Los Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en la ciudad surcoreana de Pyeongchang descongelaron las relaciones entre el Norte y el Sur y sacaron de su ostracismo a Kim Yo-Jong. La hermana menor del líder comunista norcoreano, de 30 años, sin embargo tiene gran poder dentro de la cúpula de gobierno de Pyongyang, actuando como directora del gabinete y de la propaganda.
La familia de Kim Jong Un siempre llamó la atención, especialmente por los rumores que llegan al extranjero pero que raras veces se comprueban. Esto es porque el régimen de Kim es el más hermético del mundo, al mismo tiempo que el más sanguinario. Y la crueldad del sistema alcanza incluso a la familia del propio “Líder Supremo”.
Kim Jong-un llegó al poder siendo muy joven, al morir su padre, Kim Jong-Il. Con él ascendió también su hermana en la jerarquía norcoreana y en la actualidad, ella es la vicedirectora del Departamento de Propaganda del Partido de los Trabajadores -el único del país-, y por lo tanto es responsable de los medios estatales y de la cultura.
En octubre de 2017, Kim Yo-Jong entró a formar parte como miembro suplente del Politburó, el máximo gremio de poder, reforzando de tal forma la posición de la familia en la estructura de poder que muchos se preguntan si es la heredera designada de su hermano.
La hermana poderosa
Nadie tiene una posición tan fuerte en Pyongyang como Kim Yo-Jong. Según los expertos en asuntos políticos norcoreanos, Yo-Jong también dirige la oficina de Kim Jong-un. Es “la vigilante de torre” al controlar el acceso al hombre más poderoso del país, organizar su agenda y sus actos públicos. A menudo se la puede ver a ella a su lado y quizás sea la causante de que la esposa de Kim desapareciera del mapa.
Jong-Un y Yo-Jong son, al parecer, hijos de la misma madre, Ko Yong Hui se llevan bien. Al parecer, Kim Jong Il quería mucho a su hija y muchas veces elogió su interés por la política. También los conocedores dicen que valoraba mucho más a su hija que sus hijos varones Kim Jong-un o Kim Jong-chol, quien también desapareció de todo acto público.
Estados Unidos colocó en enero pasado a Kim Yo-jong en la lista negra por las violaciones de los derechos humanos en Corea del Norte, lo que significa la congelación de sus cuentas y sus posesiones en Estados Unidos. La razón que se dio para esta medida fue su posición en el aparato propagandístico del país.
Una familia que no perdona
El Corea del Norte no hay nada más importante que la familia, por lo que la traición se paga con la pena capital. Y no importa si se trata de un miembro de la dinastía Kim. Ejemplo de ello es Jang Song Thaek, casado con una tía de Kim Jong-Un, quien tras la repentina muerto de Kim Jong-Il ejerció como tutor de su joven sobrino hasta que consolidó su mando. Luego, la nueva cúpula de gobierno acusó a Jang de formar su propia facción dentro del Partido de los Trabajadores y de desobedecer las órdenes de su sobrino.
Las acusaciones de actos de corrupción le costaron a Jang el puesto de vicepresidente de la poderosa Comisión de Defensa Nacional y de la dirección del Partido de los Trabajadores. Pero esto no fue suficiente. En 2014, Kim Jong-Un ordenó su juicio por traición y aprobó la condena a ser comido por una jauría de 120 perros de caza hambrientos. El sobrino contempló la ejecución.
Otro familiar que pagó cara la traición fue el hermano de Kim Jong-Un, Kim Jong-nam. En 2017 este disidente residía en el territorio autónomo chino de Macao, desde donde se había mostrado crítico con el régimen norcoreano y, según varios legisladores de Corea del Sur, el Líder Supremo había emitido una orden permanente de asesinato contra su hermano, al que consideraba una posible amenaza.
En octubre del año pasado, mientras caminaba por la terminal de vuelos económicos de Kuala Lumpur, esperando la salida de su vuelo, Jong-Nam fue sorprendido por una pareja de mujeres que le clavó una jeringa o le pasó una sustancia por la cara. El hombre empezó a encontrarse mal y a los pocos minutos se desplomó.
Trasladado en una ambulancia, murió de camino al hospital. Se trataba de VX, una sustancia tan peligrosa que la ONU la considera un arma de destrucción masiva. Lo sorprendente es que la toxicóloga encargada de la investigación declaró al tribunal malasio que Jong-Nam tenía en su equipaje varias píldoras de atropina, un antídoto contra el VX, lo que hace suponer que estaba advertido de las amenazas de envenenamiento.