INTERNACIONAL
traS el encuentro con obama

Raúl Castro aspira a erigirse en el Deng Xiaoping de Cuba

El presidente cubano quiere replicar el “socialismo con características chinas”. Impulsa la apertura económica para retener el control político.

Espejo. Raúl se prueba el traje de Deng, el sucesor de Mao que modernizó la economía china. Tras el deshielo con EE.UU., quiere atraer inversiones para que perdure su gobierno y la Revolución.
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En el deshielo con Washington, Raúl Castro se calzó el traje de Mao Zedong, el histórico líder del Partido Comunista Chino que estrechó lazos con el gobierno de Richard Nixon. Tras el histórico encuentro con su par Barack Obama, el presidente de Cuba tiene ahora otro desafío: modernizar la economía de su país sin entregar el poder político. Para eso, buscará emular a Deng Xiaoping, arquitecto de las reformas económicas que liberalizaron la economía china y abrieron paso a enormes tasas de crecimiento.
“El socialismo con características chinas” no tuvo como correlato mayores libertades civiles y políticas. Deng ejerció el poder con un marcado carácter autoritario, ordenando incluso la represión violenta de las protestas de la Plaza Tiananmen en 1989. El desafío para el mandatario cubano es replicar ese modelo, con la diferencia de tener a Florida a pocos kilómetros de su costa. “En cierta medida, Raúl quiere seguir el modelo chino de privatización económica sin liberalización política. Pero, por ahora, la privatización ha sido solamente al nivel de las pequeñas empresas, mientras que en China existen empresas gigantes”, confió a PERFIL Alan McPherson, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Oklahoma.
Las reformas encaradas por Raúl y el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos buscan atraer inversiones extranjeras. Según declaró el ministro cubano de Comercio, Rodrigo Malmierca, la isla necesita 2.500 millones de dólares por año para fomentar el crecimiento de su economía. Durante la VII Cumbre de las Américas, el funcionario se reunió con el presidente de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, Tom Donahue, para seducir a capitales norteamericanos. “Las reformas son para retener el poder político mediante la recuperación del crecimiento económico, con el prospecto de una relegitimación del Partido Comunista Cubano. Será una economía de mercado, igual que en China y Vietnam, con la esperanza de controlar a las clases y fuerzas procapitalistas que esto implica. Durante la vida de Raúl y Fidel funcionará. Después ya no”, afirmó a este diario Heinz Dieterich, ex asesor de Hugo Chávez e ideólogo del socialismo del
siglo XXI.

Problemas. Las dificultades, sin embargo, no son pocas. “El gobierno cubano no tiene la eficiencia ni la educación para tratar con grandes empresas. Además, me imagino que los cubanos tienen miedo de que cualquier gran empresa sea un vehículo para el ingreso de los ‘gusanos’ de Miami”, opinó McPherson.
Raúl insistió en la gradualidad de las reformas y prometió discutir todo los temas con la Casa Blanca, pero pidió paciencia. Su énfasis por una transición ordenada hacia una economía de mercado apunta a no perder el control político. “A Raúl le toca jugar ese papel, porque la alternativa es el colapso total de la economía, es decir, el fin del Partido y de la Revolución”, agregó el sociólogo alemán Dieterich.

Historia. Los lazos entre Cuba y China se remontan a 1959, cuando La Habana fue el primer país de América Latina en reconocer a la República Popular. Sin embargo, Deng no fue una persona muy querida en La Habana, según admitió Fidel Castro en una carta publicada en 2012 en el sitio Cuba Debate. “Presumía de hombre sabio y, sin duda, lo era. Pero incurrió en un pequeño error. ‘Hay que castigar a Cuba’, dijo un día. Nuestro país nunca pronunció siquiera su nombre. Fue una ofensa absolutamente gratuita”, dijo por ese entonces el líder cubano.
Al igual que Deng con Mao, Raúl vivió a la sombra del líder de la Revolución. Tras acceder al poder, ambos impulsaron reformas. El primero de ellos llevó a China a convertirse en la segunda economía mundial. El segundo aspira a sacar a su país del estancamiento, pero aún es pronto para saber si lo logrará.
“No importa que el gato sea blanco o negro. Mientras cace ratones, es un buen gato”, dijo el dirigente chino al explicar el cambio de rumbo de su país. Una frase de cabecera para la Cuba que imagina Raúl Castro.

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