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NUNCA ESTUVIMOS TAN CERCA

Oscuridad, frío extremo, hambruna y muertes por millones: así sería el "invierno nuclear"

Si alguna vez ocurriera una guerra nuclear, las implicaciones serían apocalípticas. Los científicos llevan décadas advirtiendo que nuestro mundo se sumergiría en un período nunca visto por el hombre si algún líder político decide apretar el "botón rojo".

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Invierno nuclear | CEDOC

El humo de los incendios se elevará a la atmósfera y bloqueará el sol durante años. La oscuridad perpetua sumergirá al planeta en temperaturas bajo cero, seguidas de hambrunas provocadas por la imposibilidad de producir alimento. El congelamiento de los mares será catastrófica. Y más temprano que tarde, llegará la extinción de gran parte de la Humanidad.

Esta escalofriante escena parece sacada de una película apocalíptica, pero la realidad es que, a causa de la guerra de Rusia y Ucrania, nunca antes la Humanidad había estado tan cerca como ahora de ese escenario: es lo que los científicos denominan el "invierno nuclear", un período de oscuridad y muerte como pocas veces atestiguó el planeta Tierra provocado por una guerra nuclear.

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Una guerra nuclear moderada que involucre alrededor de 100 armas nucleares de 15 kilotones lanzadas en áreas urbanas resultaría en 27 millones de muertes directas, según los científicos.

Los científicos imaginan desde la Guerra Fría todos los escenarios posibles: si Rusia alguna vez comenzara, voluntaria o accidentalmente, una guerra nuclear con EEUU y la OTAN, la cantidad de explosiones nucleares involucradas en un intercambio completo podría arrojar tal cantidad de humo a la estratosfera que los humanos no volveríamos a ver el sol en mucho tiempo.

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"En los pocos años posteriores a una guerra nuclear, tal daño colateral puede ser responsable de la muerte de más de la mitad de la población humana en la Tierra", advirtió el Bulletin of the Atomic Scientists, una organización fundada en 1945 por científicos que trabajaron en el "Proyecto Manhattan", que produjo las primeras armas nucleares durante la II Guerra Mundial.

En uno de los más recientes estudios sobre el tema, Paul Ingram, investigador de riesgo global del Centro para el Estudio del Riesgo Existencial (CSER) de la Universidad de Cambridge, advirtió que el "invierno nuclear" podría ser una realidad muy pronto si continúan las amenazas por parte de Rusia contra Occidente, al que acusa de sostener el conflicto bélico en Ucrania.

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Una guerra nuclear total podría arrojar tal cantidad de humo a la estratosfera que los humanos no volveríamos a ver el sol en mucho tiempo.

Qué predijeron los científicos que alertaron sobre el invierno nuclear en la Guerra Fría

Desde hace unas cuatro décadas, "Invierno nuclear" es el término utilizado para describir los efectos de un ataque nuclear a gran escala -lo que imaginamos como Tercera Guerra Mundial- en el clima, el medio ambiente y, por consiguiente, en la salud de los seres humanos.

Fue en 1983 cuando el respetado estudio TTAPS (llamado así por las primeras iniciales de los apellidos de sus cinco autores, Richard Turco, Owen Toon, Thomas Ackerman, James Pollack y Carl Sagan) acuñó el término, consecuencia de las inmensas bolas de fuego causadas por la explosión de ojivas atómicas.

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A un año de iniciada la guerra en Ucrania, los expertos creen que el "invierno nuclear" podría ser una realidad muy pronto si continúan las amenazas por parte de Rusia contra Occidente.

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Según sus impactantes hallazgos, se producirían enormes incendios incontrolables en ciudades y bosques, lo que daría lugar a columnas de fuego, humo y hollín envolventes que formarían una gruesa banda de nubes negras que rodearían el hemisferio norte y bloquearían todo excepto un pequeño destello de la luz solar durante varios semanas.

