En las últimas semanas, Qatar fue criticado por su postura sobre la relaciones entre personas del mismo sexo. La homosexualidad es ilegar y las personas LGTBIQ+ fueron detenidas y maltratadas por las autoridades, según afirmó la Organización de derechos humanos, Human Rights Watch en un extenso reporte de 42 páginas sobre la violación de los derechos humanos en ese país. Ante las reiteradas criticas, el periódico árabe Al Sharq insiste que censuran al país 'porque son árabes'.
El especialisata del Medio Oriente, Raphaël Le Magoariec es investigador de la política deportiva de los países del Conejo de Cooperación del Golfo y agregó: "En el otro sentido, las sociedades árabes o musulmanas podrían decir lo mismo de Estados Unidos, por ejemplo. A menudo se considera a Occidente como un moralista que da lecciones al mundo, pero que no necesariamente aplica sus preceptos cuando se trata de sus propios intereses” y cerro diciendo que 'no debemos caer en una especie de guerra cultura, debemos tener cuidado de no humillar a los jugadores locales'.
"Creo que hay que distinguir entre la crítica legítima y la instrumentalización de esta crítica", afirma Nabil Ennasri, doctor en ciencias políticas y especialista en Qatar. Según él, la posición de Amnistía Internacional es la más relevante; la ONG de derechos humanos no llama al boicot, sino a la utilización de la Copa del Mundo como palanca para acelerar el progreso social. Esta exposición al mundo entero obligó a las autoridades qataríes a aplicar reformas sociales en el caso de los trabajadores inmigrantes.
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En un discurso pronunciado el 25 de octubre, el emir de Qatar, jeque Tamim bin Hamad al-Thani, no ocultó su molestia, afirmando que "ningún país anfitrión ha sufrido semejante campaña de boicot y crítica, deplorando la implacabilidad y el doble rasero, cuestionando las verdaderas razones y motivaciones de esta campaña" y finalizó asegurando que "algunos utilizaran el boicot como un chantaje porque tienen cuentas políticas, estratégicas y diplomáticas que saldar con Qatar"
Majed Mohammed Al-Ansari, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores afirmó que "mucho de lo que se ha dicho, no tiene de hecho ninguna relación con la realidad". "El panorama es completamente diferente ahora", continúa. “Se ha hablado mucho de lo que hace Catar en cuanto a la moral pública, la moral colectiva, los ideales y todas esas cosas. Hemos dejado muy claro que va a ser una oportunidad para que la gente conozca nuestra cultura. Y también es una oportunidad para que entendamos mejor otras culturas”, explica.
¿Racismo antiárabe?
Qatar es un país pequeño que apenas supera los tres millones de habitantes. Se estima que gastaron alrededor de 200 mil millones de dólares en la última década desde que fue eleigo en 2010 como la sede mundialista. Sin embargo, ni el dinero ni el deporte han podido alejar las criticas que van más allá de lo futbolístico. En su cultura, los homosexuales son castigados con penas de hasta más de cinco años de cárcel. Y en caso de que los homosexuales sean msulmanes, pueden llegar a ser ejecutados. Así lo dice la Sharía, la ley islámica que detalla el código de conducta.
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El Emir Al-Thani señaló que entre las críticas dirigidas a su país que"todos, sean quienes sean, serán bienvenidos. Queremos que estos visitantes conozcan las diferencias entre culturas, que descubran la cultura de Catar" y agregó que "las personas van a encontrar cualquier pretexto para denigrarnos ya que no acepten que un país árabe musulmán como Qatar organice la Copa del Mundo. Hay quienes dicen que después de la Copa las cosas irán hacia atrás, pero eso no es cierto" insiste.
El próximo país árabe que organizará una competencia mundial será el vecino de Qatar, Arabia Saudita. En 2029, acogerá los Juegos Asiáticos de Invierno. Una decisión que ya está causando revuelo, de nuevo por cuestiones de derechos humanos y medioambientales. Las pruebas de esquí alpino, snowboard y hockey sobre hielo se celebrarán en Neom, una megalópolis futurista que se está construyendo en el noroeste de Arabia Saudita y que está provocando, con razón, la ira de los activistas medioambientales y climáticos. ¿Declarará Riad, como dicen los cataríes de su país, que está tomando el camino de la reforma social y medioambiental? Resultados, en siete años.
J.S
