Europa padece una crisis económica que pone en jaque a toda la región, y cada país evalúa cómo encontrar la mejor salida sin matar al euro. Mientras algunos países buscan alternativas para aumentar su rentabilidad, Holanda decide endurecer sus leyes, incluso si esto se traduce en una pérdida financiera por demás seria.
Desde el 1 de enero de 2012, el país recortará el consumo de marihuana en coffeeshops, locales que se han convertido en un paso obligado para los consumidores de esa hierba. En adelante, ese circuito será exclusivo de los socios holandeses o ciudadanos con permiso de residencia, según adelanta el diario español El País. Los turistas tendrán una única opción: mirar desde afuera, ya que no podrán entrar. Para 2013, el Ministerio de Justicia holandés espera haber cubierto todo el territorio nacional.
En principio, los motivos de esta medida se centran en la potencia del cannabis holandés, que contiene más de un 15% de tetrahidrocannabiol (THC), el principio activo. Por ello, el Gobierno determinó que este tipo de marihuana será considerado como una “droga dura”. “Supone un peligro para el fumador más vulnerable: los adolescentes y jóvenes”, argumentó el ministro de Justicia, Ivo Opstelten.
Con la implementación de esta medida, los clientes podrán seguir fumando, pero tendrán que registrarse y mostrar el correspondiente carnet. Cada establecimiento tendrá un máximo de 2.000 socios fijos. Y no podrá vender droga cuyo índice de THC supere el 15%.
El Gobierno no sólo intenta luchar contra los efectos del porro local, sino también contra la exportación de marihuana nacional, un problema inesperado. Es que el país penaliza el tráfico, posesión y venta, pero permite su consumo desde 1976. El modelo pro-cannabis cambia, y nadie sabe aún cuál será su impacto y si, realmente, será para mejor.