Tras completar la víspera el largo y agitado proceso de Brexit, el Reino Unido comenzó ayer el año “separado” por primera vez en casi medio siglo del continente europeo, con nuevas reglas fronterizas, importantes desafíos y profundas divisiones.
Su salida de la Unión Europea (UE), que sacudió la política británica desde el controvertido referéndum de 2016, se efectiviz{o una hora antes de la medianoche del jueves cuando, con el término del período de transición, el país abandonó completamente el bloque en el que había entrado en enero de 1973.
En el primer día del Brexit no hubo incidentes, pero sí cambios prácticos: terminó por ejemplo la libre circulación de personas entre las dos orillas del Canal de la Mancha. Durante la noche, casi 200 camiones cruzaron sin problema por el túnel que une el continente europeo con Gran Bretaña. “Todos los camiones habían cumplido con las formalidades, no hubo rechazos”, afirmó un vocero de la empresa gestora.
La alcaldesa de la localidad francesa de Calais, donde se encuentra la entrada continental del túnel, Natacha Bouchart, pulsó simbólicamente el botón que autorizó el paso del primer camión pasada la medianoche. “Este es un momento histórico. Son 48 años de retroceso con consecuencias para las que aún no tenemos todas las aristas”, declaró. También los primeros vehículos pesados transportados por ferri llegaron al puerto británico de Dover sin retrasos.
A partir de ahora, los ciudadanos de los 27 países europeos necesitan visados para ir a trabajar y estudiar en el Reino Unido, aunque quienes residían en el país antes de la separación conservarán mayoritariamente sus derechos.
También en las fronteras de un país que importa gran parte de lo que consume se volvieron a realizar controles aduaneros olvidados durante décadas, pese a la firma de un tratado comercial con Bruselas que evitó el caos en los intercambios.
“Estoy realmente muy triste de ya no ser europeo”, reconocía el londinense Julian Clarke. “Por fin salimos pero no creo que las cosas cambien enormemente en realidad”, dijo por su parte a la AFP Ron Withers, también en las calles de la capital.
Nueva normalidad. La asociación sectorial británica de transporte por carretera estimó que ahora habrá que rellenar unos 220 millones de nuevos formularios cada año para permitir que el comercio fluya con los países de la UE.
El rumano Alexandru Mareci, de 29 años, desembarcó con su camión cargado con 23 toneladas de tomates marroquíes. “Todo fue normal”, explicó, reconociendo sin embargo que el tráfico era reducido por el feriado. “¿Cuántas personas conocen que trabajen en Año Nuevo? No sabemos cómo irá el Brexit en el futuro”, dijo, admitiendo desconocer las nuevas formalidades introducidas progresivamente.
Independencia. Mientras tanto, en la proeuropea Escocia la primera ministra Nicola Sturgeon advirtió de la inminente batalla que se avecina para lograr un nuevo referéndum de autodeterminación, tras el que los separatistas perdieron en 2014. “Escocia volverá pronto, Europa. Dejen las luces encendidas”, tuiteó Sturgeon, cuyo partido SNP espera que su nación pueda reintegrar la UE algún día como Estado independiente.
“El Brexit pone una barrera entre mi capacidad de ser escocés y mi capacidad de ser británico”, lamentaba el jubilado Bruce Borthick en las calles de Edimburgo. “La consecuencia puede ser que Escocia no pueda seguir formando parte del Reino Unido”, agregaba.
Pese a las divisiones y los desafíos, el primer ministro Boris Johnson volvió a prometer a sus compatriotas una nueva era repleta de éxitos y un lugar más fuerte en el mundo para su país como campeón del libre comercio.
Con la presidencia británica del G7 y la organización de la gran conferencia climática COP26, 2021 será “un año muy importante” para la influencia del Reino Unido.
Histórico acuerdo por Gibraltar
AFP
Los habitantes de Gibraltar manifestaban ayer su alivio, tras haberse anunciado un acuerdo entre Madrid y Londres que prevé la aplicación de las reglas Schengen en el territorio, y la libre circulación entre el Peñón y España.
El acuerdo implica la desaparición de la histórica “verja”, la frontera cerrada en 1969 por el dictador Francisco Franco en la que no se había restablecido el libre paso –bajo controles– hasta 1985, diez años después de su muerte. “Es una buena noticia y parece ser la mejor manera de mantener todo en orden”, señala Oliver Gómez, un experto en finanzas de 34 años que pasea a su perro por el puerto de Gibraltar.
Unas 15 mil personas, la mayoría de ellas españolas, cruzan a diario la frontera para llegar a Gibraltar, un minúsculo enclave británico en el extremo sur de la península Ibérica, para ir a trabajar.
Si no existiese el acuerdo, el refuerzo de los controles y el sello de los pasaportes habrían demorado considerablemente esas idas y vueltas y la habrían transformado en una frontera complicada. El cambio histórico fue anunciado el jueves por la ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya: Londres y Madrid alcanzaron in extremis un acuerdo para dejar abierta la frontera entre España y Gibraltar.
El pequeño territorio británico ubicado en el extremo sur de la península ibérica se integrará en el espacio europeo Schengen para, a diferencia del resto del Reino Unido, mantener la libertad de movimiento de personas.