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opinión

Una democracia con peculiaridades chinas

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Presentación. En Beijing del documento titulado “una democracia que funciona”. | cedoc

Para el sentido común de un occidental, “democracia China” es un oxímoron. En respuesta a la identificación de capitalismo con democracia y comunismo con dictadura, China ha publicado “Una democracia que funciona”, en el que argumenta que es democrática, una aseveración que es el revés del rechazo a que Estados Unidos y sus aliados se atribuyan la potestad de definir la democracia, de imponerla a otros países y de utilizarla como patrón para evaluar sistemas políticos ajenos.

En el momento en que arrancó su actual período de expansión, China decidió mantener un perfil internacional bajo, pero con el andar del gobierno del presidente Xi Jinping, el gigante de Oriente ha comenzado a hacer escuchar su voz. Intelectuales chinos vienen sosteniendo que para cancelar a China como democrática es necesario concebir que existe sólo un modelo de democracia.

El documento fue publicado días antes de la “Cumbre de la democracia” organizada por Estados Unidos y a la que fueron invitados más de 120 países, para dejar afuera a China, igual que a Rusia, y en América Latina a Cuba, Venezuela, El Salvador, Nicaragua y Bolivia, mientras que por otra parte, sí fue invitada Taiwan, lo que pone en aprietos a la Argentina, que reconoce a la isla como parte de la República Popular China, a cambio de que China reconozca a Malvinas como una parte de Argentina.

En el informe publicado por la Oficina de Información del Consejo de Estado se sostiene que el pueblo chino considera que la democracia es deseable y que se trata de un desarrollo propio. El documento explica que toda democracia está “arraigada en la historia, la cultura y la tradición, toma diversas formas y se desarrolla a lo largo de los caminos elegidos por diferentes pueblos a partir de su exploración e innovación.” La democracia es, además. “un fenómeno concreto en constante evolución”.

El documento presenta la democracia china como un “Proceso Integral Completo de Democracia del Pueblo”, que incluye un universo de mecanismos englobados en una democracia electoral y una democracia consultiva. La democracia electoral, en la que se van eligiendo representantes indirectamente desde las bases hasta las máximas autoridades, ha sido descripta por Zhang Weiwei, un apologeta que recorre Occidente defendiendo a China, de “selección más elección”, lo que significa que, para poder ser elegidos, los candidatos deben cumplir requisitos extremadamente exigentes. 

En tanto, la democracia consultiva se basa en la deliberación, que tiene como ámbito las distintas instancias dentro del aparato del Partido Comunista. Los intelectuales tienen la función de recolectar y procesar las deliberaciones de las bases para fundamentar las decisiones de los gobernantes, en esta instancia aparecen las enseñanzas de Confucio, desde que los intelectuales deben servir al bien público, antes que al desarrollo del pensamiento o la crítica de la realidad.

Por otra parte, el documento destaca como dispositivos democráticos las autonomías relativas de nacionalidades étnicas interiores, comunidades y regiones.

China no sólo rechaza que Occidente le dicte cómo debe ser su democracia, sino que retruca acusando el mal desempeño de las democracias occidentales. El sentido pragmático chino prima a la hora de hacer de la utilidad la médula de su democracia. “La democracia no es un adorno decorativo, sino un instrumento para abordar los problemas que preocupan al pueblo”, dice el informe. 

En nuestros 38 años de democracia ininterrumpida, siguen sonando las palabras de Raúl Alfonsín: “con la democracia se come, con la democracia se educa, con la democracia se cura”. Ese es el argumento que sostiene la democracia china. Sin embargo, en Argentina, después de los años de la dictadura militar, cualquier cosa que no fuera democracia, era el infierno. La propuesta de China de relativizar la democracia por procesos singulares de cada país, y de considerarla un sistema político en permanente transformación, pone en jaque a los argentinos que hicieron de la democracia algo sagrado. Aceptar que China es democrática, de algún modo obliga a deconstruir el ser político que los argentinos supimos conseguir.

Por otra parte, mirar a China autoproclamándose democrática ofrece una oportunidad de revisar el modelo de democracia que sacralizamos y desafía a ponerlo en contacto con otras experiencias. El informe del Partido Comunista chino invita a ello de esta manera: “En un mundo tan rico y diverso, la democracia se presenta de muchas formas. La democracia de China prospera junto con las de otros países en el jardín de las civilizaciones. China está dispuesta a contribuir con su experiencia y fortaleza al progreso político mundial a través de la cooperación y el aprendizaje mutuo.”

* Editor de la revista DangDai.