El petrolero Skipper fue incautado por Estados Unidos en el mar Caribe, cerca de las costas venezolanas, durante un operativo ejecutado por la Guardia Costera con apoyo de fuerzas especiales este miércoles 10, inscribiéndose en la escalada de intervenciones marítimas autorizadas por Donald Trump en esa zona del Pacífico, justificadas bajo el combate al narcotráfico y a redes ilícitas asociadas al terrorismo. Según vesseltracker.com, el buque había zarpado entre el 4 y el 5 de diciembre desde el principal puerto petrolero de Venezuela, cargando unos 1,1 millones de barriles de crudo Merey con destino a Cuba.
Sus imágenes fueron difundidas por Washington y muestran a tropas estadounidenses descendiendo desde helicópteros sobre la cubierta del buque, asegurando la nave en cuestión de minutos. El Skipper, un VLCC (Very Large Crude Carrier) anteriormente llamado Adisa y registrado con la matrícula IMO 9304667, quedó bajo control estadounidense en un punto del Caribe ubicado cerca de la Zona Económica Exclusiva de Granada. El tamaño del buque —capaz de transportar más de dos millones de barriles— lo convierte en uno de los barcos más grandes incautados en operaciones de este tipo.
Así, Trump confirmó la acción y la presentó como un golpe estratégico: “Acabamos de incautar un petrolero en la costa de Venezuela, el más grande que se haya incautado jamás”. Simultáneamente, Caracas denunció un “robo descarado” y un acto de “piratería internacional”, acusando a Estados Unidos de violar su soberanía y de intentar interferir en su circuito de exportación energética en un momento de fuerte tensión bilateral.
El Skipper, según información recopilada por autoridades estadounidenses, habría transmitido posiciones AIS adulteradas durante las maniobras de carga, un método común entre buques sancionados para esquivar controles internacionales. Pam Bondi, fiscal general de Estados Unidos, aseguró que la nave forma parte de una red que apoya a organizaciones terroristas extranjeras y defendió la incautación: “Durante varios años, el petrolero ha sido sancionado por Estados Unidos debido a su participación en una red ilícita de envío de petróleo que apoya a organizaciones terroristas extranjeras”. A esa acusación se sumó la autoridad marítima de Guyana, que afirmó que el buque enarbolaba falsamente la bandera del país.
Su historial de navegación también había generado alertas previas. Datos de PDVSA registran que el buque transportó petróleo venezolano hacia Asia entre 2021 y 2022 en rutas consideradas de alto riesgo por el uso de transpondedores manipulados y cambios frecuentes de nombre y bandera. Estas prácticas profundizaron la sospecha de que el petrolero operaba como parte de una red diseñada para evadir restricciones financieras y comerciales.
Aun, la ubicación exacta del petrolero en el momento de la incautación aún no está confirmada. El portal Vanguard advirtió que el Skipper podría haber “falseado su posición durante mucho tiempo”, lo que vuelve incierta la veracidad de los reportes públicos.
Cómo fue el operativo de Estados Unidos que desató tensión con Venezuela
El operativo para incautar el petrolero Skipper se realizó en el mar Caribe, a pocos kilómetros de las costas venezolanas, bajo control de la Guardia Costera de Estados Unidos con apoyo de la Marina y fuerzas especiales, en cumplimiento de una orden judicial emitida dos semanas antes que autorizaba la captura por violar sanciones previas. Para Washington, el buque integraba una “flota oscura” que trasladaba petróleo sancionado de Venezuela e Irán hacia Cuba mediante estructuras financieras vinculadas a redes terroristas, y no se registraron enfrentamientos ni heridos.
Su tanque llevaba entre 1,8 y 2 millones de barriles de crudo pesado Merey, producido por PDVSA, y navegaba con una bandera falsa de Guyana para ocultar su ruta. Esa cobertura terminó revelándose cuando el propio gobierno guyanés negó haber registrado al barco. Según fuentes citadas por CBS, la operación movilizó dos helicópteros, un equipo de élite de la Guardia Costera, 10 infantes de marina y personal de operaciones especiales.
Así, la toma del buque estuvo a cargo del Equipo de Seguridad y Respuesta Marítima, una unidad preparada para escenarios de alta complejidad que combinan tácticas antiterroristas y abordajes rápidos desde el aire.


El operativo llevó semanas. Agencias estadounidenses siguieron cada movimiento del Skipper con imágenes satelitales, datos AIS y reportes comerciales y, detectaron que el buque enviaba coordenadas falsas, cambiaba de identidad digital y alteraba su señal a medida que se acercaba a aguas venezolanas. A eso se sumó el cruce con registros de PDVSA que mostraban cargamentos recientes desde el puerto de José y antecedentes de transportar crudo iraní sancionado en viajes anteriores, según informes técnicos revisados por analistas.
Se ejecutó de madrugada para evitar maniobras evasivas. Dos helicópteros MH-65 se acercaron al petrolero y desplegaron por cuerdas rápidas a los equipos de asalto, que aseguraron la cubierta en menos de dos minutos. Luego avanzaron hacia el puente de mando, donde tomaron control del sistema de navegación y de comunicaciones. Un video oficial de 45 segundos muestra a militares armados recorriendo el buque ya asegurado.
Cómo responde Venezuela a la captura del Skipper
El gobierno bolivariano difundió un comunicado en el que aseguró que defenderá su soberanía y sus recursos naturales con “determinación absoluta”, anticipando que acudirá a instancias internacionales para denunciar lo que definió como un “grave crimen” cometido por Estados Unidos. Allí, habló de “robo descarado” y “acto de piratería internacional”, planteando que la operación representó un despojo de las riquezas energéticas del país.
“Siempre se trató de nuestras riquezas naturales, de nuestro petróleo, de nuestra energía, de los recursos que pertenecen exclusivamente al pueblo venezolano”, señaló el comunicado, que también recordó que Venezuela posee las mayores reservas probadas de crudo del mundo. Para el gobierno, la incautación del buque es una ofensiva que pretende debilitar la capacidad de exportación y golpear el corazón del sector petrolero.
Aunque Nicolás Maduro evitó referirse al episodio durante un discurso en Caracas, la Cancillería asumió la respuesta diplomática y vinculó la captura con la campaña de ataques y retenciones de embarcaciones desplegadas por Estados Unidos en el Caribe y el Pacífico desde septiembre. Según la versión oficial, esos operativos destruyeron distintos tipos de embarcaciones, dejaron decenas de muertos y forman parte de una estrategia para interferir en las rutas de la región.
También, Diosdado Cabello, primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y uno de los principales líderes del chavismo, retomó esa línea y afirmó que la maniobra estadounidense no está relacionada con narcotráfico ni terrorismo. Según él, la incautación forma parte de un intento de “robar el petróleo, el oro y el gas de Venezuela”, enmarcado en una estrategia de “saqueo sistemático” de las riquezas nacionales, e instó a una “resistencia activa prolongada” frente al “terrorismo psicológico” que, aseguró, impulsa Washington para sembrar temor y desmovilización.
MV