Sin saber que dos meses después sobrevendría la icónica Toma de la Bastilla, el rey Luis XVI convoca a una reunión de los Estados Generales para resolver la crisis económica y política de Francia. La convocatoria desemboca en la Asamblea Constituyente, que estaba decidida a cambiar el sistema político que regía en el país. Dentro del recinto, los representantes conservadores tenían sus bancas a la derecha; los moderados estaban ubicados en el centro. Los que quedaron a la izquierda tenían intenciones bastante revolucionarias. La política tal como la conocemos ahora empezó en ese momento y en ese lugar. No existían todavía los términos adecuados para describir la ideología de cada sector; por lo tanto, se llamó izquierda a la perspectiva que era partidaria de cambios más radicales y profundos. Simplemente porque estaban a la izquierda. Querían cortar con el pasado; empezaron por cortar la cabeza del rey. Algo similar ocurrió con la palabra bolchevique. La palabra es rusa y no significa, como podría alguien suponer, «partidario de la colectivización de las tierras» o «individuo empecinado con fusilar a los zares». Antes de la Revolución de Octubre, el partido socialista ruso estaba dividido en dos corrientes: la mayoría pretendía cambios drásticos; la minoría era más cauta y moderada. Las palabras en ruso para «mayoría» y «minoría» son, sencillamente, bolchevique y menchevique.
(Imagen: Lenin arengando al pueblo ruso en San Petersburgo. Octubre, de Sergei Eisenstein, 1927.)
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