El abogado Héctor Tatarsky disfrutaba de sus vacaciones con su esposa Elisa en un lujoso crucero de Costa Pacífica cuando, de repente, su descanso se vio interrumpido por la pandemia de coronavirus que sacude a casi todo el mundo. La próxima parada prevista del crucero era Santa Cruz de Tenerife (en las Islas Canarias), pero España decretó el "estado de alarma" por la enfermedad y cerró sus puertos a embarcaciones grandes provenientes del exterior. Ante esa circunstancia, la compañía debió seguir rumbo a Francia, pero tampoco es seguro que allí pueda atracar.
España tiene 4.200 infectados por coronavirus y 121 fallecidos, lo que lo convirtió en el segundo país más castigado de Europa después de Italia. Tatarsky y su esposa son dos de los 1.600 argentinos que están en ese crucero, que debería atracar directamente en Marsella el próximo 19 de marzo al mediodía, según las últimas informaciones brindadas a los 3 mil pasajeros y tripulación a bordo.
"El viaje fue comprado entre octubre y noviembre del año pasado. Del coronavirus no se hablaba, ni nadie se lo imaginaba. Cuando se acercó al fecha, evaluamos la posibilidad de no viajar; pero hablando con médicos y con agentes de la empresa, que no parecieron estar demasiado preocupados por eso, seguimos. Quizás nos equivocamos y debimos habernos quedado en casa", lamentó Tatarsky en diálogo con PERFIL.
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La embarcación partió del puerto de Buenos Aires el pasado 3 de marzo. Paró en las costas de Brasil: Río de Janeiro, Salvador de Bahía y Maceió. La ruta seguía con el cruce por el Atlántico hasta Santa Cruz de Tenerife, para luego continuar hacia el continente europeo a Málaga, Barcelona, Génova y finalizaba en Marsella.
El pasado jueves 12 de marzo, dos días después de zarpar de Brasil, el capitán se dirigió a los pasajeros a través de una circular para informar del cambio de planes. "Durante la pasada noche, se nos notificó que el Gobierno español acordó, como medida complementaria y temporal, prohibir la entrada a los puertos españoles de cualquier crucero proveniente de cualquier origen que tenga un puerto español como destino. Lo lamentamos mucho y nos sorprende la decisión tan inesperada que afecta a nuestra llegada prevista a Santa Cruz de Tenerife y que, en consecuencia, ya no será posible realizar en este momento. Entendemos totalmente si frustración que, como pueden imaginar, también es nuestra", consignó la misiva.
La angustia y la tensión de la gente va en aumento, dijo Tatarsky
"Somos 1600 argentinos y la mayoría de ellos no tiene ni la menor idea de cómo terminará esta historia. La tripulación y los oficiales no saben dar información de ningún tipo, es más, alguno ha perdido la paciencia y hubo hasta amenazas del segundo de abordo de bajarnos con la policía sea cual fuere el puerto al que lleguemos si nos negamos a salir", relató Tatarsky. "Nuestros pasaportes están retenidos en el barco desde el día en el que subimos, no hay devolución de los mismos. En Maceió alguna gente ya bajó dado que se pre anunciaba esto. El clima es nervioso y la gente está bastante angustiada. El problema es que no se sabe qué hacer", agregó el letrado de 74 años.
El anuncio del desembarco en suelo francés no calmó las preocupaciones de los pasajeros. "Lo último que nos dijeron hoy es que vamos a Marsella. El resto está en la oscuridad. No sabemos qué va a pasar cuando lleguemos. Acá hay gente que por razones dinerarias muy posiblemente no pueda afrontar un gasto de un hotel, luego habrá que buscar pasajes en los aviones de Aerolíneas para volver. Así que, en definitiva, la angustia y la tensión de la gente va en aumento. Esto no ha sido precisamente algo que calmar los nervios, representa otro problema, porque llegados a Marsella ¿qué hacemos?", planteó Tatarsky.
La incertidumbre es el común denominador de los argentinos que se encuentran fuera de nuestras fronteras, ya sea por cuestiones laborales u ocio. Es el caso de Pablo Rozas y Rocío Zaracho, una pareja de jóvenes que partieron de Ezeiza el pasado 7 de marzo y tenían previsto regresar el 20 del mismo mes desde el aeropuerto londinense de Gatwick. Sus paradas eran Londres, Amsterdam, Roma, Florencia y Barcelona.
"Lo planificamos todo hace un año. Era nuestro primer viaje grande fuera del país. Nos tomó por sorpresa y desprevenidos las medidas que tomaron, fueron abrumadoras y rápidas. Ya desde Londres nos informaban que Italia estaba por cerrar fronteras, incluyendo Roma, uno de nuestros destinos. Esto pasó el primer día de llegar al Reino Unido. Cada vez que enganchamos wifi en algún sitio, nos llegaban noticias que nos bajaban el ánimo, las ganas de seguir el viaje pese a estar en una ciudad que nos maravillaba. Nos daba una amargura y una tristeza increíble saber que no sentimos las vacaciones, sino que nos fuimos de un lugar para meternos en un quilombo que nunca quisimos y seguimos en eso", admitió Rozas en conversación con este medio.
Pasamos de un viaje de vacaciones a uno de supervivencia con incertidumbre, relató Pablo Rozas
Cuando llegaron a Barcelona, decretaron el cierre de Cataluña y España, justo un día después de que el presidente Alberto Fernández anunciara que se cancelaban los vuelos de los países de mayor circulación del virus.
"Ahora nos comunicamos con el consulado. A nosotros ya nos avisaron que se canceló el vuelo a Londres, desde donde volvíamos a Buenos Aires. Así que estamos viendo cómo vamos a poder regresar. Acá estamos en la casa de un primo que nos hospedó sin anticipación, por suerte. Desde Argentina nos están dando mucha data, mucha fuerza para sentirnos acompañados en todo esto. Tratamos de visitar Barcelona, sobre todo lugares abiertos, nada cerrados, pero es una locura, te sentís un maniático. Pasamos de un viaje de vacaciones a uno de supervivencia con incertidumbre, pero al menos tenemos la certeza de que, mínimamente en 15 días vamos a volver a casa", manifestó el joven que trabaja en una negocio de café de cara al público.
La ansiedad que compartía con su novia era, más allá de la repatriación, qué sucedería con su empleo, puesto que además de volver más tarde de lo previsto, tendrá que cumplir luego con los 14 días de cuarentena establecidos por la Casa Rosada. "Ya nos contactamos a nuestros respectivos trabajos y nos dijeron que no nos preocupemos que todo estará bien, que obviamente no perderiamos los puestos, porque temíamos que así sucediera. Más que unas vacaciones extendidas va a ser una pequeña agonía, porque somos muy responsables y tenemos miedo de contagiar, si tenemos algo, a nuestros seres queridos", completó Rozas.
BDN/FF