandonar los lujos del Palacio de Gobierno en El Cairo no se irá con las manos vacías. Algunos expertos de Medio Oriente estiman que el patrimonio de Mubarak asciende a una cifra que podría llegar a los 70 mil millones de dólares.
Mubarak comenzó a construir su tesoro personal antes de acceder al poder, en los años en que estaba en la cúspide de la aviación militar egipcia, en especial, a través de contratos en el sector de la defensa. “En el régimen había muchísima corrupción y los recursos públicos venían a menudo derivados para el enriquecimiento personal”, declaró Amaney Jamal, docente de ciencias políticas de la Princeton University.
Al asumir en 1981 la presidencia, después del asesinato de Anwar el Sadat, Mubarak comenzó a diversificar sus inversiones y confió el manejo de las arcas de su familia a su esposa Suzanne y a sus dos hijos: Gamal –nacido en 1963 y hasta antes del inicio de la crisis considerado su posible sucesor– y Alaa. Ellos fueron los encargados de engordar la fortuna del clan, a través de acuerdos de asociación con empresarios y compañías extranjeras, mientras el Faraón gobernada Egipto y combatía a los islámicos bajo la mirada benévola de las potencias occidentales.
Lea la nota completa en la edición impresa del diario PERFIL.