Los científicos sentenciaron que la condiciones de oscuridad, heladas mortales y temperaturas bajo cero, combinadas con altas dosis de radiación de la lluvia radiactiva, interrumpirían la fotosíntesis de las plantas y, por lo tanto, podrían destruir gran parte de la vida vegetal y animal de la Tierra.

Y la advertencia del estudio TTAPS va aún más lejos: el frío extremo, los altos niveles de radiación y la destrucción generalizada de las infraestructuras industriales, médicas y de transporte junto con los suministros de alimentos y los cultivos provocarían un número masivo de muertes por inanición, exposición y enfermedades.

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Una guerra nuclear global total entre los Estados Unidos y Rusia con más de 4.000 ojivas nucleares de 100 kilotones provocaría, como mínimo, 360 millones de muertes instantáneas.

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Los peores escenarios para una Tercera Guerra Mundial: millones de muertes instantáneas, miles de millones de muertes posteriores

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Se calcula que solo una detonación de 300 kilotones podría provocar un incendio masivo con un radio de al menos 5,6 kilómetros y el aire en esa área se convertiría en polvo, fuego y humo.

Con el paso de los años y el avance de la tecnología, los científicos pudieron hacer cálculos más precisos sobre el efecto de una guerra nuclear en el planeta.

La más reciente investigación del CSER, por ejemplo, da cuenta de la muerte inmediata de 25 a 27 millones de personas con una "guerra limitada" que involucre 100 armas nucleares pequeñas, cada una de 15 kilotones (kt), de un rendimiento similar al utilizado contra Hiroshima y Nagasaki.

Una guerra limitada, en la que se utilizaría el 0,1% del arsenal nuclear total combinado de Rusia y Estados Unidos, derivaría en un invierno nuclear en la que la cantidad de víctimas indirectas en los años siguientes alcanzaría los 225 millones.

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Los millones de personas muertas y heridas en los primeros días de un conflicto nuclear serían solo el comienzo de una catástrofe que eventualmente abarcará al mundo entero.

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Según los cálculos del CSER, en una guerra en la que las potencias utilicen 250 bombas nucleares grandes, de 100 kt cada una, 125 millones de personas morirían instantáneamente como producto del impacto de las armas, mientras unos 2.240 millones -un tercio de la humanidad- perecería en los años siguientes de enfermedades producidas por la radiación, de frío, de sed y de hambre.

El peor de los escenarios es "guerra nuclear total" entre los Estados Unidos y Rusia, que involucraría 4.400 armas de 100 kt según los límites del Tratado de Reducción de Ofensivas Estratégicas (SORT) de 2002, donde cada país puede desplegar hasta 2.200 ojivas estratégicas. Provocaría la muerte inmediata de como mínimo, entre 360 y 400 millones de muertes instantáneas. Más de 5.000 millones -casi el 65% de la población mundial actual- morirían al menos en los dos siguientes años bajo los efectos del feroz invierno nuclear.

Oscuridad: una nube de humo y cenizas que bloquearía el Sol durante años

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Una guerra nuclear total podría arrojar tal cantidad de humo a la estratosfera que los humanos no volveríamos a ver el sol en mucho tiempo.

La teoría científica considera que las detonaciones de los intercambios nucleares son tan poderosas que serían capaces iniciar incendios a gran escala tanto en entornos urbanos como rurales y arrojar enormes cantidades de desechos a la estratósfera.

Se calcula que solo una detonación de 300 kilotones podría provocar un incendio masivo con un radio de al menos 5,6 kilómetros y el aire en esa área se convertiría en polvo, fuego y humo.

Según una investigación de científicos estadounidenses titulada 'Enfriamiento global multidecadal y pérdida de ozono sin precedentes después de un conflicto nuclear regional', el resultado inmediato de la detonación de 100 ojivas nucleares de 15 kt liberaría 5 megatones (5 millones de toneladas) de humo, hollín y polvo a la atmósfera.

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La expulsión de hollín en la estratosfera provocará cambios en la superficie de la Tierra, porque bloquearía gran parte del sol durante al menos una década.

