La ministra del Interior de Chile, Izkia Siches, no fue bienvenida en la Araucanía, al sur del país. La recibieron cuatro días después de la asunción del presidente Gabriel Boric con disparos al aire, cortes de ruta, barricadas y mensajes de amedrentamiento.
Eso no le ha impedido llamar a esa región Wallmapu, quizá para honrar a los mapuches que la habitan con el recuerdo de aquello que consideran su territorio ancestral. El problema, según el gobernador de la Araucanía, es que no todos los pobladores son mapuches.
El término Wallmapu hiere sensibilidades. Remite a los supuestos dominios mapuches, descendientes de los araucanos, no sólo en el sur de Chile, sino también en porciones considerables de las provincias de Chubut, Neuquén, Río Negro, La Pampa. Mendoza, San Luis, Córdoba y Buenos Aires.
La Araucanía se ve afectada por el conflicto entre el Estado chileno y el pueblo mapuche por las tierras ancestrales. Un conflicto que se ha hecho más complejo por el tráfico de madera, el narcotráfico y otros delitos. En 2021 hubo 1.200 atentados. En los tres primeros meses de 2022, ocho homicidios.
La ministra Siches levantó ampollas con la mención de Wallmapu. Responde, en realidad, a los lineamientos de su gobierno: aplica ese nombre a la región de la Araucanía en sus cuentas oficiales de redes sociales y recomienda en un manual que también lo usen los medios de comunicación. Curiosamente, el gobierno argentino no reaccionó. Aún, se supone.
cp