Así como le sucedió a Donald Trump, el coronavirus ha frustrado los prósperos meses que tenía previstos el presidente ruso Vladimir Putin: en su caso, un “voto popular” en abril para cimentar su poder, un gran desfile militar el 9 de mayo para ensalzar el recuperado poderío de Rusia y un nuevo primer ministro para reactivar la economía.
La pandemia lo ha cambiado todo. El “voto popular” para validar la reforma constitucional que le abre la posibilidad a Putin de mantenerse en el poder hasta 2036, ha sido postergado sine die, igual que las grandiosas celebraciones previstas hoy para conmemorar el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Además, la economía caerá en 2020 un 6%, y según el barómetro del instituto independiente Levada, Vladimir Putin ha perdido 10 puntos de popularidad desde enero --y cuatro entre marzo y abril-- para caer a 59%.
Golpe. La crisis epidemiológica ha golpeado el corazón del Estado: el nuevo jefe de gobierno Mijaíl Mishustin, nombrado en enero para impulsar las reformas económicas, está hospitalizado desde el 30 de abril.
Para la experta Tatiana Stanovaya, del centro de reflexión R. Politik, Putin afronta la crisis más profunda de sus 20 años en el poder: “Para él es una nueva experiencia. Esta crisis se produce en el momento de la reforma constitucional, cuando empezaba a reorganizar el régimen”, aún más a su favor. “Es un duro golpe a todos los planes” del presidente ruso, asegura.
Según Andréi Kolesnikov, del centro Carnegie, le va a ser “difícil” recuperarse de la anulación de la votación, y cuando se produzca, este referéndum corre el riesgo de “irritar en lugar de movilizar, debido al contexto”.
Pero Putin ya ha superado varias crisis económicas, guerras y oleadas de atentados, y es considerado entre el pueblo ruso como el hombre que le ha devuelto a Rusia su grandeza y su orgullo.
En el contexto del coronavirus, el propio Putin destacó el miércoles los éxitos rusos en el ámbito sanitario, al considerar que Rusia se había convertido en un modelo con sus pruebas de detección masivas y su baja mortalidad.
“La práctica ha demostrado que teníamos razón. Muchos países extranjeros han seguido el camino que hemos trazado, con el mismo éxito” proclamó.
Frustración económica. Pero el gran desafío del país es la economía, débil incluso antes de que apareciera la pandemia. Se espera una fuerte recesión, mermando aún más los ingresos de los rusos, ya en retroceso desde 2014 por sanciones internacionales tras la crisis ucraniana.
Desde fines de marzo y del inicio del confinamiento, las pequeñas y medianas empresas luchan por sobrevivir y millones de rusos se hallan sin sueldo pese a las promesas de las autoridades de apoyar a empresas y trabajadores
Según Andréi Kolesnikov, la frustración económica de los rusos podría volverse en contra de su presidente, que podría “concentrar en su persona la desaprobación”.
Igor Nikolayev, director del Instituto de análisis estratégico de FBK Grant Thornton, destaca que Rusia dispone de reservas suficientes para afrontar durante año y medio la crisis, gracias a su fondo soberano de 150.000 millones de dólares.
Pero si la crisis dura más, puede haber problemas, porque el país es muy dependiente de sus hidrocarburos, cuyos precios internacionales se han derrumbado por la caída global de la actividad provocada por la pandemia.
Por otra parte, “la población está mal preparada: 60% de los rusos no tiene ahorros y los ingresos reales han caído un 7,5%” destaca Nikolayev, mientras que Stanovaya advierte que “mucha gente está en una situación desesperada”.
Putin “no ve los problemas reales” y en el país se está urdiendo una “explosión de protestas”, concluye la analista.