El bombardeo occidental sobre Siria por el supuesto ataque con armas químicas del gobierno de Bashar al-Assad levanta suspicacias por haber sido realizado antes que llegaran al lugar los inspectores de la agencia de la ONU que supervisa esos casos, que ya en el pasado detectaron ataques “armados”, advierte Nicolás Dapena, un especialista argentino.
La Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) llegó a Siria para determinar si en el ataque del 7 de abril, en Duma, se utilizaron armas de este estilo. En agosto de 2014, la OPAQ afirmó que el arsenal de armas químicas de Damasco estaba destruido en un 94% y dos años después confirmó su eliminación total.
Las principales acusaciones contra el gobierno sirio no son exactamente el uso de armas químicas en sí (como gas sarín, la sustancia VX o el sulfuro de mostaza, utilizados antes), sino el de cloro.
“La particularidad que tienen estos ataques es que se combina un bombardeo convencional con uno de bombas de cloro que, cuando impacta, va directo hacia abajo y llena los sótanos de esta sustancia; la gente que no logra huir del bombardeo se refugia en el subsuelo y termina atrapada, y muere por asfixia por el cloro, es una mecánica para causar muchísimo terror”, afirma Nicolás Dapena a PERFIL.
Dapena, experto en armas químicas de la ONU, formó parte de la delegación de investigación conjunta del Consejo de Seguridad y la OPAQ, que en 2014-15 comprobó tres casos de uso de bombas de cloro por parte del gobierno sirio y uno de sulfuro de mostaza por Estado Islámico.
Estos ataques, dada la previa adhesión de Siria al tratado de prohibición de armas químicas, son un crimen de guerra. Y el año pasado, otra agresión de armas químicas fue comprobada en la ciudad de Khan Sheikhun. Pero tanto Siria como Rusia, su principal aliado, han negado toda responsabilidad en el uso de este tipo de armas. La excusa es que grupos terroristas son los verdaderos responsables.
Falsa bandera. “En un contexto de alta complejidad como este, ocurre mucho lo que se llama el atentado de falsa bandera, en el cual se finge una acción determinada para imputársela a otro grupo”, explica Dapena. “Yo fui líder de uno de los tres equipos de investigación en 2015 y nos tocó investigar dos escenarios posibles de uso de armas químicas que habían sido fabricados, eran falsos; los fabrican los grupos armados que están ocupando el lugar para llamar la atención de la prensa internacional y perjudicar al gobierno sirio”, añadió.
La discrepancia radica en que el ataque perpetrado por EE.UU., Gran Bretaña y Francia (con el veto de Rusia y China) durante la madrugada del sábado pasado se llevó adelante horas antes de que comenzara la inspección de la OPAQ. “Usualmente lo que se hace es esperar a que se certifique el uso de armas químicas en la zona, como lo hicimos nosotros con elementos probatorios, pero no se bombardea antes de que se haga ese trabajo”, resaltó Dapena.