El multimillonario ruso, Boris Avakyan, ex jefe de aduanas, murió misteriosamente tras huir de un juicio por fraude de 37 millones de libras y se suma a una larga lista de muertes enigmáticas entre la élite de Rusia. Su cuerpo fue hallado en el baño del consulado armenio de la ciudad de San Petersburgo.
Según se conoce, el también empresario, había salido de un tribunal ruso, alegando que iba a fumar, pero terminó desapareciendo en un automóvil. Más tarde, se los identificó en el consulado armenio para solicitar la extradición a Armenia, donde tenía doble ciudadanía.
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Sin embargo, horas después, según informaron los investigadores, hallaron su cuerpo, y rápidamente, los medios rusos afirmaron que se trataba de un suicidio. Frente a estos rumores, los abogados Konstantin Trasenko y Natalya Chernikova refutaron firmemente esta versión.
Desde el consulado armenio alimentaron la intriga, después de rechazar la versión de Moscú y negar a los investigadores ruso el acceso al cuerpo.
Quién era Boris Avakyan
Avakyan, ex jefe de la Agencia Aduanera del Puerto de San Petersburgo, era subdirector de una agencia federal de propiedades que anteriormente había empleado a Vladimir Putin. Existieron rumores que lo asociaban al primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, cuyas relaciones con el Kremlin son notoriamente tensas.

En 2018 participó en la revolución armenia y más tarde trabajó en el gobierno de Nagorno-Karabaj, un territorio en disputa entre la propia Armenia y Azerbaiyán. Sin embargo, fue arrestado en varias ocasiones por las autoridades rusas, incluso por cargos de lavado de dinero y cruce ilegal de fronteras.
Aunque en agosto la fiscalía de Rusia lo liberó tras firmar un contrato para participar en la guerra de Ucrania, al mes siguiente su arresto se reanudó. Avakyan eludió el juicio anteriormente al ofrecerse como voluntario para asistir al conflicto armado, pero luego se negó a ser enviado.
Un patrón sombrío
La muerte de Avakyan sigue un patrón sombrío: la semana anterior, el jefe de una planta química vinculada al ejército, Alexander Tyunin, fue hallado muerto con una herida de bala. Según informes, junto a él había una nota de suicidio en la que supuestamente escribió: “Lo hice yo mismo. Llevo cinco años cansado de luchar contra la depresión. Cada vez va a peor. No me quedan fuerzas”.
Las dudas surgieron después de que la nota apareciera en los medios rusos, previo a que los funcionarios confirmaran su muerte. Una fuente de investigación sostuvo: “Había una necesidad evidente de difundir la versión de que se trató de un suicidio antes de que comenzara cualquier investigación”.

Ambos casos fueron los últimos enigmas de una larga serie de muertes misteriosas entre la élite rusa. Ejecutivos, oligarcas e incluso ministros se han arrojado desde ventanas, se han disparado múltiples veces en el pecho o han sido encontrados muertos en accidentes extraños registrados oficialmente como suicidios.
Entre los casos más recientes se incluyen el del ministro de Transporte, Roman Starovpit, que fue hallado en una bolsa para cadáveres horas después de salir de sus reuniones, y el del vicepresidente de Transneft, Andrey Badalov, que se arrojó desde su lujosa torre de Moscú. El ex diputado Buvaysar Saitiev, de 49 años, también murió al caer al vacío a principios de este año.
En 2023, Marina Yankina, funcionaria de financiación de guerra, se lanzó desde 50 metros de altura desde un edificio en San Petersburgo. Y en 2022, el presidente de Lukoil, Ravil Maganov, se cayó de la ventana de un hospital la misma mañana en que Putin llegó para despedirse de Mijail Gorbachov.