INTERNACIONAL
Invasión rusa a Ucrania

Ucrania acosa a Moscú con drones y misiles y la India le "blanquea" el petroleo a Rusia

Para evitar el desgaste de su propia tropa en comabate, Volodymyr Zelensky despliega de drones acuáticos y aéreos, y misiles de largo alcance, contra barcos, puertos, puentes y ciudades, incluida Moscú.

Volodymyr Zelensky, se reúne con el presidente de EE. UU., Joe Biden 20221221
Visita del presidente ucraniano Zelensky a Estados Unidos. | AFP

La recuperación de los territorios usurpados por Vladímir Putin en Louhansk, Donetsk, Zaporiyia, Kherson y Crimea, mediante una ofensiva ucraniana de artillería e infantería, cede el paso a misiles, y a drones aéreos o acuáticos, llevando la guerra a la geografía rusa. El Kremlin esquiva las sanciones occidentales gracias al reciclado de su petróleo vía la India de Nerendra Modi, al tiempo que se destapan tergiversaciones de Africa del Sur frente a la próxima reunión del BRICS.

La contraofensiva terrestre de Kiev, para desalojar las tropas del Kremlin de los 125.000 km² que le ocupan, ha sido al parecer suspendida o postergada por el alto costo humano de las fuerzas ucranianas en los combates, la falta de suficientes municiones y tanques, y la ausencia de aviones. En su reemplazo, Volodymyr Zelensky despliega el acoso de drones acuáticos y aéreos, y misiles de largo alcance, contra barcos, puertos, puentes y ciudades, incluida Moscú.

Sus planes iniciales han evolucionado para preservar el dispositivo de unos 60.000 combatientes mantenidos al abrigo en bosques y trincheras, liberándolos de la presión de vencer rápidamente al enemigo antes que llegue la "raspútitsa", el fango que se acumula por lluvias y deshielos de la primavera y el otoño que tardan en absorberse hasta el verano siguiente. La recuperación de las zonas secuestradas quedaría para el 2024, cuando lleguen los aviones F-16 estadounidenses piloteados por ucranianos, y se haya generalizado el hostigamiento con drones y misiles.

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Guerra en Ucrania | Según un experto,

Ejemplarizando la "dronización" de la marina ucraniana, su poder de fuego se verifica estos últimos días en ataques con inutilización o daños significativos de navíos rusos en el puerto ucraniano de Berdiansk, del mar de Azov, hoy capturado por Moscú; y en Sebastopol, en la Crimea ocupada. A su vez, machacando los puentes de Tchonhar y Henitchesk, en las rutas que unen Crimea con el continente ucraniano, por debajo de  Kherson y Melitopol. También golpeando al puerto ruso de Novorossiysk, y el puente de Kersch, de 19 kilómetros, que conecta Crimea con el continente ruso, obra mayor del Presidente Putin. Con estas operaciones, Kiev buscaría asfixiar el aprovisionamiento logístico ruso de Crimea, cuya recuperación por Ucrania, simbolizaría el objetivo final de la guerra.

En ese contexto se descubre que principalmente gracias al auxilio de la India, Vladímir Putin consigue vender su petróleo por encima de 60 dólares el barril, límite impuesto por las sanciones internacionales preconizadas por el G7, una derrota particularmente importante para la Unión Europea, que esperaba ahogar el financiamiento ruso de la guerra en Ucrania. Una «flota fantasma» de unos 600 navíos, que representa entre el 10% y el 20% de la capacidad mundial de transporte marítimo, revende clandestinamente el petróleo proscrito procedente de Rusia, reconvertido clandestinamente en petróleo lícito, encubierto por sociedades de fantasía. (1) 

En mayo pasado, la India compró el 40% de su petróleo a Rusia, contra el 2% antes de la guerra, economizando 7000 millones de dólares, entre abril de 2022 y mayo del 2023, en virtud del bajo precio de ese hidrocarburo a causa de las penalizaciones occidentales. Desplazó a la Unión Europea como el destino más importante del petróleo ruso, y paradójicamente se convirtió en el principal abastecedor del Viejo Continente, vendiéndoselo después de refinado en India como nafta, diesel o gasolina. La perdida de ese mercado para Rusia significaría una disminución del 45% del presupuesto del Estado.       