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La expulsión de hollín en la estratosfera provocará cambios en la superficie de la Tierra, porque bloquearía gran parte del sol durante al menos una década. En tanto, la lluvia radiactiva contaminaría potencialmente cultivos y ganados, además de causar enfermedades por radiación y cáncer directamente. Más tarde, causaría mutaciones genéticas en plantas, animales y seres humanos, como sucedió en las inmediaciones de Chernobyl.

Por otra parte, las estimaciones más recientes indican que la desaparición de casi el 50% de la capa de ozono daría como resultado varios años de luz ultravioleta (UV) extremadamente alta -superior a 35- en la superficie, lo que a partir del tercer año después de la guerra, y durante cuatro años, aumentaría la posibilidad de desarrollar cáncer de piel, quemaduras, fotoenvejecimiento y cataratas en humanos.

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Altas dosis de radiación de la lluvia radiactiva interrumpirían la fotosíntesis de las plantas y, por lo tanto, podrían destruir gran parte de la vida vegetal y animal de la Tierra.

Frío: una mortífera "Pequeña Edad de Hielo" llegará con temperaturas extremas

La oscuridad causada por la nube de polvo y ceniza será suficiente para enfriar todo el planeta en aproximadamente 1,25 grados Celsius, lo que tendrá efectos letales en la producción de alimentos. La mencionada investigación dijo que las temperaturas se reducirían durante más de 25 años y que las "heladas asesinas" reducirían las temporadas de siembra entre 10 y 40 días por año durante 5 años.

"En cualquier escenario de guerra nuclear, los cambios de temperatura tendrían su mayor efecto en la agricultura de latitudes medias y altas, al reducir la duración de la temporada de cultivo y la temperatura incluso durante esa temporada", dijeron desde el Bulletin of the Atomic Scientists. "Las temperaturas bajo cero también podrían conducir a una expansión significativa del hielo marino y la capa de nieve terrestre, lo que provocaría escasez de alimentos".

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La oscuridad causada por la nube de polvo y ceniza será suficiente para enfriar todo el planeta en aproximadamente 1,25 grados Celsius, lo que tendrá efectos letales en la producción de alimentos

Cinco mil millones de personas podrían morir en una guerra nuclear moderna

Los científicos advierten que las muertes derivadas de los efectos del invierno nuclear durante los meses posteriores a la guerra darían lugar a un número de víctimas mucho mayor que las sufridas en la explosión, el calor, los incendios y la radiación más inmediatos. Se estima que, al año, la temperatura caería 1°C, mientras que después de cinco sería 1,5°C más baja. Solo 20 años después del conflicto la Tierra volvería a calentarse a solo 0,5 °C, aún por debajo de la temperatura actual.

Acompañando a lo que los investigadores llaman "las temperaturas superficiales promedio más frías en los últimos 1.000 años" la guerra nuclear conduciría a pérdidas globales de ozono del 20% al 50% en áreas pobladas, niveles sin precedentes en la historia humana, según la investigación publicada en 2014 por los científicos Michael J. Mills, Owen B. Toon, Julia Lee-Taylor y Alan Robock.

En una investigación más reciente, otro equipo de científicos de la Universidad Estatal de Luisiana descubrió que una guerra nuclear entre EEUU y Rusia desencadenaría una "Pequeña Edad de Hielo" que duraría miles de años y en la que las temperaturas globales promedio descenderían a unos 10º bajo cero, más que durante la Edad de Hielo más reciente (hace 11.700 años) en el primer mes después de la detonación de bombas nucleares.

Una guerra nuclear sumiría a la Tierra en una ‘pequeña era de hielo’

El congelamiento de los océanos y la "aniquilación de la vida marina"

El análisis muestra que las temperaturas de todos los océanos caerán rápidamente y no volverían a su estado anterior a la guerra, incluso después de que se disipe el humo.

A medida que el planeta se enfriara, el hielo marino se expandiría en más de 10 millones de kilómetros cuadrados y hasta 2 metros de profundidad, lo que a su vez bloquearía los principales puertos, y que impactaría a largo plazo en la pesca y los servicios de transporte.

