En medio de las críticas de la oposición por su Plan de Paz con las organizaciones de narcotraficantes y los dos impactantes atentados de esta semana, el presidente colombiano Gustavo Petro decidió cambiar su estrategia y lanzar un amplio operativo para desarticular a las bandas más peligrosas que operan en el país.
El ministro de Defensa de Colombia, Pedro Sánchez, anunció una operación militar en el suroeste del país para desarticular a las bandas de narcotráfico que están provocando la peor crisis de violencia en una década.
Sánchez recorrió la zona aledaña a una base de aviación militar en Cali, donde el jueves murieron varios civiles por la explosión de un camión bomba.
Allí, el ministro anunció el comienzo de la Operación Sultana, destinada a detener la violencia en la región. Según Sánchez, el objetivo es reforzar una unidad élite en el suroeste del país que se encarga de localizar y capturar objetivos de alto valor.
“El bloque de búsqueda se reforzará aún más con capacidades tecnológicas y de inteligencia”, afirmó, en referencia a una unidad de 700 policías de élite, similares a los escuadrones que persiguieron a famosos narcotraficantes, como Pablo Escobar en la década de 1990.
Hubo dos hechos esta semana que conmocionaron a los colombianos y los hicieron recordar la trágica violencia que vivió el país hace más de tres décadas.
El primero fue en Antioquía, al noroeste de Colombia, donde guerrilleros dedicados al tráfico de drogas derribaron un helicóptero y asesinaron a 13 policías utilizando un dron con explosivos y fusiles de asalto. Los uniformados estaban en una misión de erradicación de cultivos de hoja de coca.
Unas horas después, en Cali, lanzaron un camión bomba contra la base aérea de Cali, donde funcionaba una escuela de aviación. Allí mataron a seis personas.
Las autoridades atribuyen los ataques a dos disidencias de las FARC, enfrentadas entre sí, que rechazaron el acuerdo de paz firmado en 2016 con el grueso de esa guerrilla.
La fiscalía aseguró que hay dos personas detenidas en relación con este ataque. Una de ellas fue golpeada y “capturada por la comunidad en el lugar de los hechos”, explicó el propio Petro.
Conocido con el alias de “Sebastián”, las autoridades lo señalan como miembro de la mayor agrupación de disidencias de las extintas FARC, el Estado Mayor Central (EMC) bajo el mando de alias Iván Mordisco.
Críticas. El presidente Petro viene recibiendo críticas por la creciente violencia y su estrategia de privilegiar el diálogo con los grupos armados en lugar declararles una guerra frontal.
Ante la presión, el mandatario anunció que su gobierno declarará como organizaciones “terroristas” al Clan del Golfo, la principal banda criminal del país, y a las dos disidencias de las antiguas FARC. “He tomado una decisión: nuestras investigaciones muestran que el mal llamado Clan del Golfo, la Segunda Marquetalia y las disidencias de alias Iván Mordisco (conocidas como EMC) son la junta del narcotráfico y deben ser consideradas organizaciones terroristas perseguibles en cualquier lugar del planeta, incluida Bogotá”, afirmó Petro.
El presidente colombiano intentó defender su propuesta de diálogo sosteniendo que “estos grupos existen desde antes de mi primer día de gobierno”. “Busqué hablar con ellos para que dejen la violencia y no me arrepiento. Nadie debe arrepentirse de buscar la paz”, agregó.
Por otro lado, intentó justificar el creciente poder de estos grupos. “No se fortalecieron por mi esfuerzo de paz, sino por el aumento de consumo de cocaína en el mundo”, afirmó.
“Zozobra” preelectoral. El acuerdo de paz con las FARC en 2016 trajo una relativa tranquilidad al país tras décadas de conflicto armado que dejó más de un millón de muertos.
Pero también dejó un vacío de poder en los territorios aprovechado por grupos guerrilleros disidentes, paramilitares y carteles que se lucran del narcotráfico, la extorsión y la minería ilegal.
Las disidencias han sido señaladas por decenas de ataques recientes, incluido el asesinato del senador y precandidato presidencial derechista Miguel Uribe Turbay.
En mayo de 2026, Colombia elegirá el reemplazo de Petro, que por ley no puede buscar la reelección. Durante su mandato, la producción de cocaína en Colombia ha alcanzado niveles récord, según la ONU.
El legado de violencia del Cartel de Medellín
R.P.
El actual escenario fragmentado del narcotráfico contrasta drásticamente con la violencia monolítica que asoló a Colombia en las décadas de 1980 y 1990. En esa época, el país estuvo sometido a la voluntad de poderosos carteles, especialmente el de Medellín, liderado por Pablo Escobar Gaviria, protagonista central de la guerra contra el Estado.
El ascenso de Escobar marcó una era de narcoterrorismo, una estrategia para doblegar al Estado mediante el miedo y la violencia extrema.
El Cartel de Medellín orquestó el asesinato de ministros, magistrados, periodistas y candidatos presidenciales.
La negativa del gobierno colombiano a negociar y la implementación del tratado de extradición con EE.UU. desataron una ola de atentados terroristas que sembraron el pánico en las principales ciudades.
Más allá de los grandes atentados, los sicarios al servicio de los carteles cometieron miles de asesinatos selectivos de policías, jueces y civiles. Esta violencia indiscriminada, financiada por el narcotráfico, corroyó el tejido social y obligó a la población a vivir bajo un constante estado de miedo.