Un príncipe, descendiente de emperadores y reyes, asumirá pronto su banca como diputado federal ante el Congreso Nacional de Brasil: Don Luiz Philippe de Orléans y Braganza, de 49 años, es uno de los candidatos del partido PSL que alcanzó sus objetivos en las elecciones celebradas este domingo y el estado de Sao Paulo le dio 118.457 votos. El príncipe contó con el apoyo de Jair Bolsonaro y sus hijos, Carlos y Eduardo, que siguen los pasos políticos del candidato ultraderechista.
El tataranieto del último emperador brasileño Pedro II, y cuyo nombre sonó como posible compañero de fórmula de Jair Bolsonaro, incursionó en la política hace años. Empresario, empresario, político y activista, es el autor del libro "¿Por qué Brasil es un país atrasado?", en el que detalla su plan político: una revisión de la Constitución y con la creación de leyes de transparencia.
El príncipe contó que su proyecto de Constitución "no populista" -que "descentraliza" y "estabiliza" los Tres Poderes- está siendo elaborada por un grupo de 61 juristas e integrantes de la sociedad. "La administración será la primera y más importante en la protección de los intereses estratégicos de Brasil y la gente brasileña en el país y en el extranjero", dijo en una entrevista a "The Observer". "Al igual que el presidente Trump, creemos en un comercio bilateral justo y equilibrado, en la inversión en defensa y en el mantenimiento de fronteras sólidas".
Hijo del príncipe Eudes, Luis Philippe nació en Río de Janeiro y está casado con la brasileña Fernanda Hara Miguita, con quien tuvo un hijo. El príncipe, descendiente de don Pedro II, estudió ciencias políticas en Stanford y trabajó en JPMorgan Chase & Co. en Londres, y dirigió el movimiento político Acorda Brasil que apoyó la destitución de la ex presidenta Dilma Rousseff. Posteriormente se unió al PSL de Jair Bolsonaro, quien obtuvo casi el 49% de los votos en las elecciones presidenciales y competirá el 28 de octubre en segunda vuelta con Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores.
Una dinastía en campaña
En los últimos dos años las manifestaciones en Brasil contra la corrupción política fueron cada vez más numerosas. En muchas ocasiones, la presión de la calle fue tal que provocaron la destitución de la presidenta Dilma Rousseff o la condena a Lula da Silva. En muchas ocasiones, especialmente en Río de Janeiro y Sao Paulo, decenas de brasileños salieron a las calles con la antigua bandera imperial de Brasil, la que se usaba en los tiempos de Don Pedro II, derrocado en 1889.
Aunque el Imperio brasileño terminó oficialmente en 1889 con la proclamación de la República, los herederos del linaje imperial siguen reclamando su papel en un encuentro monárquico anual en Rio de Janeiro. "Si la monarquía volviera, sería un alivio", aseguró el príncipe Bertrand, pariente de Luiz Philippe. "Los brasileños lo celebrarían con una gran fiesta nacional, porque están hartos de la República".
Muchos asistentes reivindicaban con nostalgia la época "de oro" en que gobernaron el emperador Pedro II (1825-1891) y su hija, la princesa regente Isabel (1846-1921), y estaban convencidos de que países como Noruega, Bélgica, España o Suecia son mucho más avanzados gracias a sus monarcas. Aunque solo un 10% de los brasileños se pronunciaron por la restauración de la monarquía en una consulta popular en 1993, el príncipe Don Bertrand está convencido de que esa opción sería mayoritaria.
Su primo, Luiz Philippe, ahora diputado electo, no comparte las esperanzas monárquicas de la dinastía Orleáns-Braganza y terminó aceptando que el papel de la familia imperial en el siglo XXI es otro: combatir el populismo y la corrupción política: "Yo milito por el Estado de Derecho", dijo siempre que fue preguntado sobre lo que piensa del discurso de sus parientes que defienden la vuelta de la monarquía constitucional. A pesar de eso, no se enfrenta a los críticos de la familia: "son brasileños, por encima de todo".
D.S.