Recio, vehemente y envuelto siempre en su poncho rojo, Leonidas Iza forjó su liderazgo entre los indígenas a fuego de protestas. Hoy, de regreso en Quito, está al frente de una multitudinaria movilización que acorrala al presidente conservador Guillermo Lasso.
El dirigente de pocas sonrisas protagonizó en 2019 una revuelta contra el gobierno de la época, que dejó 11 muertos y más de mil heridos. Iza está en las calles para un nuevo pulso: O Lasso alivia el costo de vida –que impacta con rigor a las comunidades rurales– o él y los suyos seguirán en Quito, una ciudad semiparalizada por las protestas. “Si (el Ejecutivo) no resuelve este problema, ríos de gente seguirán llegando a la capital”, desafió el jefe de un ejército de 14 mil hombres y mujeres con lanzas y palos capaz de hacer tambalear a un gobierno.
Iza, un declarado anticapitalista de 39 años, es un kichwa del pueblo de los panzaleos, asentados en las provincias de Cotopaxi y Tungurahua, en el corazón de los Andes ecuatorianos. El poncho rojo, una trenza tan larga como su espalda y su verbo encendido lo distinguen entre los indígenas.
Obstinado y por momentos radical, Iza es un anarquista a ojos del gobierno, pero su pueblo lo ve como un fiel y carismático representante de sus causas. “Cualquier gobierno que venga va a tener que lidiar con la postura del movimiento indígena y de los sectores populares”, repite el presidente de la poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie).
Iza quiere recuperar para los pueblos originarios el poder de otros tiempos cuando, con sus levantamientos populares derrocaban presidentes. El único de ocho hermanos que estudió en la universidad, dirigió el Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi (MICC). En 2021 llegó a la presidencia de la Conaie.
Su participación en las protestas de 2019 fue clave. Ese “octubre negro” –como lo llama la clase media y alta de Quito– quedó plasmado en el libro Estallido, que Iza escribió con Tapia y Andrés Madrid.
Iza defiende la producción agrícola sobre la explotación de minerales. “Si lográramos reorganizar la capacidad productiva nacional, podríamos dar de comer a una parte del mundo”, sostiene.
En 2021 compitió por la nominación indígena para las presidenciales de 2021. Y aunque perdió con Yaku Pérez –quien obtuvo la tercera votación en la primera vuelta– logró meterse de lleno en el radar de la política ecuatoriana.