Posteriormente, el hielo se extendería a las regiones costeras normalmente templadas y evitaría el envío a través del hemisferio norte, mientras que llevar alimentos y suministros a algunos puertos donde los barcos no están preparados, como el Mar Amarillo, para enfrentar el hielo marino, se volvería difícil.

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La desaparición de la luz solar y la temperatura del mar, especialmente desde el Ártico hasta el Atlántico Norte y el Pacífico Norte, matarían las algas, la base de la red alimentaria marina.

Por último, la desaparición de la luz solar y la temperatura del mar, especialmente desde el Ártico hasta el Atlántico Norte y el Pacífico Norte, matarían las algas, la base de la red alimentaria marina. Los investigadores dijeron que la pesca y la acuicultura se detendrían por la creación de "una hambruna oceánica" que, inexorablemente, conduciría a una hambruna humana.

"En el escenario más grande de EEUU y Rusia (150 Tg), es probable que la recuperación del océano sea del orden de décadas en la superficie y cientos de años en profundidad, mientras que los cambios en el hielo marino del Ártico probablemente duren miles de años", afirma la investigación 'Un nuevo estado oceánico después de la guerra nuclear', publicada en julio de 2022.

Coincidieron con sus pares al advertir que el invierno nuclear provocará la expansión del hielo marino en áreas costeras pobladas y la "aniquilación de la vida marina oceánica". "En todos los escenarios, el océano se enfría rápidamente pero no vuelve al estado anterior a la guerra cuando se disipa el humo", advirtieron. "Los ecosistemas marinos se verían muy perturbados tanto por la perturbación inicial como por el nuevo estado del océano".

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Las temperaturas se reducirían durante más de 25 años y que las "heladas asesinas" reducirían las temporadas de siembra entre 10 y 40 días por año durante 5 años.

Hambruna: el colapso total del sistema alimentario global

La mayoría de los estudios científicos que existen sobre el invierno nuclear anticipan que años después de cualquier guerra mundial, pequeña o grande, la hambruna por sí sola podría ser más de 10 veces más mortal que cientos de explosiones de bombas involucradas en la contienda.

La investigación de 2014 advirtió sobre un "daño generalizado a la salud humana, la agricultura y los ecosistemas terrestres y acuáticos" a causa de la pérdida de ozono y las heladas. Y a eso se sumaría la falta de lluvias, que reduciría la temporada de producción entre 10 y 40 días: cinco años después del conflicto, la Tierra vería un 9% menos de lluvia, mientras que 26 años después de la guerra todavía habría un 4,5% menos de lluvia.

"La combinación de años de heladas mortales, reducciones en las precipitaciones necesarias y aumento prolongado de la radiación ultravioleta, además del impacto en las pesquerías debido a los cambios de temperatura y salinidad, podría ejercer presiones significativas sobre los suministros de alimentos en muchas regiones del mundo".

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"Es concebible que las presiones globales sobre los suministros de alimentos de un conflicto nuclear regional puedan, directamente oa través del pánico resultante, degradar significativamente la seguridad alimentaria global o incluso producir una hambruna nuclear global", anticiparon Michael J. Mills, Owen B. Toon, Julia Lee-Taylor y Alan Robock.

Una investigación publicada en agosto de 2022, basada en simulaciones por computadora y dirigida por científicos climáticos de la Universidad de Rutgers, predijo que más de 5.000 millones de personas morirían de hambre como efecto de una guerra a gran escala. Sobre la base de investigaciones anteriores, los científicos Lili Xia y Alan Robock calcularon que la producción calórica promedio mundial disminuiría aproximadamente un 90% tres o cuatro años después.

Y anticiparon, también, que las disminuciones de cultivos serían más severas en las naciones de latitudes medias y altas, incluidos los principales países exportadores como Rusia y EEUU, lo que podría desencadenar restricciones a la exportación y causar graves interrupciones en los países que dependen de las importaciones en África y Medio Oriente.

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Tras una guerra nuclear, la hambruna por sí sola podría ser más de 10 veces más mortal que cientos de explosiones de bombas involucradas en la contienda.

