En un mundo donde los conflictos armados alcanzan niveles no vistos desde la Segunda Guerra Mundial, con 59 guerras estatales activas y un deterioro de la paz global del 0,36% solo en el último año, el espectro de una Tercera Guerra Mundial se cierne como una amenaza real. Encuestas recientes revelan que una mayoría en Estados Unidos y Europa Occidental cree probable un conflicto global en la próxima década, impulsado por tensiones en Ucrania, Gaza y el Indo-Pacífico.
Ante este panorama, el Informe del Índice Global de Paz (GPI) 2025, elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), emerge como una brújula esencial. Este ranking, que evalúa 163 países y territorios –cubriendo el 99,7% de la población mundial– mide la ausencia de violencia a través de 23 indicadores cualitativos y cuantitativos, agrupados en tres dominios: seguridad y seguridad societal, conflictos internos e internacionales en curso, y militarización. Un puntaje bajo indica mayor paz, y los líderes destacan por su bajo crimen, estabilidad política, relaciones armónicas con vecinos y mínima implicación en guerras externas.

El GPI 2025 confirma una tendencia alarmante: la paz mundial ha empeorado en 13 de los últimos 17 años, con 97 países deteriorados y un aumento del 438% en muertes por conflictos internos desde 2008. El costo económico de la violencia roza los 20 billones de dólares, el 11,6% del PIB global. Sin embargo, en este contexto de "crisis de conflictos violentos", los países más pacíficos no sólo resisten, sino que ofrecen modelos de resiliencia.
Su bajo nivel de militarización –con gastos en defensa por debajo del promedio global– y factores como la neutralidad histórica o el aislamiento geográfico los posicionan como potenciales "refugios" en un escenario de guerra total, donde la escalada nuclear o cibernética podría devastar regiones conectadas. Expertos del IEP subrayan que estas naciones correlacionan con mayor crecimiento del PIB, bienestar social y capacidad para absorber shocks geopolíticos, como los provocados por la invasión rusa de Ucrania o el auge de tensiones en el Mar del Sur de China.
Islandia: el faro de la paz absoluta
Islandia ocupa el primer lugar con un puntaje de 1,107, manteniéndolo por decimoctavo año consecutivo desde 2008. Esta isla atlántica, con apenas 370.000 habitantes, lidera en los tres dominios del GPI: su tasa de homicidios es casi nula (0,3 por 100.000), no alberga conflictos armados y carece de un ejército permanente, confiando en la OTAN para defensa.
Su policía desarmada y políticas de igualdad de género –líder mundial– fomentan una sociedad cohesionada donde los residentes caminan solos de noche sin temor.
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En un contexto de Tercera Guerra Mundial, su aislamiento remoto –a 1.000 km de la Europa continental– y neutralidad implícita la convierten en un bastión contra invasiones o fallout nuclear.
Como señala un análisis de CNN, Islandia no solo es el país más pacífico, sino el tercero en felicidad global, atrayendo turismo en medio de erupciones volcánicas que simbolizan su estabilidad inquebrantable. El IEP destaca que su bajo impacto terrorista y ausencia de refugiados (menos del 1% de la población) la blindan ante desestabilizaciones híbridas.
Irlanda y Nueva Zelanda: neutralidad e insularidad como escudos
En segundo lugar, Irlanda (puntaje 1,298) brilla por su neutralidad militar constitucional, evitando alianzas beligerantes desde su independencia en 1922. Con bajos índices de crimen organizado y una mejora del 2% en seguridad societal, este país celta invierte en diplomacia y cohesión social, reduciendo desigualdades que alimentan conflictos.
Su posición en el GPI refleja pocos incidentes de terrorismo y relaciones estables con vecinos como el Reino Unido, pese a tensiones históricas. Para una guerra global, su ubicación insular en el Atlántico Norte la protege de frentes directos, similar a cómo sobrevivió la II Guerra Mundial como "nación neutral".