Los barcos "fantasmas" apagan los sistemas de navegación para ocultar el traspaso de petróleo de un navío a otro. Entre el primer y el segundo trimestre de 2023, los registros internacionales revelan un aumento de 75% de navíos que salen de Rusia y proceden a esconder su obligatoria ubicación legal. Dicho porcentaje trepa al 140 % en el Mar Negro, en cuyas costas desembocan oleoductos rusos, acogiendo hasta tuberías de Kazajistan, vasallo del Kremlin, que terminan en el puerto ruso de Novorossiysk, como se ha visto anteriormente, blanco militar de Ucrania.

La crisis del petróleo

Las importaciones de petróleo ruso de la Unión Europea descendieron del 31% al 3% entre enero de 2022 y marzo de 2023, pasando a aprovisionarse en otros países como Brasil, Estados Unidos o Angola, alargando sus trayectos de unos 20 días, encareciendo los precios.  El comercio del "oro negro" está viviendo una efervescencia de cambios de propietarios de sociedades que compran y venden legalmente petróleo ruso a 60 dólares el barril, acomodándose a la exigencia del G7, en paralelo a otras compañías que lo adquieren clandestinamente por debajo de los 60 dólares el barril, entrando en la ilegalidad, con los riesgos de penalizaciones que ello implica.

Desde que Suiza aceptó aplicar las sanciones internacionales contra Rusia por la agresión a Ucrania, palideció el centro neurálgico del comercio petrolero de Ginebra. Muchas empresas emigraron a Dubai, capital del paraíso fiscal de los Emiratos Árabes Unidos, a su vez un puerto que se adapta a la nueva ruta del petróleo ruso, que se extiende a China, pasando por Arabia Saudita y la India, refugio de oligarcas rusos, donde proliferan empresas especializadas en trasegar el petróleo ruso, enrareciendo dueños y montos finales de las compraventas.  

 Potra parte, del 22 al 24 de agosto venideros se llevará a cabo en Johannesburgo la «cumbre» del BRICS, acrónimo inglés para Brasil, Rusia, India, China y Africa del Sur. El Presidente Putin no asistirá. Mandó anunciar una «participación plena» pero virtualmente. Su ausencia obedece a un pedido de captura de la Corte Penal Internacional (CPI) por el secuestro de menores ucranianos deportados a Rusia al inicio de la agresión a Ucrania, que la CPI considera un "crimen de guerra".

 

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Al respecto, vale precisar que África del Sur ha ratificado el Estatuto de Roma de la CPI, lo cual la obligaría a detener a Putin si viajara. No obstante, Cyril Ramaphosa, presidente sudafricano, adelantó que no lo haría porque "Rusia claramente ha afirmado que el arresto de su Presidente en ejercicio equivaldría a una declaración de guerra. Eso no es coherente con nuestra Constitución de arriesgar comprometer nuestro país en una guerra contra Rusia". 

Cabe recordar un incidente de 2015, con otro buscado por la CPI en visita a Johannesburgo, el entonces Presidente sudanés Omar Al-Bashir, por crímenes de lesa humanidad, de guerra y genocidio en Darfour, cometidos en 2003. Ciertos hechos arrojan luz sobre el comportamiento de África del Sur. Sus autoridades eludieron detenerlo y entregarlo a la CPI, por ser "un Jefe de Estado en ejercicio". La justicia sudafricana contradijo al gobierno, quien fue derrocado en 2019, y aún no ha comparecido en La Haya. 

Con estos antecedentes, África del Sur postula hoy en Ginebra a presidir el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2024, máximo órgano en la materia, de 47 Estados miembros elegidos por 3 años tras el voto secreto de la Asamblea General de Naciones Unidas. En la sesión especial sobre Sudan de la última sesión de este Consejo el pasado 11 de mayo, Johannesburgo se abstuvo de apoyar la posición mayoritaria del Grupo de países africanos, preocupada justificadamente por la muerte de civiles y la responsabilidad de los gobernantes de Sudan, hoy con más de 4 millones de desplazados, que incluyen 700.000 refugiados y solicitantes de asilo que huyeron a países vecinos, y 195.000 sursudaneses que debieron regresar a Sudan del Sur. 

África del Sur fundamentó su abstención divagando en un discurso sobre el enorme daño causado a la infraestructura del país, la catástrofe humanitaria y el riesgo que la crisis se extendiera a toda la región, sin condenar nada ni a nadie. Alegó que el Consejo estaba dividido al respecto, lo cual no se puede afirmar antes de votar, arrastrando a la abstención a Benin, Camerún, Costa de Marfil, Gabón y Malawi. Finalmente, consiguió que la resolución condenatoria que se aprobara contra Jartum se adoptará por pocos votos, perdiendo consistencia e impacto.