En esa misma línea, el Bulletin advirtió que "después de que se consuman los alimentos almacenados, el total de calorías alimentarias disponibles en cada nación se reducirá drásticamente, poniendo a millones en riesgo de inanición o desnutrición". "Las medidas de mitigación no serían suficientes para compensar la pérdida global de calorías disponibles", afirmaron.

En un estudio publicado en febrero, los investigadores Nick Wilson, de la Universidad de Otago, y Matt Boyd, de Adapt Research en Nueva Zelanda, afirmaron que Australia, Nueva Zelanda, Islandia, Vanuatu y las Islas Salomón podrían continuar produciendo alimentos a pesar de la reducción de la luz solar y temperaturas más frías causadas por el hollín en la atmósfera después de una guerra nuclear en el hemisferio norte.

También era probable que estas naciones insulares tuvieran una robusta autosuficiencia alimentaria, incluso en un invierno nuclear extremo. El Dr. Boyd dijo que aunque algunas otras naciones probablemente podrían producir suficientes alimentos, otros factores, como el colapso de la industria y el funcionamiento social, podrían poner en duda su capacidad de recuperación.

Estamos muy cerca, pero aún nos cuesta imaginar un "invierno nuclear"

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A lo largo de los últimos cuarenta años, los investigadores coincidieron en que los efectos químicos, biológicos y climáticos de una guerra nuclear serán nefastos para la mayoría de los seres humanos que sobrevivan a la conflagración y sus efectos inmediatos. Pero por el momento, la poca conciencia que existe sobre el invierno nuclear es principalmente residual de la Guerra Fría del siglo XX, cuando las tensiones aumentaron entre Occidente y la URSS.

"La teoría del 'invierno nuclear' de mediados de la década de 1980 desempeñó un papel importante en las reducciones de armas de ese período. Pero con el colapso de la Unión Soviética y la reducción de los arsenales nucleares de Estados Unidos y Rusia, este aspecto de la guerra nuclear se ha desvanecido. Eso no es bueno", dice el historiador de ciencia y tecnología William J. Perry Fellow, del Instituto Freeman Spogli de Estudios Internacionales.

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Por eso Paul Ingram, de la Universidad de Cambridge, cree que el público tiene una "necesidad urgente" de ser advertido y educado sobre los efectos a largo plazo de la guerra nuclear "dado el riesgo actual", que es el más alto en décadas.

"En 2023 nos enfrentamos a un riesgo de conflicto nuclear mayor que el que hemos visto desde principios de los años ochenta", dice Ingram. "Sin embargo, hay poco en el camino del conocimiento público o el debate de las consecuencias inimaginablemente nefastas a largo plazo de la guerra nuclear para el planeta y las poblaciones globales".

"Las ideas del invierno nuclear son predominantemente una memoria cultural persistente, como si fuera parte de la historia, en lugar de un riesgo terriblemente contemporáneo", dice Ingram.

PASO A PASO, LOS EFECTOS DE UNA "PEQUEÑA GUERRA NUCLEAR"

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Año 0: Cinco megatones de carbono negro liberados a la atmósfera, que absorbe la luz solar y comienza a enfriar el planeta. La lluvia de carbón negro también mata a millones.

Año 1: La temperatura promedio de la superficie cae 1°C.

Año 2: La temporada de cultivo se acorta de 10 a 40 días.

Año 5: La Tierra es un promedio de 1,5 °C más fría que en la actualidad, más fría de lo que ha sido en 1.000 años. También hay un nueve por ciento menos de precipitaciones. El ozono también es hasta un 25 por ciento más delgado, lo que aumenta los rayos UV en la Tierra.

Año 10: El ozono se recupera ligeramente a solo un 8 por ciento menos que en la actualidad.

Año 20: El planeta se calienta ligeramente a 0,5 °C menos que en la actualidad.

Año 26: Las precipitaciones aumentan a alrededor de un 4,5 por ciento, todavía menos que en la actualidad.

ds