La prensa uruguaya reveló ayer la identidad del diplomático iraní en Uruguay que puso en alerta al gobierno de José Mujica. De acuerdo con el diario El Observador, el funcionario en cuestión sería “Ahmed Sabatgold”, ex agregado político de la Embajada de Irán en Montevideo, sobre cuya reciente salida de Uruguay aparecieron contradictorias versiones en las últimas horas. Sin embargo, según pudo saber PERFIL, el nombre correcto del diplomático es Ahmad Sanad Gol.
El caso se hizo público anteayer, cuando el periódico israelí Haaretz aseguró en base a fuentes gubernamentales de Israel que, dos semanas atrás, el gobierno uruguayo había expulsado del país a un diplomático iraní por la sospecha de que estaba “involucrado en la colocación de un artefacto explosivo cerca de la embajada israelí en enero”.
El artículo recordó un confuso episodio ocurrido el 8 de enero, cuando la policía halló un pequeño artefacto explosivo, aunque sin detonador, en las inmediaciones de la nueva sede diplomática de Israel, en el edificio World Trade Center de la capital uruguaya. Según Haaretz, “las investigaciones arrojaron información que apunta a una posible participación de alguien de la embajada iraní”, por lo que el gobierno de Mujica habría decidido “expulsar a un diplomático de alto rango”.
Horas después, la Cancillería uruguaya publicó un extenso comunicado en el que desmintió parcialmente lo publicado. Indicó que las pesquisas sobre el artefacto hallado el 8 de enero “no arrojaron ninguna prueba respecto a la participación de un funcionario de la Embajada de Irán”. En cambio, remitió a otro episodio similar ocurrido el 24 de noviembre, cuando fue hallado un maletín sospechoso –que finalmente estaba vacío– cerca de la ex sede de la Embajada de Israel.
En relación con ese incidente, el comunicado reveló que el 10 de diciembre el gobierno llamó a consultas al embajador iraní, ya que en filmaciones de seguridad se observó a un auto con matrícula diplomática de Irán –el de Sanad Gol– cerca del maletín. Las autoridades uruguayas le manifestaron que “la coincidencia de la presencia del funcionario iraní a unas decenas de metros del maletín no era afortunada y que resultaba inadmisible y obligaría a Uruguay a adoptar medidas aún más severas si se dieran circunstancias semejantes en el futuro”. Agregaron que “sin perjuicio de la inexistencia de evidencia policial que implicara al funcionario iraní”, la situación resultaba “altamente preocupante”.
El embajador de Irán respondió que “se trató de un hecho casual dado que (el funcionario) se atendía en una mutualista por la zona”. La Cancillería concluyó que “Uruguay no expulsó a funcionario diplomático alguno” y agregó que el aludido diplomático iraní había culminado sus funciones y regresado a Irán el 7 de diciembre.
El diplomático en cuestión sería Sanad Gol, de 32 años. El Observador de Uruguay describió al ex agregado político –quien, según constató este diario, también estuvo en funciones en Paraguay– como un funcionario “desprolijo” que expresaba públicamente su odio al judaísmo. Sanad Gol incluso habría oficiado como traductor entre Hugo Chávez y el ex presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad. Y tendría contacto con círculos políticos locales como la coalición Unidad Popular, que critica “por izquierda” al Frente Amplio.
La “conexión uruguaya”
Ahmad Sanad Gol no es el primer iraní en levantar sospechas –fundadas o no– en Uruguay en los últimos años. El fiscal Alberto Nisman siempre sostuvo que parte del atentado a la AMIA fue planificado desde el vecino país por hombres del régimen de Teherán. En 2013, Nisman llegó a pedir colaboración a la Justicia uruguaya para investigar una casa en Montevideo que fue adquirida en 2006 por la embajada iraní en Uruguay. En ese domicilio había vivido en 1994, unos pocos meses antes de la voladura de la mutual israelita, el ex agregado cultural de la Embajada de Irán en la Argentina, Mohsen Rabbani, señalado por Nisman como uno de los instigadores del ataque a la AMIA. En un extenso informe, el fiscal incluso dio cuenta de una supuesta red de inteligencia iraní que habría operado durante años en varios países de Latinoamérica.