La crisis en Irak vive un crescendo. En los últimos dos meses hubo 420 muertos. Y solo en los dos últimos días, las víctimas superaron el número de sesenta. En ese contexto el líder nacional, el ayatolá Alí Sistani, le pidió la renuncia al primer ministro Adel Abdel Mahdi, quien anunció que dejará el cargo.
La crisis vive una verdadera espiral. El sur del país está absolutamente convulsionado. Pero la agitación política que se generó no logró frenar la espiral de violencia que azota la región, agrícola y tribal, donde combatientes tribales tomaron las calles, armados, para proteger a los manifestantes en Nasiriya, mientras que hombres vestidos de civil abrieron fuego contra la multitud en Nayaf.
21 muertos. Solo ayer viernes hubo 21 muertos por la represión de las fuerzas militares. Los anuncios de cambios políticos no mitigaron un conflicto que está cada vez más candente. 15 manifestantes murieron por balas de la policía en Nasiriya, uno en Bagdad y otros cinco en Nayaf, donde hombres vestidos de civil dispararon contra los manifestantes frente a la sede de un partido, según testigos y médicos.
El jueves la violencia fue aún mayor: en el sur de Irak hubo una dura represión por parte de los comandantes militares enviados desde Bagdad, tras el incendio, al grito de “¡Irán fuera!”, del consulado iraní en la ciudad santa chiita de Nayaf. El conflicto contra el poder chiita no cesó de aumentar desde el comienzo de la crisis.
“Nuestro problema no es el primer ministro, ¡queremos que todos los partidos se vayan!”, dicen los manifestantes denunciando unos servicios públicos insuficientes, la corrupción y el desempleo en un país donde uno de cada cinco habitantes vive en la pobreza.
El Que se vayan todos, tal como sucede en Chile y de otra manera en Francia con los Chalecos Amarillos, tiene aspectos vinculados con lo global, pero también causas locales.
De momento, los diputados de la oposición, del ex primer ministro Haider Al Abadi y del turbulento Moqtada Sadr, que lidera el primer bloque del Parlamento, se declararon dispuestos a retirarle su confianza al Ejecutivo.
Contra Irán. La segunda fuerza política del país también participó del tema. En cuanto a los paramilitares de las Fuerzas de Movilización Popular, afines a Irán, segundo grupo del Parlamento que hasta ahora apoyaba al gobierno, también parecían plegarse a la voluntad del gran ayatolá y llamó a “cambios necesarios en el interés de Irak”.
Adel Abdul Mahdi dejará el cargo, luego de distintos vaivenes y titubeos en el poder real del país que no se frenaron con los anuncios del día de ayer. Los manifestantes de Bagdad celebraron este viernes la dimisión de quien acabó cediendo a la presión de la calle, después de que los principales líderes chiíes le retiraran el apoyo tras otra jornada de violencia en el sur del país y después de casi dos meses de protestas.
El intento de solucionar la crisis tendrá un nuevo capítulo este domingo, cuando se reúna el Parlamento. Es la primera vez desde la dimisión de Sadam Husein que debe renunciar un primer ministro en funciones. Un elemento que revela la gravedad de la crisis que no termina, ni aún con las muertes y la renuncia.
Dos meses
- El 1 de octubre comenzaron las primeras manifestaciones en Bagdad, que se propagaron hacia el sur del país.
- Tal como sucedió en otros lugares del mundo, los especialistas consideran que fue espontánea.
- Antes de la dimisión del primer ministro, el ayatolá Sistani había pedido a los diputados que replantearan su apoyo al gobierno, lo que fue considerado como un pedido de renuncia.