Nueva Zelanda, tercera (1,453), sube posiciones gracias a estrictas leyes de control de armas post-atentado de Christchurch (2019) y una mejora en demostraciones no violentas. Esta nación oceánica, con un ejército mínimo y enfoque en derechos indígenas maoríes, registra cero conflictos externos y bajo militarismo.
Su geografía remota –a 2.000 km de Australia– la posiciona como uno de los lugares más seguros en simulaciones de apocalipsis nuclear, según estudios como el publicado en Risk Analysis por la Universidad de Southampton. El periódico británico The Guardian resaltó que, junto a Australia, Nueva Zelanda podría sostener la producción alimentaria post-desastre, gracias a su autosuficiencia agrícola y baja densidad poblacional.
Austria y Suiza: neutrales en el corazón de Europa
Austria (cuarta) y Suiza (quinta) encarnan la neutralidad europea, con políticas de no alineamiento que datan de 1815 y 1814, respectivamente. Austria, con un puntaje que refleja inversiones en redes sociales y salud, ha mejorado en militarización pese a presiones por la guerra en Ucrania. Su tratado de Estado neutral prohíbe bases extranjeras, y su bajo nivel de IDPs (desplazados internos) la hace resiliente. Ante una posible “Tercera Guerra Mundial”, su posición alpina ofrece barreras naturales contra invasiones, como demostró en la Guerra Fría.
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Suiza, por su parte, combina democracia directa con un sistema de milicias ciudadanas no agresivas. Lidera en seguridad social, con tasas de robo mínimas y alta confianza institucional. Aunque ha aumentado ligeramente el gasto militar por tensiones globales, su neutralidad perpetua –reconocida por la ONU– y bunkers subterráneos para el 100% de la población la convierten en un "búnker continental". En un reciente informe, la BBC enfatizó que estos países priorizan la inversión interna sobre la beligerancia, permitiendo a residentes sentirse seguros incluso en noches urbanas.
Singapur, Portugal y Dinamarca: modelos asiáticos y europeos de estabilidad
Singapur (sexta) irrumpe en el top por su ascenso económico y control estricto de la delincuencia, con un sistema judicial eficiente y relaciones armónicas en el ASEAN. A pesar de tensiones regionales, su bajo militarismo relativo y diversidad étnica gestionada la protegen de escaladas. En un conflicto global, su posición estratégica en el Estrecho de Malaca podría ser vulnerable, pero su resiliencia urbana –con reservas alimentarias para meses– la fortalece.
Portugal (séptima) ha escalado 11 posiciones desde 2014, gracias a la estabilidad post-dictadura y turismo pacífico. Su bajo impacto de terrorismo y mejora en conflictos externos lo destacan. Dinamarca (octava), pese a un declive en militarización por compromisos OTAN, mantiene altos estándares de seguridad social, con énfasis en bienestar vikingo.
El resto del top 10 y más allá
El top se completa con Eslovenia (novena), que destaca en Centroeuropa por su transición pacífica post-yugoslava; y Finlandia (décima), que, pese a unirse a la OTAN en 2023, conserva bajos homicidios y alta confianza. Otros notables incluyen República Checa (11), Japón (12) –con su pacifismo constitucional– y Malasia (13), que demuestra paz en diversidad multiétnica.
Países como Canadá (15) y Australia (18) añaden capas oceánicas de protección, con Canadá vista como "el más seguro" por viajeros estadounidenses en alertas globales de la BBC. Estos líderes comparten pilares de "paz positiva": instituciones fuertes, libre flujo de información y equidad, que el IEP vincula a mayor GDP per cápita y menor vulnerabilidad a shocks.
Aunque el GPI no mide directamente escenarios posibles para una guerra mundial, sus indicadores de militarización –empeorados en 94 países– y hotspots de escalada (como Siria o Cachemira) advierten de riesgos. Naciones como Nueva Zelanda y Australia, según Risk Analysis, lideran en supervivencia nuclear por su aislamiento y recursos.
DS/DCQ