Sin rivales que puedan hacerle sombra, Vladimir Putin se encamina a su reelección en las elecciones presidenciales del próximo domingo en Rusia. El mandatario ruso llega a la recta final hacia las urnas con una intención de voto cercana al 70%. La proscripción del principal dirigente opositor, Alexei Navalny, ha despejado el camino a Putin, cuyo único “cuco” en estos comicios no será un candidato de carne y hueso sino el riesgo de que la abstención electoral sea muy alta.
Los últimos sondeos de la consultora independiente rusa Levada Center indican que solo el 28% de los ciudadanos están seguros de que irán a votar, mientras que un 30% dice que “probablemente” lo hará. Algunos analistas pronostican un nivel de participación cercano al 45%. En las presidenciales de 2008 y 2012, esa cifra oscilado en torno al 70%.
Luego de casi dos décadas en el poder, la apatía popular ante unas elecciones con desenlace cantado supone un desafío para Putin, quien necesita relegitimar y relanzar su figura para iniciar un nuevo período de seis años de gobierno. Según la prensa rusa, el Kremlin estima que un resultado satisfactorio sería obtener un 70% de los votos con, al menos, un 70% de participación.
El ex KGB nunca fue muy afecto a las campañas electorales. Esta vez, sin embargo, su desinterés pareció agudizarse. Putin no participó en los debates televisados con los demás candidatos, no dio a conocer ninguna plataforma política, celebró solo un acto masivo y ni siquiera apareció en las publicidades oficialistas, que debieron apelar a imágenes de archivo del presidente.
Claro que el modelo de “democracia tutelada” ruso le garantiza al gobierno el control total sobre el comité electoral, que cuenta los votos y decide quiénes pueden competir y quiénes no. Navalny, por ejemplo, no puede aspirar a cargos públicos debido a una condena por fraude monetario que él atribuye a una maniobra del gobierno para vetarlo. “Lo que nos ofrecen no puede llamarse elecciones –denunció el dirigente opositor en un reciente video viral–. Sólo participan Putin y los candidatos que él eligió personalmente porque no le representan ninguna amenaza. Ir a las urnas es votar por mentiras y corrupción”.
Aún así, la campaña de baja intensidad que hizo Putin parece haber apaciguado el grado de movilización de sus simpatizantes, lo que ha estimulado la inventiva de los estrategas del Kremlin para promover la participación. Desde recordatorios para ir a votar en cartones de leche, hasta presiones explícitas a universitarios y empleados gubernamentales para que concurran a los colegios electorales, el oficialismo echa mano a toda clase de recursos para obtener un caudal de votos que refleje el “momento dorado” de Putin en las encuestas.
Exitos. Buena parte de la popularidad de Putin entre los rusos se basa en la percepción de, bajo su liderazgo, Rusia recuperó el estatus de poder global. La anexión de la península de Crimea en 2014 se convirtió en uno de los pilares de la estrategia discursiva de Putin en torno al supuesto renacimiento de la llamada “Gran Rusia”. Y, aunque las derivas de la guerra lo llevaron a terrenos inciertos en los últimos meses, el balance para Moscú también es relativamente positivo en Siria, donde casi siete años de guerra civil no bastaron para derribar del poder a su aliado Al Assad.
Ese énfasis en el frente externo explica la escena que Putin montó días atrás para presentar una nueva gama de misiles rusos de alcance supuestamente “ilimitado”, según dijo el presidente. “Putin hace propaganda de la relevancia de Rusia en el ámbito internacional porque necesita reforzar la ilusión de ‘grandeza’ a los ojos de su audiencia doméstica –señaló al respecto el politólogo Pael K. Baev, experto en política exterior rusa del centro Brookings–. El énfasis de su discurso en los misiles, de hecho, provocó una ovación de pie”.
Rusiagate y “judíos”
Vladimir Putin rechazó ayer que el Kremlin se haya entrometido en las elecciones de Estados Unidos, pero no descartó que lo hayan hecho ucranianos, tártaros o “judíos”. “¿Por qué han decidido que las autoridades rusas hemos dado algún permiso para hacer eso?”, dijo el presidente ruso en una entrevista con la cadena NBC. Trece rusos han sido acusados en Estados Unidos de estar detrás de una operación apoyada por el Kremlin para difundir información falsa e interferir en las elecciones a través de redes sociales. “Hay 146 millones de rusos. No representan los intereses del Estado ruso”, dijo Putin. “Quizás, agregó, no son ni siquiera rusos, sino ucranianos, tártaros o judíos, pero con ciudadanía rusa”.
“Trump es moderno”
En una entrevista con la cadena NBC, emitida el viernes a última hora y divulgada por el Kremlin en su página web, Vladimir Putin tuvo palabras de elogio para su colega estadounidense, Donald Trump, a quien calificó como un “experimentado hombre de negocios” que, pese a que no lleva mucho tiempo en política, “aprende rápidamente”. Putin dijo que no sigue las polémicas intervenciones de Trump en Twitter, ni se propone transmitir sus opiniones a través de esa red social, como hace el estadounidense. “En este aspecto, Donald es más moderno que yo”, admitió el jefe del Kremlin, cuyas relaciones con la Casa Blanca se han visto empañadas por el escándalo del llamado Rusiagate, actualmente bajo investigación del FBI.