Un nuevo sismo de magnitud 6,1 golpeó la costa de Ecuador, casi cuatro días después de que el país se viera sacudido por un terremoto de magnitud 7,8, anunció el miércoles el Instituto de Estudios Geológicos de Estados Unidos (USGS).
El epicentro del temblor, que se produjo a las 8.33 a una profundidad de 15,7 kilómetros, se ubicó a 25 km de Muisne y a 73 km de Propicia, indicó el USGS. Las autoridades no activaron la alerta de tsunami. El USGS indicó en su página web que el temblor se había sentido de forma débil en la capital, Quito y en Guayaquil.
El sábado, un terremoto de magnitud 7,8 golpeó la costa ecuatoriana, dejando al menos 480 muertos, pero el balance podría aumentar drásticamente, ya que aún hay 1.700 desaparecidos.
Escasez de víveres. Los sobrevivientes empiezaron a notar en las últimas horas los efectos de la escasez de agua y víveres, que se suman a los frecuentes cortes de luz. "No tenemos agua, ni alimentos. Las tiendas o están cerradas o venden muy caro. Algunas pasaron los precios de uno a cinco dolares", reclamó Andrés Mantuano, en la ciudad de Manta.
En este puerto pesquero, como en casi toda la costa del Pacífico ecuatoriano, el mal estado de las rutas (que dificulta la distribución), el temor a saqueos y la inestabilidad de los edificios llevaron a cerrar las puertas de muchos comercios, e incluso algunos pasan las horas protegidos por las fuerzas de seguridad.
El ministro coordinador de la Producción, Vinicio Alvarado, dijo tener información de que "por acción desesperada se llega a medidas de invasión de la propiedad privada y eso obligó a que muchos negocios tengan que cerrar".
Mientras tanto, más de 900 socorristas, bomberos, médicos y especialistas de 20 países, entre ellos Colombia, Chile, México, Venezuela y España, continúan buscando -sin descanso y con perros adiestrados- señales de vida entre los escombros. Sin embargo, muchas veces los familiares se desesperan por la demora en la remoción de restos mientras el olor de los cuerpos en descomposición se vuelve más intenso.