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se vota el mismo dia que en argentina

Uruguay: el Frente Amplio corre de atrás hacia las elecciones de octubre

Su candidato, Daniel Martínez, no podrá evitar el ballottage, donde la oposición tendría mejores chances de construir alianzas. El blanco Luis Lacalle Pou aparece como favorito.

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Rivales. El senador Lacalle Pou tiene más posibilidades de tender alianzas que Martínez, ex intendente de Montevideo. | cedoc

A menos de dos meses de las elecciones presidenciales en Uruguay, el gobernante Frente Amplio entra corriendo desde atrás a la recta final de la campaña. Su candidato, Daniel Martínez, ex intendente de Montevideo, aparece como favorito en las encuestas para la primera vuelta, pero no le alcanzaría para evitar el ballottage. El opositor Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, hoy parece estar en mejores condiciones de absorber en esa instancia los votos de los indecisos y de terceras fuerzas a las que podría sumar en una eventual coalición de gobierno.

Los uruguayos irán a votar el mismo día que los argentinos, el 27 de octubre, y una semana después que los bolivianos. La elección se inserta, así, en un proceso de reconfiguración política en la región cuyas variantes no pasan desapercibidas para los postulantes a la presidencia.

Las últimas encuestas muestran que el Frente Amplio se mantiene estancado en la intención de voto y no logra penetrar el techo que necesita para ampliar su competitividad en la segunda vuelta.

Según un sondeo divulgado esta semana por Opción Consultores (ver infografía), Martínez lidera con un 29% y el senador blanco Lacalle Pou, hijo del ex presidente Luis Alberto Lacalle, lo persigue con un 24%.

Más atrás vienen Ernesto Talvi (Partido Colorado), con un 15%, y Guido Manini Ríos (Cabildo Abierto), ex comandante del ejército, con un 12%.

Ballottage. La ley electoral uruguaya establece que hay segunda vuelta si ninguno de los candidatos supera el 50% de los votos.

El Frente Amplio, de centroizquierda, tiene un piso más firme que los demás partidos, por lo que su lugar en el ballottage parece asegurado. Sin embargo, sus posibilidades de tender puentes con otras fuerzas son a priori menores que las del Partido Nacional.

“La clave para el ballottage será la mayoría en el Parlamento: quien logre construir durante el mes de noviembre una coalición mayoritaria que asegure la gobernabilidad ganará la elección presidencial, dijo a PERFIL el politólogo uruguayo Adolfo Garcé, profesor e investigador del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República. Todo indica que la oposición está en condiciones de hacerlo y que el Frente Amplio, no”.

Desde el estreno de la segunda vuelta, hace dos décadas, todas las elecciones presidenciales se definieron en favor de los candidatos que, después del primer turno, lograron asegurarse mayoría en el Congreso, ya fuera por votos propios o por acuerdos con otras fuerzas.

En 1999, el colorado Jorge Batlle pactó una coalición con los blancos y, tres semanas después de anunciarlo, le ganó sin problemas a Tabaré Vázquez.

En 2004, el Frente Amplio triunfó en primera vuelta. En 2009 y 2014, José Mujica y Vázquez tuvieron que ir al ballottage, pero ya habían conquistado la mayoría parlamentaria en octubre.

Si se observan las encuestas que circulaban dos meses antes de las elecciones de 2014, el frenteamplismo sumaba casi diez puntos porcentuales más de intención de voto que hoy.

El informe de Opción Consultores señala que su debilitamiento actual “no se traduce en una mejora apreciable del electorado agregado de los partidos fundacionales”, ya que hoy los blancos y los colorados suman juntos un punto menos que hace cuatro años.

Eso significa que la sangría de votos frenteamplistas fue a parar al crecimiento de nuevos partidos, y en particular de Cabildo Abierto.Es algo inédito en la política uruguaya: hoy el 18% de los encuestados manifiesta que votará por fuerzas alternativas.

Allí está la clave del ballottage: blancos, colorados, Cabildo Abierto, Partido Independiente y Partido de la Gente, eventuales socios en una coalición de gobierno, podrían alcanzar hasta el 55% en el segundo turno.

Desgaste. El Frente Amplio lleva 15 años ininterrumpidos de gestión: más de lo que gobernó el kirchnerismo en la Argentina y el Partido de los Trabajadores en Brasil. La primera razón de su estancamiento electoral es el desgaste por el ejercicio del poder.

Al mismo tiempo, al frenteamplismo le ha costado construir nuevos liderazgos partidarios que resulten efectivos a nivel electoral.

La ley impide que Tabaré Vázquez opte por la reelección y José Mujica se automarginó de candidaturas.

El ex vicepresidente Raúl Sendic asomaba hace un par de años como el rostro de la renovación, pero cayó en desgracia luego de una investigación periodística que lo acusó de manejos opacos de dinero público.

En cuanto a Martínez, según Garcé, “si ganara habría mucha más continuidad que cambio: sería un nuevo gobierno de centroizquierda, que intentaría seguir conciliando crecimiento con igualdad mediante la combinación de Estado y mercado, y algunos cambios en la política de seguridad para intentar atender la demanda de un mayor ejercicio de autoridad que late en una parte importante de la ciudadanía”.